Capituló 3: Bienvenido, Harry Potter

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Harry despertó sobresaltado y no supo cuanto tiempo llevaba tirado en el frío suelo de aquella mazmorra, pero debía ser bastante, pues tenía todo el cuerpo entumecido debido a la incómoda postura y al frío que inundaba el lugar a pesar de estar en las fechas más calurosas del verano. Eso si sigo en Inglaterra pensó Harry con disgusto dándose cuenta de que bien podía estar en cualquier otro punto del planeta. Se frotó los brazos enérgicamente, buscando de esa forma volver a sentirlos. Los enormes pantalones vaqueros desgastados y remendados junto a la gigante camiseta gris de manga corta que había heredado de su primo no ayudaban para nada a retener el poco calor que su cuerpo podía generar en aquella situación.

Intentó pensar qué había pasado, pero lo vivido en aquel parque de Privet Drive le parecía tan lejano que apenas lo recordaba. Probó a incorporarse y notó un pinchazo en el estómago. Mirándolo con detenimiento, y tras esperar a que sus ojos se acostumbrasen un poco a la casi total oscuridad del lugar, vio (o más bien intuyó) que tenía un cardenal, más o menos en el centro, y fue entonces cuando lo recordó todo: la pandilla de su primo y los puñetazos, el hombre del kiosco y después... Malfoy... Malfoy se había desaparecido con él y le había aturdido.

¿Dónde estaba?, ¿qué había pasado?, ¿cuánto tiempo llevaba allí?, ¿se habrían dado cuenta los de la Orden de que Harry Potter había sido secuestrado? Harry quiso aferrarse a la idea de que sí, pese a haberse prometido a sí mismo que haría todo aquello solo, sin inmiscuir a nadie más en la guerra, en el fondo se sentía muy reconfortado sabiendo que había alguien cuidando de él... porque había alguien cuidando de él, ¿verdad? Dándose cuenta del curso que estaban tomando sus pensamientos Harry sacudió la cabeza: la Orden ya tenía suficientes problemas con la muerte de Dumbledore como para tener que preocuparse también por proteger a Harry Potter a todas horas.

Las primeras horas de conciencia en aquella horrible celda fueron insoportables. Harry no sabía donde estaba, no tenía ni idea de lo que estaban preparando para él, no sabía nada de nada, y esa incertidumbre le estaba corroyendo las entrañas. Había intentado encontrar algún modo de salir de allí, alguna grieta en la pared, algún indicio de que alguien se acercaría a abrir la puerta permitiéndole así salir a hurtadillas... pero no, al cabo de horas y horas caminando de aquí para allá por la pequeña celda durante las cuales su esperanza iba mermando poco a poco, finalmente se había dejado caer, abatido, resbalando su dolorida espalda por la fría y húmeda pared, preguntándose cuando irían a por él. Tenía los pies doloridos, pues la oscuridad del lugar era cada vez mayor impidiéndole apreciar los desniveles del suelo. Lo único que había conseguido con su paseo era torcerse el tobillo derecho.
Deseaba con todas sus fuerzas que alguien apareciese: Malfoy, Peter, Bellatrix, Snape o incluso el propio Voldemort. Todo era mejor que esa incertidumbre. Un temblor incontrolable recorrió su cuerpo, y Harry supo que esta vez no era de frío. Empezaba a ser consciente de su propia situación: encerrado en una mazmorra Merlín sabía donde, a completa merced de sus enemigos. Sólo deseó que todo se acabase, que fuesen a buscarle y que le matasen de una vez. Con ese pensamiento se quedó dormido.

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Harry se despertó sudando... estaba en el suelo de la misma mazmorra... Había soñado con Sirius y con Dumbledore... Empezó a recordar y pudo ver, con absoluta claridad, como Sirius caía por el velo, a través del arco... le entró un escalofrío.

Dumbledore había muerto ante su ojos, sin que él pudiese hacer nada por evitarlo, paralizado como estaba a causa de un hechizo. Al igual que sus padres hacía dieciséis años, Dumbledore había sido traicionado por quien creía un amigo...y había muerto.
Todas las personas a las que apreciaba o que conseguían hacerse un hueco especial a su lado acababan muriendo. Todos morían ¿por qué?.. por salvarle a él... él tenía la culpa. Una luz verde y los gritos de su madre; ese era el único recuerdo que tenía de cuando aún estaba con sus padres... se tapó los oídos, como intentando dejar de oír cosas que, sabía, estaban dentro de su cabeza.
Había vivido diez años aislado de su mundo, en una casa a la que no pertenecía, sufriendo abusos por parte de sus tíos y ni siquiera eso era castigo suficiente... tenía que haber muerto; así no habría puesto en peligro a nadie, así Ron, Hermione, Ginny... sus amigos no le habrían conocido, y no sufrirían al verle morir... porque iba a morir, de eso estaba seguro.
En realidad tenía pocos amigos... los verdaderos amigos se podían contar con los dedos de una mano... el resto de la gente le hablaba... si, pero sólo porque era famoso, porque había sido el único en no caer ante el avada... porque...

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora