B R E A T H-Jasper Hale

■5■

(Para este cap y tener un mejor ambiente, pongan la música)

Eran alrededor de las once cuando Clare puso un pie dentro de su casa, su padre estaba en el sofá mirando la televisión.

— ¿Estas son horas de llegar, jovencita?

— Lo siento, me entretuve por un momento— mintió.

— Descuida, tu madre ya se fue a dormir, estaba agotada después del trabajo y me obligó a esperarte hasta que llegaras. Lo que no fue demasiado tiempo a decir verdad, así que estas salvada— apagó el televisor y camino hacía su hija con una sonrisa—. Pero mañana tu lavas los platos— la señalo divertido.

— De acuerdo. Buenas noches, papá— se despidió dándole un rápido abrazo antes de saltar a las escaleras y subir rápidamente manteniendo un paso humano.

Entro a su habitación notando que en la oscuridad, a un lado de la ventana, la silueta de Jasper la esperaba. Las finas cortinas translúcidas se alzaban por la fría brisa que entraba del el exterior, encubriendo ligeramente el cuerpo del vampiro con estas. Era una escena perfecta ver a Jasper así, era como un sueño. No encendió la luz ya que el azul oscuro en la habitación era perfecto, además que la poca luz que entraba por la ventana daba una atmósfera más relajada.

— ¿De verdad es necesario llamar a los lobos?— preguntó con su vista en la castaña rojiza quién se quitaba su chaqueta y la colgaba en el perchero detrás de la puerta.

— Jazz, ¿cuándo fue la última vez que te alimentaste?— se despojó de su suéter quedando en una camisa negra de tirantes. Se quitó sus botines negros  a la espera de una respuesta, pero esta no llegó nunca—. Eso pensé.

Se acercó a la cama y se recostó sobre esta, no era como que necesitara dormir, pero estar ahí y cerrar sus ojos dejando que su mente divagara la hacían sentir más humana. Jasper se recostó a su lado, quedando cara a cara.

— Clare, tampoco te haz alimentado últimamente— acotó haciendo un ademán a sus ojos.

La castaña rojiza soltó un suspiró y cerró los ojos, agotada mentalmente.

— No e tenido tiempo— admitió aún con sus ojos cerrados, sintiendo ese característico fuego en su garganta que crecía conforme pasaban los días. Era molesto, pero lo podía soportar y mantenerse en calma. Ya habían pasado dos semanas desde que no se había alimentado, era un largo tiempo, tenía sed, pero su mente estaba tan ocupada que apenas se lo recordaba.

— ¿Que te parece si mañana por la noche tu y yo salimos a cazar?

Los labios de la neófita se curvaron hacía arriba y abrió sus ojos mirando al chico que estaba en frente de ella.