Prólogo: Un mundo antiguo

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Hace incontables años existió nada... solo estaba caos, cuando nació su nombre nació también todo lo que amaba y lo que odiaba a la vez: orden. Después surgieron las demás deidades, la primera fue el Tiempo, por eso se le considera la deidad más anciana y poderosa después de orden y caos, inmediatamente después de él surgió la deidad vida y su hermano mellizo: la muerte. El silencio y el sonido los siguieron luego surgieron el sueño y la realidad; finalmente nacieron sabiduría e ignorancia.

Ellos conformaron el consejo de los ancianos, tras ellos llegaron otras muchas deidades, quienes formaron el mundo y la tierra, entonces también formaron Tamariz: el territorio que flotaba sobre los océanos y los continentes, rozando el cielo apaciblemente. Una tierra fértil y hermosa, llena de sorprendentes paisajes, ahí depositaron su magia y su bondad los dioses, creando una vida distinta a cualquier otra, también ahí surgieron criaturas que ahora solo se leen en leyendas, poderosas e impresionantes. Hadas, dragones, demonios, elfos, ninfas, duendes, gnomos, gigantes, espíritus guardianes y todo cuanto los caprichos divinos inventaran. Después llegaron del sur de la tierra los primeros humanos escapando a enormes monstruos que los acosaban noche y día, matando a los suyos sin cesar.

Poco a poco aprendieron a convivir con lo que era bello, con lo que era desagradable y con lo que no conocían y en poco tiempo surgieron otros seres, algunos casi humanos pero por su sangre corría la bendición divina que los proveía de una magia y capacidades mayores a las de sus semejantes, sus rezos eran capaces de traer cosas buenas al lugar donde vivieran dependiendo a la deidad que se le rezara, a ellos se les llamó sacerdotes.

Otros humanos, tenían una portentosa lengua que era capaz de traspasar las barreras, podían comunicarse con todo tipo de seres y pedirles prestados su magia así como sus servicios, a ellos se les llamó brujos.

Los magii fueron los primeros humanos en buscar comprender la magia presente en su nuevo hogar, se especializaron en la magia blanca, la comunicación con especies que no hablaban la misma lengua sin ser brujos y la adivinación, por muchos años ellos vivieron en paz.

Pronto Tamariz se volvió un solo país, bajo una bandera, bajo un nombre y bajo un líder. Su capital fue sinónimo de luz y paz, ahí vivían los más grandes magos, conocedores.

Erase una vez... hace no sé cuanto y no sé en donde... una ciudad llena de demonios, elfos, hadas, brujos, caballeros y humanos comunes pero sabios, este lugar era conocido como "La tierra del sol" debido a su esplendor que cualquier otra ciudad por más moderna que fuese la envidiaría y podría palidecer de vergüenza ante su grandeza, esta era la capital de una antigua patria, un vasto reino donde abundaba la libertad y el saber; aunque eso fue en tiempos antiguos, tiempos que han quedado en el olvido, mucho antes de que una secta de traidores se revelaran contra el rey de esos días, dividiendo de este modo al país en dos facciones.

Por un lado estaban los moriones, un maligno ejército que tenía en sus filas un gran número de demonios, hadas, practicantes de magia negra y noctus. Pero entre ellos dominaba una raza antigua y poderosa cuya ambición causaría grandes desgracias: los elfos oscuros, los hijos de la sombra.

Sus oponentes eran los sacros caballeros: humanos, brujos, elfos albos, ninfas, dríadas, gnomos y otras criaturas. Aunque en un inicio los sacros solo buscaban controlar la rebelión y escuchar las demandas de los moriones para no desatar una guerra, ésta fue inevitable... La batalla duró diez años, los cuales estuvieron llenos de muerte, caos, destrucción, fuego, llantos, maldiciones y mucha desesperación.

Donde antes había bosques y campos ahora no existía nada... solamente cadáveres. El olor putrefacto de la muerte atraía a aves carroñeras que consumían todo aquello que los ejércitos dejaban a su paso. Y la tierra de Tamariz cayó de los cielos al mar, pues ya no era sagrada.

La sombra de las aves. El fénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora