Capítulo 30: Entre Dos Tierras

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Todos festejaban emocionados. Los Mortífagos, aun con las túnicas manchadas de barro o rasgadas por los enfrentamientos ocurridos hacía escasas horas, reían y brindaban eufóricos.
Voldemort se paseaba por el lugar, complacido al notar las inclinaciones que provocaba a su paso. Severus Snape hablaba suavemente con Draco Malfoy, quien estaba nervioso, como siempre después de alguna batalla. A su lado Lucius Malfoy le palmeaba orgulloso la espalda.
Y mientras todo esto ocurría, Harry Potter se acurrucaba sentado en el suelo, olvidado en una esquina del gran Salón. Lágrimas saliendo de sus ojos sin ser notadas, mientras el chico fijaba su mirada, completamente ausente, en sus propias rodillas.

La noche pasaba lentamente para él. Y cuando al fin todo el mundo hubo salido del lugar, quedando solamente él y su peor enemigo, se hubiese asombrado al ver que no eran más de las cuatro de la mañana. Se hubiese sorprendido de haber sido capaz de reaccionar y de saber dónde estaba, qué había pasado o por qué estaba llorando en el suelo. Pero lo cierto era que no sabía nada.

No opuso resistencia alguna cuando el Lord le obligó a ponerse en pie agarrando la capucha de su túnica. Ni tampoco cuando tiró de él llevándole a la salida, pues no sintió ninguna de las dos cosas.
Llegaron a la habitación de Voldemort en pocos minutos, y Harry no vio la verde cama frente a sí, ni sintió el posesivo y firme abrazo del Lord desde su espalda.

Voldemort capturó sus labios en un ansioso movimiento, y cuando le pegó a su cuerpo, Harry no sintió su erección apretando contra él. De pronto estaban tumbados en la cama. Harry no reaccionaba. Estaba en un estado de completa abstracción. No conseguía discernir el momento presente del pasado. No diferenciaba la realidad de la alucinación. No reaccionaba ante el asqueroso toque de Voldemort. No se dio cuenta de que estaba desnudo, y tampoco se dio cuenta de que Voldemort le arañaba el torso ansiosamente.

Seguía mirando al techo sin reaccionar cuando de pronto Voldemort comenzó a sacudirle los hombros. Pero él no lo notó. Ni tampoco notó la bofetada, ni la maldición. Estaba completamente encerrado en sí mismo. Su mente no se abría a ningún estímulo externo, ni siquiera al miedo o al dolor.

Fue lanzado repentinamente al suelo por un enfurecido Voldemort. La excitación había sido completamente olvidada y sustituida por el odio. No era divertido someterle si el chico ni siquiera era consciente de dónde estaba.
Le gritó, le amenazó, le maldijo, le zarandeó, y no consiguió nada. Absolutamente nada. Empezó a pensar que se había vuelto definitivamente loco, que los acontecimientos recientes habían podido con él.
Finalmente se encogió de hombros pensando que realmente no importaba, y se dirigió a la cama, dejándole en el suelo. Ya no tenía ganas de lo que le había llevado allí en un primer lugar. No si Potter se dejaba hacer sin una lágrima, o derramándolas inconscientemente como era el caso, lo mismo daba. No si no arrancaba de sus labios una mísera queja, gemido de dolor o súplica desesperada.

Horas después, Voldemort seguía despierto, y Harry parecía haber reaccionado al fin, pues de pronto se levantó y cogió su túnica del suelo para cubrir con ella su cuerpo.
Pensando que Voldemort estaba dormido, el chico salió en silencio de la habitación. El Lord no hizo nada por impedirlo. Estaba cansado y no le apetecía levantarse. Intentó concentrarse en los gritos que había escuchado horas antes en el pueblo, para ver si ese relajante sonido conseguía hacerle dormir.

Mientras tanto, Harry vagaba por el pasillo, empezando a notar por primera vez en toda la noche su estómago revuelto.
Recordó como en un sueño cual era la habitación que buscaba, dos puertas a la derecha en este pasillo, y entró en ella sin llamar.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de la luz de las antorchas que iluminaban los pasillos, pudo distinguir una forma en la cama. Pero se dio cuenta de que no estaba dormido, pues justo en ese momento la silueta se incorporó hasta quedar sentada.

Secuestrado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora