Capítulo 2: Nada Es Imposible

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Hacía unas dos semanas que Harry había llegado a casa de sus tíos después de aquel día y no parecía la misma persona que había salido de allí para visitar el lugar donde todo había comenzado para él. Ahora estaba mejor alimentado, hasta el punto de que ese notaba que comenzaba a ganar de nuevo los kilos que había perdido con el tiempo. Antes de visitar el Valle Godric no había realmente pensado en nada más; pero ahora que ya lo había hecho no paraba de pensar en cosas más recientes. Recordaba cómo Tío Vernon había ido a buscarle a la estación como cada año, y, también como cada año, en el número cuatro de Privet Drive no había habido ni bienvenidas, ni saludos, ni abrazos ni nada que indicase que un miembro de la familia había regresado a casa tras un año fuera de allí. No era que Harry esperase un cambio en la actitud de sus tíos... pero no podía entender como, según Dumbledore, eso podía llamarse "su hogar".

Pensar en Dumbledore le hizo tener que pararse en el ascenso hacia su habitación. Ni siquiera se había dado cuenta de que ya había terminado de recoger los cacharros de la comida y de que había salido de la vista de sus tíos... se obligó a apartar a Dumbledore de sus pensamientos, pero lo siguiente que pensó fue en su propósito de no volver al colegio para acabar sus estudios, total ¿de qué le iban a servir?
Había sido una difícil decisión, pero era lo mejor, para todos. Harry estaba cansado de que la gente corriese peligro sólo por tenerle aprecio. Sólo por estar a su lado... como Sirius, como Dumbledore... como todos.
Le dolía. En el fondo de su alma y en todo su corazón le dolía en extremo todo lo que había pasado. La imagen y el recuerdo del funeral de Dumbledore llegaron de nuevo a su mente, y se obligó a pensar que era lo mejor que podía hacer. No podía arriesgar a más gente en esa estúpida guerra. Tenía que acostumbrarse a estar sólo, no debía crearse una falsa sensación de protección...

Ahora más que nunca sabía cual era su objetivo, su condena, su destino... vencer a Voldemort. Aunque en realidad eso lo intuía desde su primer año en el colegio de magia, y lo sabía a ciencia cierta desde hacía un año... todo por una maldita profecía... una profecía que se aseguraría de cumplir, matando a Voldemort. Porque ahora sabía cómo tenía que hacerlo... Sabía por qué Voldemort no había muerto cuando su propia maldición rebotó contra él. Sabía que el alma de su enemigo estaba dividida. En siete partes.
Tenía que matar a Voldemort, destruyendo todos los fragmentos de su alma y finalmente el que estaba aun en el interior de su cuerpo, pero no por una absurda profecía, sino porque de verdad quería matarlo. Dumbledore había conseguido, no sin esfuerzo, que apreciase la diferencia entre él mismo y su eterno rival: Voldemort estaba condenado a seguirle e intentar matarle hasta la caída de uno de los dos, no así Harry, quien tenía el control sobre sus decisiones. Harry no quería matar a Voldemort por una absurda profecía, simplemente quería verlo muerto y, como bien le había dicho a su antiguo director, quería ser él quien lo matase.

Mientras cerraba la puerta de su habitación, la imagen de un pequeño libro llegó a su mente: El diario. Un séptimo del alma de Voldemort. Harry se encogió al recordar todo el daño que había hecho Voldemort a través del diario. Y aquello sólo era un séptimo de su alma... un estremecimiento recorrió su espalda mientras recordaba a Ginny. Tom Ryddle no había dudado en utilizarla para atraerle, sabiendo que era la hermana de su mejor amigo. No quería ni pensar en lo que podía haberle pasado... y más ahora que no veía a la pelirroja precisamente como la "hermana de su mejor amigo"... pero lo de Ginny tenía que acabar.
Sabía que le había hecho daño. Sabía que ella no consideraba sus motivos algo válido para acabar con la relación. Y no la culpaba. Había estado esperando mucho tiempo para poder estar a su lado ... demasiado tiempo para renunciar a él tan fácilmente...

En realidad nunca renuncié a ti. Aunque no lo parezca, siempre albergué esperanzas... Hermione me aconsejó que me olvidara de ti, que saliera con otros chicos, que me relajara un poco cuando tu estuvieras delante, porque antes me quedaba muda en cuanto aparecías...

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora