Capítulo 9: Este Es Mi Deseó, Harry Pottet

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No puede pensar en nada más que en el cuerpo sin vida que acaba de dejar atrás. Voldemort le ha sacado a rastras de la celda, sin siquiera dejarle reaccionar. Las lágrimas inundan sus ojos y sus mejillas. El cuerpo entero comienza a temblarle de impotencia y desesperación, la mente se cierra, negándose a asumir lo que ha presenciado. Aun no puede creerse que de verdad haya ocurrido. No es posible. Hermione no puede estar muerta; y menos aun por su maldita culpa.

Es guiado hasta la verde habitación que ocupaba cuando Snape fue a verle y en la que había dormido con el Lord. Sin embargo no se da cuenta de donde está hasta que es arrojado a la cama sin ninguna consideración. El brusco golpe contra el colchón le hace reaccionar, y la voz se le queda atascada en la garganta, agarrotada por el llanto, mientras ve como el Lord sube a la cama por los pies de la misma y desde allí, con ambas piernas rodeándole, lanza un fermaportus y un silencius a la habitación. Una habitación que no presencia lo que va a pasar desde hace más de dieciocho años.

Ve como Voldemort se estira hasta que su nariz le roza la oreja derecha, produciéndole una horrible sensación de asco y haciendo que todo el vello de su cuerpo se erice, y desde allí baja, dejando un rastro húmedo con su lengua hasta llegar a la barbilla, desde donde sube de nuevo pero por un camino aun inexplorado; hasta rozar los jóvenes labios que se mantienen firmemente apretados intentando disuadir a las nauseas que poco a poco van invadiendo todo su ser. El dolor de su alma aumenta exponencialmente cuando el alcance de lo ocurrido va tomando forma en su mente; pero a la vez va tomando plena conciencia de donde se encuentra. Y de lo que va a pasar a continuación.

Entonces Voldemort se incorpora repentinamente, con una sonrisa en los labios que a Harry le da miedo. El heredero de Slytherin sale de la cama por el lado izquierdo y se pone en pie. Desabrocha el cuello de su túnica haciendo que ésta caiga al suelo acariciando su pálido cuerpo, de poco más de dos años de vida. Tras hacer desaparecer sus boxers con un encantamiento agarra a Harry de la muñeca para sacarlo de la cama, pero éste está completamente paralizado, con los ojos desorbitados mira el pálido cuerpo de Voldemort incapaz de respirar. La angustia le ha invadido al saberse a su merced. No puede moverse, y cuando su cuerpo abandona la suavidad de las sábanas y el blando colchón, no consigue reaccionar a tiempo y cae de bruces al frió suelo.

Apoya las manos para levantarse, tras terminar de reabrochar su túnica, incapaz de admitir lo que sabe que va a pasar. Quiere creer que será capaz de impedirlo, pero ni siquiera es capaz de aguantar el Imperius que descubre dirigiéndose hacia su cuerpo.

Controlado por una fuerza ajena a él que hace años que no podía someterle, Harry se arrodilla en el suelo frente a Voldemort, sin siquiera llegar a levantarse del todo tras la caída. Un hilo de sangre sale de su nariz, producto del golpe que se ha dado al caer de la cama. Pero él ni siquiera lo siente; pues sólo es capaz de concentrarse en que su cara está cada vez más cerca y en que él no la está moviendo. Cierra fuertemente los ojos y al fin es capaz de volver en si. Pero inmediatamente comienza a desear no haberse resistido al Imperius; haberlo hecho inconscientemente, pues sabe que finalmente acabará haciéndolo.
Aleja su cabeza del cuerpo desnudo de Voldemort, que le dirige entonces una mirada que Harry conoce muy bien. Ahora vendrá su amenaza. Y será una buena.

Sin embargo Harry espera infructuosamente que las palabras salgan de la boca del que ha destrozado toda su vida, no es una amenaza verbal... pero Harry lo comprende demasiado tarde: cuando se ve de nuevo en la verde cama.

Trata de escapar, pero, tras unincarcerus pronunciado quedamente y con voz ronca por el hombre que está observándole, unos firmes cuerdas aparecidas mágicamente atan sus muñecas y sus tobillos al cabecero y al pie de la cama. De forma tan tirante que Harry sólo puede apoyar en el colchón parte de la espalda. Cuando un completamente desnudo y sonriente Voldemort vuelve a subir al colchón, Harry es consciente de que necesita aire y deja de contener la respiración. Traga saliva mientras Voldemort se sienta a horcajadas sobre sus separados muslos y lleva sus manos hacia el cinturón de tela negra con bordados de plata. Harry intenta mover las piernas, pero están completamente inmovilizadas. Las manos de Voldemort han desatado ya el nudo del cinturón, y se dirigen al broche de plata a la altura del cuello.

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora