Capítulo 51: Rosas Blancas

911 50 7
                                    

Frente a una chimenea ardiente, sobre la alfombra oscura del salón, aparecieron dos cuerpos abrazados. Resonó un suave plop antes de que todo quedase en silencio.

Se miraban a los ojos, sin decir nada. Harry sonreía, al comprender dónde estaban, y al ver esa sonrisa, Snape también sonrió un poco.

-¿Qué te hace tanta gracia?

La pregunta hizo que el chico se riese. Después soltó a bocajarro, con desparpajo:

-Pues que vamos a follar en tu casa. Nunca habría apostado por esto.

Severus rodó los ojos ante el comentario y no se molestó en contestarlo. Él tampoco habría apostado por ello, pero habían pasado tantas cosas por las que nunca se habría jugado ni medio knut, que había perdido ya la capacidad de sorprenderse. Se encogió de hombros y le cogió por las caderas, colocándose a su espalda.

-Usted primero, señor Potter -susurró en su oído, mientras le empujaba hacia la puerta del salón, jugueteando con su cuello, dejando pequeños besos y lametones sobre su piel.

Harry se estremeció, mientras sus pasos se dirigían solos hacia las escaleras, sin que él fuese consciente de nada más que esos finos labios, que le producían escalofríos, y le trasportaban lejos, cada vez más cerca de la locura.

Llegaron a la habitación. Era mucho más pequeña que cualquiera de las que había en la Fortaleza que acababan de abandonar, pero infinitamente más cálida. La cama, bastante grande para una sola persona, estaba cubierta por sábanas blancas y la adornaba una ligera colcha a cuadros en tonos azules. Harry se dio media vuelta con velocidad y, sorprendiendo a Severus, le atrapó entre sus brazos antes de dejarse caer de espaldas sobre el colchón. Ambos revotaron una vez en los insonoros muelles.

Aprovechando el leve desconcierto, Harry invirtió las posiciones y montó con rapidez sobre el otro cuerpo, de un pequeño salto, recibiendo como respuesta un jadeo de sorpresa.

-¡Te atrapé! -susurró entre dientes con cierta malicia, mientras se apresuraba a desabrocharle la túnica.

-Me dejé atrapar -matizó el aludido, con cierto orgullo, mientras imitaba sus movimientos con eficiencia.

Al cabo de pocos segundos, ambas túnicas formaban un pequeño bulto de tela a la altura de sus caderas. Un instante después, eran sólo dos oscuros montoncitos olvidados en ninguna parte de aquel suelo de madera.

Se miraron fijamente. Severus cogió ambas manos del chico con las suyas, pegó palma con palma y después entrelazó sus dedos. Harry sonrió mientras apretaba un poco. Severus tardó algunos segundos en devolverle la sonrisa.

-Me gusta tu nuevo look -susurró con voz grave, acariciándole un poco el reverso de las manos, con su dedo pulgar. Harry pareció confundido por unos instantes-. Las gafas -matizó.

-Fue Hermione -respondió el chico. De pronto había dejado de sonreír, una mueca de dolor atravesó su rostro. Severus se maldijo por ser tan inoportuno. Harry empezó a apretar sus manos con más fuerza, sin darse cuenta. Claramente, deseaba hacer una pregunta..., cuya respuesta no estaba seguro de querer conocer.

Severus se desembarazó del fuerte amarre y tomó su rostro con firmeza entre sus manos, manteniéndolo frente a él.

-Están vivos. Ella y Weasley. Deja de preocuparte -le dijo. Después añadió, en un susurro:- Por favor.

Estaba demasiado cansado de verle sufrir. Esa noche era suya y no quería que se la arrebatasen también.

-¿Cómo lo sabes? -Preguntó el chico, con una chispa de esperanza prendiendo en sus ojos de nuevo-. ¿Acaso no les viste?, ¿no estaban allí?

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora