Capítulo 17: Decisiones apresuradas.

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—¿Tienes algo para cubrir tu rostro? Te voy a mostrar una Olistea que le gusta negar al gobierno, claro sólo si eres capaz de ver lo que hay detrás de las paredes— Ofreció insinuante.

Azura sonrió entusiasmada, esas paredes escondían una capa de suciedad en esa pulcra ciudad, había escuchado numerosas veces de esos callejones subterráneos, en el acto sacó su máscara y se la puso, luego ofreció la que perteneció a su padre. Cuando ambos tuvieron cubiertos del rostro él le sugirió que asegurara a Metz agarrándola con un arnés, con las vendas limpias improvisó uno bastante bueno, amarrando al perro a su brazo. Una vez listos bajaron las escaleras y traspasaron la falsa pared hundiéndose en las negras sombras. Involuntariamente se tomaron de la mano para no perderse ¿Desde cuando tenían esa costumbre?

—Y ahora entramos a los legendarios callejones subterráneos señorita, el mayor mercado negro en Olistea, mantenga bajo vigilancia sus pertenencias o no me haré responsable de lo que ocurra, ahora bien señorita ¿Ha escuchado sobre las catacumbas?— El tono que utilizaba era hasta cómico para ella, no tardó en responder sin pensar.

—Es esto, esto son las catacumbas

—Error, es incorrecto. Las catacumbas están debajo de nosotros, los callejones subterráneos son para llegar a los arrabales y salir del centro de la ciudad. En cambio las catacumbas son para salir de la ciudad sin ser visto y enterrar a quien quieras sin ser detectado, al inicio se construyeron para los nobles pero se dejaron de usar hace años— Comentó orgulloso por sus conocimientos.

—¿Cómo sabes eso? En los libros no dice nada de eso— confesó ella con vergüenza queriendo desvelar la mentira del chico.

—Cosas que uno aprende en sus viajes, nunca salen en los libros después de todo necesitan taparlo— Respondió sin titubear.

Caminando despacio se toparon con luces y numerosas personas circulando por ahí, se tomaron más fuerte de la mano y aguzaron la vista para evitar robos. Estaban fascinados y horrorizados al mismo tiempo, las cosas que veían eran prácticamente impensables en la superficie de la ciudad, drogas, armas, órganos humanos, personas e incluso criaturas mágicas pequeñas eran lo menos espantoso en todo aquel conjunto de ladrones, cosas indescriptibles sucedían en ese atroz lugar sin embargo nadie se daba cuenta o preferían ignorarlo. Sobre ellos corrían las tuberías que alimentaban a la ciudad entera de agua y gas, en el pensamiento de ambos esas personas deberían sentirse afortunadas.

En repetidas ocasiones la cazadora tuvo que pelearse con un ladronzuelo que intentaba quitarle alguna pertenencia, después de deambular por el mercado negro terminaron por llegar a una parte menos iluminada, Kavi le aseguró que se trataba de la única parte decente del mercado: La venta de plantas y utensilios mágicos. Sin embargo cuando llegaron ya no estaba nada ahí, Azura se acercó a los rastros de polvo sin soltar la mano de su compañero, hace mucho que ningún puesto se instalaba ahí, tal vez cuatro años.

—¿Hace cuanto no vienes?

—Cinco años creo, es una lástima que no te pueda mostrar la única parte bella de aquí, cuando ví la entrada inmediatamente pensé en traerte para que te despejaras un poco— Mencionó desilusionado, ella ofreció llegar a los arrabales por medio de los callejones y salir de la ciudad en silencio para continuar su viaje, él aceptó y mientras buscaban una luz para guiarse se toparon con un farol caído.

No era igual a los que habían en el mercado, era mucho más avanzado, más elaborado, parecido a lo que habían visto en la plaza, esos faroles colgantes estaban apagados por el momento pero podía decirse por lo escasos que eran que iluminaban sin problema alguno.

—¿Qué hace esto aquí? Bueno, si encontramos una vela podemos iluminarnos aunque no como debería— Dijo recogiendo el objeto, Kavi asintió y un poco más allá encontraron un pequeño objeto metálico que brillaba ligeramente, ambos reconocieron ese objeto como algo similar a lo que cargaba James, un trozo de metal que fundido con algunas sales especiales y con un encantamiento que reaccionaba al calor podía hacer la misma función que una luciérnaga o cualquier otro ser que brillara en la oscuridad.

La sombra de las aves. El fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora