8- UNA CENA EN FAMILIA

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Al día siguiente de lo sucedido con Marissa no volvió al instituto, y cada vez que me cruzaba con Drake me miraba mal, por no hablar de la gente que murmuraba sus teorías sobre la pelea.

—Desde el primer día y ya se están peleando —escuché a una chica decir. A ver, mentira no era.

Y bueno, por lo demás todo bien. En la hora del almuerzo me sentaba con los chicos y con Bry ya que no compartía ninguna clase con ellos, bueno, con Tyler sí, pero había faltado a física y química. Nunca antes le había visto en alguna clase igual a la mía, por lo que entendí casi nunca iba al instituto.

•••

—¿Estás preparada? —me preguntó mi madre a través de la puerta.

—Cinco minutos y estoy.

Después de aquella discusión con mi madre ella me prometió que todo sería diferente, y que en algún momento se sentaría a hablar conmigo, aunque seguía importándole más la gente ajena que yo, pero bueno, la gente no cambia de la noche a la mañana.

Hacia un poco de frío pero aún así quise ponerme una falda conjuntada con el abrigo. Agradecí que mi madre pusiera la calefacción del coche, si no capaz y nos congelábamos, bueno, yo me congelaba, era bastante friolera, y aún así prefería el frío antes de que el calor.

Cuando nos paramos en un semáforo en rojo me detuve a mirar a mi madre. Ella era joven. Su pelo rubio bien cuidado destacaba, a pesar de tener los ojos color café yo me parecía a ella bastante, aunque yo heredé el color de ojos miel de mi padre.

—Estás nerviosa —afirmó mi madre.

Lo cierto es que sí estaba un poco nerviosa, después de todo iba a conocer a la persona que ahora hacía feliz a mi madre.

El trayecto no fue muy largo pero cogimos bastantes semáforos. Yo nunca había estado en esa zona, a diferencia de mi madre que conducía por ahí con total confianza.

Mi madre aparcó el coche en el parking de un edificio alto y moderno que tenía un letrero decorado con purpurina dorada en el que decía "Golden Dinner".

Cuando entramos en el edificio no pude evitar sorprenderme, pues todo su interior era dorado con algunos detalles en rojo, se veía lujoso.

—¿Tú sabes que que nosotras no somos millonarias, cierto? —murmuré mientras lo observaba todo.

—Una vez al año no hace daño.

Al ver a ese hombre y a su hija desde lejos me sentí un poco avergonzada, pues ellos vestían elegantes, y yo iba bastante sencilla, pero bueno, eso no era tan importante en esos momentos.

Al saludar a Michael sentí un poco de resentimiento, pero era obvio que no lo iba a demostrar, él no tenía la culpa de mis problemas. Pero cuando pasé a saludar a su hija la conexión fue muy diferente, era como si con tan solo una mirada nos entendiéramos.

Pasamos a la zona de reservados que estaba en la planta superior.

Mi madre y Michael hablaban animadamente, mientras que Lizbeth y yo tratábamos de sacar tema de conversación.

—Oye, ¿y cuántos años tienes? —le pregunté yo.

—Tengo dieciséis, cumplo en noviembre.—Se avergonzó un poco, parecía ser tímida.

—Tranquila, yo cumplo los diecisiete en diciembre, te entiendo.

Entablamos una buena conversación. Al parecer teníamos bastante en común.

Ella aparentaba ser esa chica popular de su instituto, pero me había contado que en los primeros años sí lo fue, pero una vez que empezó a cambiar sus gustos sus "amigos" comenzaron a apartarla solo porque a ella le gustaba salir pero también leer, su forma de vestir no era lo más importante para ella, le gustaban las chicas y según ellos no lo aparentaba... Y así muchas más cosas. Me daba mucho coraje que la gente tuviera este tipo de comportamientos.

—¿Y no has considerado cambiarte de instituto?

Ella tragó grueso mientras jugaba con su collar de perlas.

—Bueno, sí, pero no te voy a mentir, me da un poco de palo ir a donde no conozco a nadie —En ese momento una grande neurona se encendió.

—Lizbeth, yo sé que mis conocemos desde hace muy poco, y que realmente no hay tanta confianza entre nosotras, pero podríamos hablar con tu padre para que te trasladen al Institute Oak, ahí estudio yo, no estarías sola y además tienen un nivel alto, quizás no tanto como tu instituto privado, pero algo es algo.

Me dedicó una sonrisa cálida —¿De verdad harías eso por mi? —Asentí.

Cuando nos trajeron la cena todos comenzamos a hablar animadamente.

Por primera vez en mucho tiempo me sentí cómoda estando con mi madre. No estábamos solas, pero estábamos juntas.

—Por cierto, ¿de qué estabais hablando antes? —nos preguntó Michael luego de darle un trago a su copa de vino.

Lizbeth y yo nos miramos, asentí para que ella le contase a su padre mi propuesta.

—Hablábamos de todo lo que me ha pasado en la escuela, y pues Leanny me ha dado una gran idea. No solo quiero, debería trasladarme al Institute Oak. No es privado, pero aún así tiene un nivel muy alto. Además, eres un abogado, puedes hacer cualquier cosa.

—No, no, no, —Negó con la cabeza divertido —,yo soy un abogado cariño, no me confundas con un ser mágico —No pude evitar soltar una risita —Pero bueno, lo importante son los estudios y tu felicidad, y si me estás pidiendo esto es porque allí no eres feliz. Hablaré con el director lo antes posible —Este hombre merecía mi respeto.

Ojalá mi madre se hubiese preocupado por mi así... poniendo mi felicidad por delante.

—Y no tiene de que preocuparse, yo también estudio ahí, seguramente le tocará en alguna clase conmigo.

—Leanny no hace falta que me trates de usted. Y muchas gracias.

El resto de la noche fue bastante bien. A la hora de irnos mi madre y Michael estuvieron hablando durante un rato más.

—¿Te parece bien si intercambiamos redes sociales? Así podrás decirme si irás a mi instituto o no —Y así hicimos, intercambiamos redes sociales.

Nosotras también estuvimos hablando durante un largo rato.

—Me caes bien, Leanny —Me sonrió ella.

—Tú a mi también, Lizbeth.

—Oh no, llámame Liz. Lizbeth suena muy soso, y tú por ejemplo no lo eres.

Le conté como eran las cosas en mi instituto y también le hablé de la pelea, y aún así seguía queriendo ir.

—¿Hacemos un trato? —Propuse a la vez que ella asentía.

—Yo te ayudaré con cualquier cosa si tú me enseñas a hacerme las cejas así.

Ella echó a reír.
—Trató hecho —Estrechamos manos.

¿Todo es efímero? ANTIGUA VERSIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora