Brindis

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Bhesh se acercó a sus amigos quienes seguían danzando alrededor de la fogata con los lugareños.

- Tengo que hablar con ustedes, ¿dónde está Aden?- preguntó Bhesh a Aither, el chico sonriente se encogió de hombros.

- No lo sé hombre, apaga ese grillito de consciencia y baila conmigo.- dijo Aither divertido tomando a Bhesh de las manos, el rubio frustrado trató de detener a Aither pero el chico seguía dando vueltas con pequeños saltos.

Noah los vio y notó el gesto de Bhesh, extrañado se acercó.

- ¿Pasa algo?- preguntó.

Bhesh suspiró con alivio.

- Detente Aither, escúchame, hasta el niño de Isveria presta atención.- reprendió Bhesh, Aither se detuvo chasqueando los dientes, pronto Zula se acercó.

- ¿Qué ocurre?- preguntó Zul.

- Necesitamos encontrar a Aden, la Bruja está aquí, temo que ya la conocimos y no nos dimos cuenta.- resumió Bhesh.

- ¿Quién te lo dijo?, ¿la voz de tu cabeza?- preguntó Aither, Bhesh lo miró con fastidio.

- Tal vez debamos separarnos para encontrar a Aden.- sugirió Noah.

Los chicos asintieron, sin embargo, antes de que llevaran a cabo su plan de búsqueda, un hombre y una mujer de la comunidad se acercaron con vasos de un líquido dudoso, alegres les dieron un vaso a cada chico, ellos se negaron pero la pareja insistió, mirando a su alrededor, toda la comunidad tenía su vaso.

- ¡Es tradición!,  rindamos como comunidad por una buena cosecha.- explicó la mujer.

Los chicos intercambiaron miradas, eran intrusos en esa comunidad y aún así eran bienvenidos, lo menos que podían hacer era colaborar con los pequeños detalles, ¿qué podía salir mal?

Junto con los lugareños, los chicos alzaron su vaso y tomaron de un trago aquel líquido con sospechoso olor a yerbas.

Listo, ya habían participado, era momento de encontrar al hermano mayor, sn embargo, fue cuestión de un par de segundos, la vista de los chicos se volvió borrosa, las luces más brillantes, las sensaciones más vivaces.

Bhesh sabía que debía encontrar a Aden pero no podía despegar la vista de sus dedos que parecían bailar y desprenderse de su cuerpo, los miraba con asombro, como si fuese la primera vez que miraba sus manos.

- ¡Wow!, todos bailan más lento.- rió Aither mientras se unía al grupo para "bailad lento".

- Las estrellas son de colores, ¡mira Noah!, ¡esa es verde!- exclamó Zul asombrada.

Noah miró al cielo con el mismo asombro.

- ¡Puedo olerla hasta acá!, ¡huele a menta!- sonrió Noah.

- ¡Siii!- afirmó Zula emocionada.

Bhesh miro a sus amigos con gesto de fastidio, después su mirada se encontró con un hombre a su lado, con el mismo gesto de fastidio, era un hombre de su estatura, piel bronceada, cabello corto color caramelo, y ojos del mismo tono, vestía con pantalón y camisa de lino blanco con un chaleco de piel café y largas botas cafés, parecía mayor a ellos, un adulto joven en sus treintas y también lucía consternado por el estado de los chicos.

El hombre miró a Bhesh de pies a cabeza.

- Mierda.- se quejó el hombre, de inmediato Bhesh reconoció la voz, era la voz de su cabeza, la voz de los árboles.

Bhesh miró al sujeto extrañado, definitivamente lo que sea que hubiera tomado estaba fuerte si ahora alucinaba una cara para esa voz.

- Mierda.- repitió Bhesh antes de tumbarse al suelo y perder la consciencia.

Herederos del Sol [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora