Capítulo 29: Verde Hogsmeade

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Abrió los ojos con somnolencia y se encontró con una vista difuminada. Parpadeó varias veces sin conseguir enfocar la visión, esforzándose en recordar dónde estaba y qué había pasado.
No fue capaz de recordar nada hasta pasados bastantes minutos, cuando difusos recuerdos comenzaron a llegarle. El guardapelo... su sangre... y el cúmulo final de energía, cuando al fin el alma de Voldemort había desistido en su intento de recuperar un sitio en el que resguardarse.

Suspiró volviendo a abrir los ojos y se le encogió el estómago al descubrir que seguía sin ver. Se incorporó ligeramente intentando posar la vista en la pared de enfrente, sin conseguirlo. ¿Y sí algo le había pasado a su vista? ¿Y si el guardapelo tenía alguna maldición como había tenido el anillo, que había afectado a la mano de Dumbledore? Sintió un escalofrío de miedo y se restregó los ojos, como pensando que ese simple hecho podría anular lo que fuese que le estaba pasando. Y entonces una risa nerviosa se apoderó de sí mismo al darse cuenta de que no llevaba las gafas puestas.
Las buscó desesperado por el suelo, con la vista, pensando que se le habrían caído al desmayarse. Y no las encontró. Bajó de la cama y gateó por el suelo sin preocuparse por nada más. De pronto recuperar sus gafas le pareció la cosa más importante del mundo, lo único que podía mantenerle cuerdo. Llegó al otro lado de la habitación, se topó con la pared y empezó a sentirse enclaustrado. Se puso en pie y se mareó. El verde y negro de la habitación empezó a desbordarle. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que no estaba en la habitación de Snape, sino que volvía a estar en la de Voldemort y entonces se dirigió apresurado a la mesilla, donde palpando encontró al fin sus gafas sin siquiera haberlo esperado realmente.
Se las colocó lentamente, con miedo, cerrando los ojos. Cuando los abrió sintió el mayor alivio que había sentido en mucho tiempo al ver cómo las cosas se perfilaban nítidamente a su alrededor. Poco a poco los latidos de su corazón se estabilizaron. ¡Serás estúpido, Harry Potter!, pensó cruelmente.

Se dirigió entonces a la puerta y la encontró cerrada. La sacudió con fuerza varias veces antes de darse por vencido. Suspirando con resignación se acercó a la ventana, dándose cuenta de que alguien -probablemente Snape- le había curado el corte de la frente y le había limpiado la sangre que seguro había quedado en su mano. Esperaba que Severus se hubiese encargado de hacer desaparecer el guardapelo. Intentando despejar el torbellino de pensamientos que por momentos invadía su mente miró por la ventana, durante horas, un cielo que cada vez estaba más oscuro, a medida que la noche se acercaba. Intentó no pensar en nada. Sobre todo intentó no pensar en todo lo referente a los acontecimientos ocurridos en los últimos días. Seguía asomado a la ventana cuando la puerta se abrió a su espalda. Su cuerpo se tensó con anticipación, como intuyendo que no era otro que Voldemort el que acababa de entrar. Cerró los ojos suavemente y respiró profundo intentando tranquilizarse.

Ese día, aunque él aún no lo sabía, empezaría su tortura. Una tortura que le llevaría a algo inesperado y de lo que ni siquiera sería consciente. Al menos no en un principio.

-¡Hombre! Si la bella durmiente ha despertado por fin.

Harry no se giró, sino que siguió observando el paisaje, que por otro lado no tenía nada de interesante. Nada que no hubiese visto ya durante las interminables horas que llevaba mirándolo.

-Ven aquí, Potter -dijo entonces Voldemort.

Tras esas palabras Harry sintió que no podía hacer otra cosa que acercarse a Él. Aun cuando todo su ser pretendía seguir mirando por la ventana. Durante las primeras centésimas de segundo estuvo a punto de exclamar por la sorpresa, pero entonces recordó algo y miró furioso su muñeca derecha, donde la plateada esclava descansaba, aparentemente inofensiva.
Cuando al fin llegó a la altura del Lord, dirigió su mirada hacia abajo. Cualquier cosa antes que ver la satisfacción en sus ojos. La burla en su rostro. El placer de saberle por completo sometido a sus deseos. Al darse cuenta de que cualquier cosa que Voldemort le ordenase -por horrible, vergonzosa, impensable, sádica que fuese- la cumpliría sin miramientos, tembló de miedo anticipado.
Sintió el aliento del Lord en su cuello, e intentó alejarse de allí instintivamente, pero no fue capaz de hacerlo pues al adivinar sus intenciones, el Lord le susurró un peligroso ni se te ocurra dar un solo paso.

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora