Capítulo 26: Entre la mentira y la promesa

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—Fue mi hija, Abigail.

Kavi se quedó congelado al escuchar eso ¿A qué se referían? El hacendado viendo su cara de confusión extendió el periódico para mostrarlo como si de una pieza de arte se tratase, los titulares eran distinguibles incluso para él, desafortunadamente lo único que acertó a leer fueron unas cuantas palabras del título en el anuncio: "BUSCAN PELIGROSOS CRIMINALES" Debajo de ese titular unas manchitas negras que seguramente eran letras y un par de dibujos sobre ellos. Eran casi exactos de no ser por rasgos menores como su lunar o las marcas de la máscara en la cara de la cazadora.

—Bueno, Karol, recuerda darle a la niña un incentivo y haz que empiecen a buscar la procedencia de esa chica, su familia debe estar buscándola desesperadamente.

Su cabeza seguía sin responder adecuadamente por lo que la información en ese punto era demasiado confusa pero no la de ella. Grimm en un arrebato de fuerza se liberó e intentó asestar un golpe mortal contra el hacendado y sus acompañantes con ayuda de su portentosa magia negra. Pero las sombras esta vez no se levantaron, ante la sorpresa de aquella situación vieron emerger un potente brillo del broche metálico que el hacendado cargaba en la chaqueta.

Plata Luna, un metal que más que ser mágico, posee propiedades para absorber energía, cortar su flujo y en el caso de los humanos anula su sensibilidad a los puntos donde podían manipular esa energía para convertirla en magia, lo que hace imposible su uso, especialmente si estás en malas condiciones físicas. Por lo tanto no fue de extrañar que aquel muchacho pelinegro cayera de rodillas, lo aterrador fue verlo toser sangre casi negra como si de un veneno se tratase, los finos hilos de aquella aterradora sangre caían por las esquinas de la fina boca, dando una imagen aterradora, poco después no hizo falta volver a inmovilizarlo pues simplemente colapsó sin tener capacidad de moverse.

—¡Bah! Y pensar que había preparado un buen veneno para él— Se quejó el hacendado— Es más débil que tú, mocoso ingenuo— Aseguró mirando al cuentacuentos— pero bastante astuto, no probó ni un bocado de comida. Supongo que el ladrón juzga según su condición.

Kavi estaba demasiado consternado como para hablar, además intentaba acercarse a su compañera para ayudarla. El hombre, viendo que ambos muchachos ya no tenían oportunidad alguna de escapar ordenó a su capataz que los desatara y los llevara a alguna habitación desocupada, sin ventanas ni otro método de escape, Karol obedeció sin rechistar, arrastró a la cazadora y al cuentacuentos a una oscura bodega de vinos, vacía y con una excelente ventilación que la hacía más fría. Ahí arrojó a la chica y pateó al muchacho, los miró con el mayor de los desprecios, iluminando levemente su cara con la escasa luz de luna que se colaba por la apertura.

Les dirigió una mirada más, tirados en el suelo, tan miserables. Le dio un sentimiento de repulsión inexplicable, hasta entonces se fijó que aquel muchacho de piel morena no era un ciudadano común. Pensar en ese par de pelafustanes conviviendo con su querida hija, amenazando a la niña pelirroja, apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se le fusionaron con la piel, entró a la bodega y cerró la puerta detrás suyo. Sabía que el pelinegro era mudo así que sólo se preocupó por taparle la boca al otro.

Después de todo; uno seguía bajo los efectos del veneno que había mandado poner en la comida que les sirvieran para evitar que escapasen, y el otro estaba casi inconsciente por el rebote de magia. Por lo que no podrían defenderse o esquivar aunque lucharan con todas sus fuerzas, tomó su látigo y empezó a golpearlos hasta que los dejó hechos un baño de sangre, la piel en carne viva pero sin posibilidad de morir.

—Bah, al final de cuentas, sucios y asquerosos magiis, todos son iguales— Declaró, encendiendo la indignación y furia dentro del cuentacuentos.

Salió y se fue a lavar la sangre que le manchaba la cara, las manos y su ropa, sin embargo, su conciencia estaba limpia, quizá más limpia que nunca.

La sombra de las aves. El fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora