La sombra de las aves. El fénix

Capítulo 3: El gato llamado Ratón.

—No le digas a Azura, pero Karim hoy me dijo que el próximo invierno se irá a Olistea para estudiar magia, me preguntó si quería ir con ella. Me dijo que ahí podría conseguir una beca para estudiar en Aurum si era buena estudiante

El anciano se llevó las manos a la cara intentando ocultar su gesto de sorpresa, tal vez Zita ignorase lo que pasó aquella tarde pero sabía de sobra lo mucho que hermana odiaba a esa familia, especialmente a sus hijos, resaltando por todos los medios a la chica. El que Karim le hiciera esa propuesta no tenía nada de malo, incluso llegaba a interpretarse como un acto de bondad; sin embargo él también estaba en conflicto, por mucha confianza que le tuviera su madre a los Lorca no podría dejarla viajar sola hasta esa ciudad, una de las otras dos también se iría y ¿Que sería de su padre? Zita se percató de lo preocupado que estaba Vincent, así que hábilmente cambió el tema al gato.

—Abuelo ¿Qué significa Souris?

—Ratón, es francés pequeña— Respondió agradecido de evitar más incómodas cuestiones.

—¿Por qué llamaste así a tu gato?

—Porque cuando lo encontré los ratones lo estaban cuidando, algo realmente curioso y prácticamente imposible, además su color me recuerda a uno. También... también es porque es un ratón de biblioteca, siempre se la pasa aquí.

Zita empezó a reír ante las ocurrencias del anciano disipando muchos pensamientos desagradables de su pequeña cabeza. Acercaron una mesa a un lugar cómodo, pusieron algo de té previamente infusionado por el anciano y algunos panecillos, se sentaron en los sillones y Vincent procuró responder las preguntas de Zita de manera muy superflua.

—Olistea es muy grande, harían falta dos semanas para recorrerla parcialmente, tiene muchas más escaleras que Savitra, definitivamente muchas más. Ugh es horrible, a mi joven yo le encantaban pero ahora creo que prefiero vivir aquí. Está rodeada de tristes murallas grises y bueno, no hay pastizales cerca, tampoco hay vacas ni animales salvajes, hay algunos gatos y también hay perros, muchos caballos y dragones, nunca tienen leche verdaderamente fresca, definitivamente es mejor aquí. Además hay demasiada gente ahí, te pierdes en ese mar y olvidas quien eres realmente

—¿Qué hay del tranvía?

—La última vez que viaje era tirado por mulas, pero eso fue hace cincuenta años como mínimo, fue cuando llegué aquí, realmente no sé si ya cambió, en ese entonces era muy inseguro

—¿Y la magia?— Preguntó tímidamente la niña, esperando no incomodar a su abuelo, él después de mucho reflexionar accedió a responder, orando por no generar más dudas que respuestas.

—Un mago se vale de medios externos, conectores para manipular la magia exterior, ya sea varitas, runas, pociones, conjuros y elementos similares; ellos no tienen magia en su interior pero pueden aprender. Un magii puede manipular la energía mágica cuando se comunica con seres vivos de dichas características. Un brujo o bruja habla el lenguaje de la naturaleza y la magia, piden prestado el poder o características a todos los componentes del mundo. Los sacerdotes tienen magia interior, cuando son capaces de manejar sus palabras dan bendiciones, para externar su enorme poder utilizan objetos relacionados a la deidad que los bendijo al nacer. En cambio, un hechicero es la expresión más libre del humano que puede manejar la magia. Ellos no tienen otro límite que sus capacidades físicas

Zita aún no estaba satisfecha, tenía una pregunta que nadie había respondido y era lo que más la mataba de curiosidad ¿Qué papel ocupaba ella entre todas esas clasificaciones? Su madre era magii y su padre un simple humano, por lo tanto ¿Qué lugar ocupaba ella? ¿Podía convertirse en una maga si practicaba lo suficiente? Era cierto que quería dedicarse a la moda pero siempre le había gustado la idea de llevar una carrera como la moda y ejercer un oficio como la magia por un tiempo determinado. Sus ojos miel se clavaron en los de su abuelo y parecieron captar la duda en él. ¿Qué estaba escondiendo?