Capítulo 20: Una Maldición, Un Nuevo Amigó

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Había pasado ya más de un mes desde el inicio de las clases y, en aquella segunda salida al pueblo, Draco Malfoy estaba con sus gorilas en las Tres Escobas tiempo después de que el trío dorado -o más bien dos de sus componentes- hubiese salido del local. Llevaba varios días queriendo hablar con él, con su némesis. No sabía muy bien el por qué de este deseo. Tal vez cada vez se sentía más amenazado en las filas del Lord; tal vez estaba empezando a pensar por sí mismo, alejándose con ello de la oscuridad... ahora que había visto muchas de las cosas que Voldemort era capaz de hacer para conseguir... ¿Para conseguir qué? No lo sabía muy bien, aunque seguro que eso no le había ayudado a la limpieza de sangre que tanto aparentaba ser su objetivo.
La imagen de Harry Potter tumbado en una ensangrentada cama intentando aparentar normalidad hacía mucho que poblaba sus recuerdos en las noches de insomnio.

Cuando se levantó, Grabble y Goyle ni siquiera le preguntaron nada, como era habitual sólo le seguían si él se lo ordenaba; pero por si acaso les avisó de que deseaba estar solo.
Salió del bar y se dispuso a buscarle. De pronto se preguntó por qué no estaría con sus amigos. Le pareció raro pues creyó recordar que en la anterior salida también había visto a Weasley y Granger solos... incluso recordaba haberles dirigido algunos insultos, cosa que había dejado de hacer cuando Potter estaba delante. No quería meter la pata en alguna discusión estúpida, pues podía decir algo que no desease. En el fondo aquello que había ocurrido con Harry no se lo deseaba, como solía decirse, ni a su peor enemigo.

Se preguntó si se habrían enfadado con él, pues haciendo memoria no recordaba haber visto al Trío dorado en su totalidad durante los últimos días, tal vez por lo de la marca... si era por eso, realmente esos Gryffindors no sabían ver más allá de sus propias narices... pero dejó de pensar en ello pues en el fondo era mejor para él. Así si le encontraba no tendría que hablar ante ellos, situación que habría sido de lo más incómoda.

Mientras caminaba por las solitarias calles un escalofrío le sacudió recordando la última noche del año anterior, cuando había estado a punto de... se estremeció. Aun no había matado a nadie. Y viendo lo que sintió aquella noche no creía poder hacerlo nunca. Ni siquiera a un muggle. Desde niño le habían educado para obedecer, era algo natural en él. Le habían educado en conocimiento del dolor y la sumisión; preparándole para la vida que le estaba predestinada. Pero no habían preparado su mente para matar a sangre fría, eso no lo habían conseguido. A pesar de estar educándole toda su vida como un futuro Mortífago. Precisamente por eso, por estar todo prefijado antes incluso de su nacimiento, el Draco Malfoy que llevaba dentro se revelaba cada vez más. Se revelaba, como adolescente que era, contra el orden establecido.

La gente de su edad siempre sentía aquello. Esa necesidad de ir contra todo y contra todos; era algo normal. Sólo que él se enfrentaba a la muerte o a algo incluso peor si se negaba a afrontar lo que desde niño le había estado reservado.

Mientras tanto, Harry Potter se encontraba andando por las calles del pueblo siguiendo a pasos rápidos el acelerado andar de cierto profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

-Simplemente alegaba que podía dejarme pasar algún fin de semana con mis amigos... no estaba insinuando que...

-¡Silencio, Potter! ¿Acaso te he ordenado que hables?

-No, señor -murmuró el chico mientras bajaba la cabeza y continuaba andando tras él.

Llegaron finalmente a las afueras del pueblo. Harry sintió un escalofrío al recordar que el fin de semana pasado había podido evitar que le violase en medio de un oscuro callejón sólo porque de pronto escucharon a Hagrid llamar a unos chicos de primero que correteaban por el lugar sin verles, gracias a un hechizo de ocultamiento. Voldemort había mirado la hora y había estimado que no tenían tiempo para eso.

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora