“La leyenda cuenta que hace mucho tiempo existieron dos amantes cuyo amor fue la envidia de fuerzas divinas, Destino, quien siempre anheló un amor como el de los amantes, se negó a la felicidad de la pareja y sentenció que aquel romance no podría ser, engañó a la mujer diciendo que si tomaba un baño de Luna durante la sexta luna llena del año su amor perduraría por toda la eternidad, la mujer creyó en las palabras de Destino y sin decir nada a su amado esperó la sexta luna llena, llegada la noche esperada, la mujer se dirigió hacia lo más profundo del bosque para cumplir el ritual, un hechicero errante advirtió al hombre sobre las malas intenciones de Destino, el hombre corrió detrás de su amada con la esperanza de impedir la treta, pero para su llegada, ya era demasiado tarde, la mujer había consumado el ritual y su alma había sido consumida por la Luna, en su dolor juró buscar eternamente reencontrarse con su amada, el hechicero errante tuvo lástima por la pareja y le concedió al hombre la posibilidad de perseguir eternamente a su amada, encontrándose brevemente cada cierto tiempo, fue así, como el Sol persigue eternamente a su amada Luna, y cada cierto tiempo él la encuentra a ella de día y de noche provocando eclipses que demuestran a Destino que su amor será infinito”
Los Emperadores Hendrik y Alexandra de Renance dieron la bienvenida a los Herederos Aden, Aither y Ackley una hermosa noche de invierno.Se dice que el primer Heredero nació rodeado de un aura ardiente como una flama incandescente que derritió la nieve de aquel invierno, el segundo Heredero nació en equilibrio, llenando los corazones de justicia y equidad, su presencia limpió los cielos de las nubes que impedían la luz y la belleza de la noche, y el tercer Heredero nació de la Luna, luz fría y misteriosa que regresó el invierno a lo que debía ser.
El canto de los tres Herederos se volvió popular entre el pueblo de Renance, decían que los niños crecerían para ser íconos de la nación, un Guerrero, un Gobernante y una Bruja.
Lexi y Hen trataron alejar a los niños de las habladurías, que aunque sabían que no tenían malas intenciones, podían poner una gran presión sobre sus jóvenes hijos, principalmente sobre el menor, Ackley, se le había cedido el título de “Bruja”, Renance veía en Ackley la posibilidad de tener su propio Isver Greengrass, un poderoso ser mágico que podía llevar al país a un nuevo nivel de avance como ocurrió con Isveria en su momento, todos estaban a la expectativa de que el niño demostrara los poderes mágicos que ellos deseaban, “La Bruja de la Luna” sólo era cuestión de tiempo.
Con el nacimiento de Zula, la última hija de la pareja, las habladurías se detuvieron un poco, ya sólo se hablaba de un ángel de Renance, y los planes del pueblo volvieron a formarse, si el ángel de Renance se casaba con un Heredero de Isveria, entonces tendrían la mejor alianza política, los cielos lo habían decretado al permitirle a los Reyes de Isveria un único hijo, casualmente, nacido el mismo día que Zula.
Nuevamente, los Emperadores cuidaron los oídos de la Princesa para que no sintiera la presión de un matrimonio por conveniencia, a raíz de este temor creciente de los Emperadores, los cuatro Herederos de Renance se vieron obligados a vivir su juventud limitados a los muros del Palacio.
La situación rompía el corazón de la Emperatriz de espíritu libre, y del Emperador con sangre de aventurero, pero temían que esa era la única solución para evitar el pesar de sus hijos.
Con el pasar del tiempo, sólo uno de los protegidos de los Emperadores tuvo la libertad de entrar y salir del Palacio, el mayor, el rubio de ojos oscuros, Bhesher Darvin, el único sobreviviente del linaje Darvin, un niño huérfano criado por los Emperadores como propio.
La vida había sido difícil para Bhesh, su apellido lo marcaba como una maldición, en las calles continuamente lo veían y se cuestionaban si era buena idea que un hijo de esa familia maldita rondara a los queridos Emperadores y Herederos, le valían insultos y algunos atentados, pero eso sólo hizo que el chico afilara sus sentidos y agilizara sus movimientos, a sus diez años Bhesh era astuto, ágil, tanto que despertó el interés en el General del ejército, el Duque Indhigo.
Bhesh trepó las enredaderas de los muros del Palacio, evitando las puertas principales para ahorrarse los reproches de sus cuidadores, la tía Alexandra solía suspirar con pesar cuando lo veía llegar con los pantalones rasgados y el cabello lleno de lodo, este día no era la excepción, y para evitar los sermones, tan solo entraría a su habitación en silencio, se limpiaría y entraría al comedor como si nada hubiese ocurrido.
Lo más silencioso posible entró al jardín trasero, muy cerca estaba el ala del Palacio a su habitación, estaba a nada de la victoria, pero después de sólo un par de pasos, un par de ojos grises acusatorios lo acuchillaron.
- Si mamá te ve, estará muy molesta- la voz de la pequeña Zula de seis años sonó aguda en sus oídos, la niña de largos cabellos azules como los de su padre, lo miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho, para ser una niña pequeña, era más alta que el promedio, y su cuerpo no parecía tan débil como el de la mayoría de las niñas del reino, Zula prometía ser la representación del pueblo del Emperador, una casta de seres grandes y fuertes.
Bhesh suspiró, había estado tan cerca, pero ahora se enfrentaría a la peor de la familia, nadie lo sacaba más de quicio que Zula, un pequeño tic de fastidio se presentó en su rubia ceja.
- ¿Y qué harás?, ¿Le dirás a mami que escapé? – dijo Bhesh, Zula puso los ojos en blanco.
- No me tientes, que sabes bien que lo haré si me fastidias- sentenció la niña, Bhesh chasqueó los dientes y con el ceño fruncido y gesto retador se acercó a la chica dispuesto a comenzar una riña con la niña que lo desafiaba sin temor, mas, una voz los detuvo.
- ¿Bhesher? – dijo una voz fina como el viento y gélida como el hielo, ambos niños bajaron sus instintos salvajes.
- Hermano- llamó Zula con voz dulce.
- Ackley- Bhesher lo llamó con poco aliento.
Ackley, de nueve años, se acercó a ellos con paso ligero, como si levitara, su cabello era casi blanquecino con reflejos azules, y sus ojos grises azulados felinos, parecían dos diamantes, su presencia generaba una confusa sensación de temor y respeto, y tal como su hermana, su genética lo favorecía, alto para su edad, menos corpulento que sus hermanos, pero su cuerpo presagiaba que en un futuro su fuerza no sería menor a la de su estirpe.
- Volviste a escapar- señaló Ackley.
- Es martes de especial de naranjas en el mercado- se excusó Bhesh con una sonrisa sacando grandes y redondas naranjas de un bolso viejo que cargaba, los ojos de Zula brillaron.
- ¡Uju naranjas! – exclamó la chica tomando una.
- ¿Planeas sobornarnos con fruta? - cuestionó Ackley, la sonrisa de Bhesh se borró de inmediato y bajó la mirada.
- No, claro que no- dijo Bhesh con voz seria, una melodiosa risa lo hizo levantar la mirada, Ackley reía divertido.
- Vamos, no perdamos más el tiempo, Madre se dará cuenta- concluyó Ackley haciendo una seña con la cabeza para acompañar a Bhesh de regreso a su habitación, a lo lejos escucharon la voz de Lexi acercándose, los niños se alarmaron.
- Yo la alejaré, apúrense- sentenció Zula entregando la naranja a Bhesh, la fruta los delataría si se la quedaba, los niños asintieron y emprendieron su carrera hacia la habitación.
A lo lejos escucharon a Zula encontrándose con Lexi, hablando banalidades, jugueteando, creyeron estar a salvo, mas, una voz interrumpió su carrera.
- ¿Huyendo de nuevo Bhesher?- la voz del Duque Indhigo los detuvo en seco.
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Herederos del Sol [Poema de Creación y Destrucción]
FantasyAlgunas leyendas son más que eso y Bhesh Darvin desafiará al mismo Destino en nombre de la paz y un infinito amor