Primera Mujer

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Los lugareños de Batteri, en su júbilo, distrajeron a los visitantes sin cuestionar su procedencia, danzaron, ofrecieron bebida y comida, Zul, Noah y Aither fueron los primeros en adaptarse, mientras Bhesh se alejó del bullicio y se encontró con un grupo de niños escuchando atentos las historias de un anciano, el anciano parecía relatar mitos y leyendas, emocionado contaba la historia de la Guerra de los Cuatro Vientos, Bhesh se sentó cerca de ellos y escuchó, tal vez el anciano tendría información.

De nuevo en el auge de la fiesta,  Aden miraba a su alrededor con desconfianza, ubicó a sus hermanos despreocupados con aquellos desconocidos y con el niño Crawford, a Bhesh no lo encontraba cerca, estaba alerta, ¿acaso era el único que pensaba que debían ser cautelosos?

- ¿El visitante no la está pasando bien?- una voz grave femenina le habló a sus espaldas, Aden se giró de inmediato para encontrarse con una pequeña figura curvilínea, morena de rizado cabello oscuro y brillantes ojos plateados sonriéndole curiosa.

El chico no pudo evitar ponerse nervioso ante la mujer.

- Estoy bien, gracias señorita.- Aden hizo una torpe reverencia con toda intención de marcharse.

- En ese caso no le importará bailar conmigo.- dijo la mujer tomándolo de la mano.

Aden no pudo responder, en tan solo unos segyndos ya estaba cerca de la fogata con la desconocida bailando a su alrededor, la mujer estaba descalza, vestida con una larga falda suelta color verde esmeralda, una blusa de manta blanca descubierta del torso y sobre su abundante y rizado cabello una corona de flores.

- Lo siento... yo, debería estar buscando a mis hermanos.- dijo Aden con cierta inseguridad en su ronca voz.

La chica sonrió.

- Ellos están bien, se están divirtiendo, tú también deberías divertirte.- insistió la mujer.

- ¿Qué celebran?- preguntó Aden algo confundido.

- En Batteri todos los días son para celebrarse.- rió la chica.

- ¿Esto hacen todas las noches?- preguntó Aden sorprendido, la mujer negó con la cabeza divertida.

- Hoy es el primer día de la cosecha, eso se celebra.-

Aden asintió aún viendo a su alrededor.

- Soy Leo, ¿cómo te llamas?- dijo la chica.

- Aden-

- Muy bien Aden, sé un buen caballero y baila conmigo.- insistió Leo, Aden suspiró, miró a sus hermanos  genuinamente estaban disfrutando, solo él estaba tenso, tal vez, no estaría mal distraerse un rato.

Tomó a Leo de la mano y la dejó guiarlo en el baile comunitario, poco a poco sus preocupaciones fueron opacadas por el brillo de esos ojos plateados y aquellos rizos oscuros.

El anciano mandó a los niños a sus casas o con sus padres, pero Bhesh no se movió, el ancianó suspiró amable.

- Tienes preguntas, viajero.- aseguró el anciano.

- Demasiadas.-

El hombre se sentó con dificultad a lado de Bhesh.

- Tal vez pueda ayudar, dime.-

Bhesh meditó un momento con qué empezaría.

- ¿Qué sabe de Lilith?- preguntó Bhesh, el anciano lo miró algo conflictuado.

- ¿La infame Primera Mujer?, bueno, debo admitir que me sorprendiste con esa pregunta...- el hombre se preparó para la respuesta que daría a Bhesh. -... dicen que fue la primera mujer que el Supremo Dios creó para Adam, pero resultó distinta a como creían, generaba cierto temor entre los animales y el mismo Supremo, por lo que se deshizo de ella y en su lugar ofreció a Adam un ser similar pero más puro, Eve, no se sabe mucho de lo que ocurrió después con Lilith pero cuentan que tanto Adam, como Eve y el mismo Supremo evitaron mencionarla de nuevo, por ello, aquí en Midbermonth, en cualquier reino, está prohibido utilizar el nombre, he escuchado que incluso en el Inframundo se sigue esa regla, parece que nadie se atreve a subestimar a aquello que el mismo Supremo Dios parecía temerle.-

Bhesh reflexionó.

- Pero eso supuestamente ocurrió hace miles de años, si existieron, entonces ellos debería estar muertos, ni siquiera el polvo quedaría de ellos.-

El anciano se encogió de hombros.

- En algunos textos hacen referencia a que tal vez Adam, Eve y Lilith no eran como nosotros, que ellos eran más como recipientes físicos de fuerzas más grandes.-

- ¿Como cuáles?-

- Eso sí no sabría decirte muchacho, conozco solo el folclore, no soy un investigador.-

Bhesh suspiró, sentía que la respuesta la tenía en la punta de sus dedos.

Pero tal vez el hombre le podía dar una respuesta más.

- ¿Sabe dónde puedo encontrar a una tal Leonora de Vaegarus?- preguntó Bhesh.

El anciano sonrió.

- Tal vez ella ya los encontró a ustedes, muchacho.- aseguró el hombre con cierta travesura.

Bhesh frunció el ceño y se puso de pie, ¿los encontró?, ¿donde?.

Se alejó del anciano en busca de sus compañeros, el anciano lo miró marcharse con una ligera risa.

Aden y Leo seguían bailando, pero parecían ya exhaustos, Aden se detuvo para tomar aire.

- ¿Quién diría que bailar es más cansado que entrenar?- se quejó Aden, Leo soltó una carcajada.

- Ven, vamos a que recuperes el aliento "Grandote"- dijo Leo, Aden siguió a la mujer a una tienda improvisada.

Mientras Leo buscaba unos vasos, Aden curioseó el lugar.

Se encontró con cuarzos, cartas tarot y varias yerbas en frascos, era como una clase de adivina, nada sorprendente para un grupo ambulante, el chico se sentó en la cama que estaba al fondo de la tienda para descanzar de sus piernas punzantes.

Leo se acercó con dos vasos de vidrio y una botella de vino.

- Cuéntame más de tí Aden.- dijo Leo se tándose a lado del chico antes de servir el vino.

Aden lo dudó un momento.

- Vengo de Renance, buscando a mi hermano.- resumió Aden omitiendo las conduciones de aquella aventura.

- ¿A qué te dedicas?, eres muy fornido.- continuó Leo mientras tocaba el brazo de Aden de forma sugestiva, el chico se sobresaltó un poco, realmente nunca había tenido ningún acercamiento con alguna mujer en sus casi 19 años, a diferencia de Leo quien parecía ya tener experiencia.

- Entreno en el ejército.- dijo nervioso.

- Uh, militar, las chicas deben revolotear a tu alrededor.- dijo Leo con sonrisa pícara paseando sus dedos sobre la pierna de Aden.

El chico se puso de pie de un salto.

Leo lo miró algo sorprendida.

- Oh, vaya, está bien, supongo que no quieres.- dijo Leo con cierta incomodidad.

Aden jugueteó con su vaso con gesto conflictuado.

- No... bueno, sí, solo que yo...- dijo el chico con dificultad, Leo lo miró con detalle, era muy alto, fuerte con gesto duro pero en ese momento parecía más suave y vulnerable... adorable.

La chica se puso de pie y se acercó a él.

- No te preocupes, estás seguro aquí.- murmuró Leo acariciando los rojizos mechones del cabello de Aden, el chico no pudo negarse despues de eso.

Un tímido beso cálido marcó el inicio de esa noche. Rápidamente, las inseguridades cayeron junto con la ropa.

Herederos del Sol [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora