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Una vez en Washington, y de vuelta a Forks, Clare llegó a casa de sus padres a las nueve y media de la noche

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Una vez en Washington, y de vuelta a Forks, Clare llegó a casa de sus padres a las nueve y media de la noche. Tuvo que ir primero al bosque a buscar su tanque de oxigeno para colocarselo y pedirle prestado una sudadera a su amiga para que sus padres no estuvieran en contacto con su fría piel.

— ¿Tres día?— preguntó con incrédulidad su padre en cuanto abrió la puerta—. Hija, pensé que serías más rebelde y tu escape duraría una semana como mínimo. ¿Qué sucedió?

Clare alzó sus hombros haciendo una exagerada mueca de no sé, Henry se hizo a un lado para dejarla pasar y ambos caminaron al sofá para sentarse.

— Extrañe mi cama— mintió—. Y me di cuenta que en realidad no sirvo para ser una hija rebelde.

— Me di cuanta cuando me llamaste para notificarme que te escaparías— se mofó el hombre causando la risa en su hija.

La castaña lo miró con una sonrisa sin mostrar sus dientes, estudiando su cabello ligeramente canoso y peinado hacía arriba en la parte delantera, las pequeñas arrugas que tenía en su cara y pensó con tristeza que apenas había pasado tiempo con ellos cuando se supone que debería estar cada minuto compartiendo con sus padres. Se supone que estaba por morir en dos meses y ya había pasado uno.

— Lamento no estar con ustedes este último tiempo— susurró bajando su mirada y acomodando la manguera que se aflojó de nariz.

— Descuida— le restó importancia su padre acariciando el cabello de su hija—. Con tu madre queremos que vivas tu vida, que hagas lo que quieras, que experimentes de todo. Queremos saber que viviste una vida llena de emociones y no te quedaste con las ganas de nada— dijo mirandola con una sonrisa triste—. No quiero que te vayas sintiendo remordimiento por no haber hecho algo como saltar en paracaídas, ir a fiestas, compartir con tus amigos los nudistas o escapar.

Clare rio estrepitosamente por las palabras de su padre y se le fue imposible no lanzarse hacía el hombre rodeandolo por el cuello en un abrazo, procurando no ser tan brusca.

— Vaya— dijo soltando un pequeño quejido correspondiendo el abrazo su hija—. Si que estás fuerte, Gippsy.

La castaña rojiza se separó lentamente soltando a su padre.

Vieron un poco las noticias hasta que llegó su madre del trabajo quién al igual que su padre se mofó por verla ya en casa, pero el matrimonio no podía estar más feliz de ver a su hija otra vez con ellos.

A las diez y cuando iban a cenar Clare actuo somnolienta pidiendo que le guardaran su porción de la cena y que mañana lo comería. Subió a su cuarto y cerró con pestillo, se quitó la manguera del tanque de oxígeno y deseó poder dormir ya que estaba mentalmente agotada. Se recostó en su cama cerrando sus ojos, quería dormir, tan solo unos minutos para despejar por completo su mente de ese agotador día.

B R E A T H-Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora