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El olor a flores silvestres era uno de los tantos placeres de la vida, al igual que sentir el olor a la tierra húmeda.

Incluso el viento desprendía un olor único tras surcar por los bosques fríos y frondosos, recolectaba todos estos olores a naturaleza haciendo que los turistas que visitaban ese lado de Washington suspiraran por la paz que les transmita.

Forks era pequeño, con una población de habitantes menor a cuatro mil personas y largas carreteras amuralladas por árboles altos.

— Mami, mira.

Clare abrió sus ojos dejando de inspirar lentamente el aroma de Forks y bajó su vista hacía la pequeña que se acercaba con algo entra sus manos. La castaña rojiza sonrió sabiendo de que se trataba y se puso en cunclillas para quedar a su altura.

— ¿Atrapaste una?

Adhara asintió con una sonrisa juguetona y extremadamente dulce, se acercó a su madre como si fuera a mostrarle un secreto quedando casi con sus frentes rozando. La niña pudo sentir la fría piel de la chica, pero el gorro de lana que su abuela Vanessa le había comprado aminoro esa sensación de frío. Con sus dos manos juntas formando una pequeña esfera, comenzó a abrirla lentamente dejando a la vista una mariposa con alas de un color naranja chillón.

Clare miró el pequeño insecto volador y después miró a su hija con una sonrisa quien correspondió a esta para ambas volver a ver a la mariposa que se quedó quieta entre los dedos rosados y cálidos de la infante.

— Es muy bonita.

— Si, lo es— afirmó Clare—. Y ahora...— dejo la frase en el aire esperando que su hija la completara.

— La liberamos— finalizó con cierta emoción la pequeña.

Clare la primera vez que fueron a cazar mariposas al bosque le dijo una regla que Adhara al instante acepto. Esa vez le había dicho algo que se había quedado grabado para siempre en la mente de la infante hasta el día de hoy.

《— ¿Puedo quedarmela?— le había preguntado inocentemente esa vez y Clare la miró haciendo una ligera mueca de tristeza.

— Tal vez se ponga triste. No podría usar sus alas que con arduo trabajo creó, inverno por tanto tiempo para obtenerlas. ¿No sería injusto quitarle su libertad de esas forma, Addy?

Los ojos de la pequeña se iluminaron al instante creyendo que esas eran la palabras más sabias que alguien le pudiera decir en este mundo, por lo que al instante abrió sus manos dejando libre a la mariposa blanca de esa vez estando de acuerdo con lo que le había dicho la jóven.
La miró alejarse con una sonrisa en sus labios esperando que volara hasta el cielo y pudiera hacerlo de forma infinita. Incluso en su cabeza inconsciente pensó que sería bonito que visitara otros estados e incluso países.

B R E A T H-Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora