Capítulo 23: Silencio forzado.

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-No puedes- Fue lo que respondió sin dudar.

-¡¿Porqué nó?!- Le gritó ante la negativa esperando que no volviera a decir una tontería, adelantándose a la posible justificación le impidió hablar- ¡Que sea mujer no me impide ser una buena reina! Puedo ser mejor que mi madre o superar a Calina la grande si me lo propongo- Declaró sin temor a equivocarse

- No es por ello ¡Eres una inútil! por eso no puedes convertirte en reina.

- ¡Mientes! Yo reparé la carreta, puedo administrar una casa, domino las artes y...

- ¿Conoces la situación social del reino? ¿Qué hay de los ideales franceses? ¿Sabes cómo administrar un territorio? ¿ Dirigir un ejército? Definitivamente no es todo lo que un rey hace pero estar a cargo de un país no es sólo cumplir con tu función como mujer noble.

-¡Entonces enséñame ó cállate! Estás peor que yo y no puedes admitirlo porque tu orgullo es demasiado grande ¿No? Bien, te lo pongo así ¡QUIERO VIVIR!

- Entonces cede tus derechos, así de simple ¡Eres una Baizel! Vivirás tranquila por el resto de tu vida si rechazas la corona ahora y no habrá ni una gota más de sangre ¡Así de sencillo!- Se atrapó reclamando algo parecido a lo que le habían dicho tantas veces para renunciar al liderazgo de su familia, al final tenían razón, ella no era capaz de hacerlo. Entonces ella también tenía razón, antes de cualquier otra acción debía desanimar a esa chica de pelear o arrastraría a muchos consigo, tal vez también conocería una verdad que no le gustaba.

-Lo dices porque tienes la vida asegurada al no tener nada ¡Eres un cobarde! Eso es lo que eres. Nunca comprenderás lo que es no ser escuchado ni un poco- Sentenció ella poniéndose de pie, encarando la mirada acusadora de la cazadora.

La llama en sus ojos volvía a nacer, determinación, así que eso era. Cuando una persona está decidida no hay quien la detenga, se acercó a la carreta donde descansaba el muchacho aún inconsciente, tomó el cuchillo que les había prestado, lo desenfundó para poner la hoja en sus manos desnudas, extendió la mano ofreciendo el mango del arma a la pelirroja, quien le miró extrañada.

-Quítamelo- Ordenó enérgicamente.

-Pero tienes la hoja contra...

- ¡Quítame este cuchillo!- Le gritó asustando a la chica. Soltó una sonrisa de superioridad y estaba por darse la vuelta cuando sintió claramente la hoja deslizándose por su piel y el líquido carmesí brotando de una fina herida.

-No quería lastimarte pero no sabía lo que significa este gesto, no sé si me ayudarás o no pero...

-Voy a ayudarte y enseñarte algo de lo que sé, si estás dispuesta a arrebatarme mis conocimientos "Et ahel kumui" ¿Sabes lo que significa?

- Es tamril, quiere decir "Deseo vivir" ¿A qué viene esa frase?

Azura sonrió mirando su mano nuevamente herida, le dijo que a su tiempo lo sabría pero por el momento el cuchillo era suyo ahora, le tiró la funda y le dijo que arreglara la carreta y su máscara mientras atendía al paciente, Lucila obedeció, negándose a ver la sangre.

Entre las cosas que llevaba pudo encontrar el medicamento para la fiebre, tomó una dosis y disolvió otra para el muchacho, dándoselo poco a poco ¿Qué había hecho para terminar así? Una vez arreglados los desperfectos y curadas las heridas más evidentes Lucila se posicionó junto a Azura para tirar juntas de la carreta, la sugerencia de la mayor había sido despertar al chico pero la más joven se había negado rotundamente, encomendado su cuidado al perro y caminando junto a la cazadora a pesar de estar poco acostumbrada a hacerlo.

La sombra de las aves. El fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora