¿Todo es efímero? ANTIGUA VERSIÓN

15-SOLO DÍAS

Después de haber estado con Tyler me sentía como si estuviera en una nube, y eso que tan solo habíamos estado hablando con su madre y Kennedy, pero me sentía bien estando allí.

Una vez que volví a mi casa el buen rollo desapareció. Volvía a estar sola, y no quería, ya no quería seguir así, llevaba demasiado tiempo en la soledad, la única amiga que yo quería tener era a Bryoni, y si no salía con ella no salía con nadie más. Ya estaba cansada de no disfrutar, quería empezar a vivir la vida de verdad y dejar de estar tumbada en un sillón viendo películas, por favor, me había visto la misma película como mínimo quince veces.

No era muy tarde así que decidí llamar a mi padre. Tardó un poco en cogerlo pero lo hizo.

—¿Que tal todo, papá?—Empecé yo.

—Si te soy sincero estaba a punto de irme a una cita.—¿A una qué? Lo que me faltaba por escuchar... Mi vida no podía ir de mal en peor.

—Ah, pues entonces te llamó mañana, me gustaría hablar contigo sobre una cosa, y necesito tiempo.

—Mañana sin falta te llamo. Te quiero mucho cariño.

—Y yo papá, adiós.—Está vez no me quise aguantar las ganas de llorar.

Me sentía demasiado vacía, se suponía que todo duraba poco pero para mí se estaba convirtiendo en un infierno del que no podía salir por más que quisiera, cuando tenía casi todo el cuerpo afuera un demonio volvía a tirarme para adentro.

Después de estar minutos y minutos llorando mi teléfono comenzó a sonar, era un número que no conocía así que no me esforcé por fingir que estaba bien.

—¿Quién es?—Pregunté con voz llorosa.

—¿Leanny? ¿Qué te pasa?—Tyler...
No entendía porque después de besarnos se preocupaba por mí, realmente nadie lo hacía.

—Nada, ¿qué me va a pasar?

—No, sí te pasa algo, y te lo pregunté antes también y no me quisiste decir nada.—Nunca le decía nada a nadie, no me salían las palabras.

—Tyler,ahora no se me apetece hablar.—Y le colgué.

Cada uno de los sitios en los que me sentaba me parecía incómodos, y así fue como acabé sentada en el suelo, con las manos en la cabeza y llorando sin parar. Sabía lo que se venía, porque cuando me aguantaba tanto el malestar me daba un ataque de ansiedad, no quería tenerlo, no quería, me aterrorizaba y eso lo empeoraba todo.

El timbre de mi casa sonó y no me quedó de otra que levantarme e ir a ver que pasaba.

—¿¡Quién coño es?!—Espeté lloriqueando.

Al abrir la puerta de golpe me sorprendió ver a Tyler sin blusa y con un chándal.

—¿Qué haces aquí?—Me limpie las lágrimas.

—¿Tú no sabes avisar a alguien cuando estás mal?—Dijo serio.—No creo que yo sea el más indicado para estar aquí después de todo, pero estoy.

—Y-yo,-yo...—No hizo falta decir más nada para que Tyler me diera un cálido abrazo. Me permití llorar en sus brazos, me sentía a salvo, me sentía mejor.