Aden se dicidió a abalanzarse hacia Lilith con espada en mano, pero Leo lo detuvo.
- Ah-ah, no querido, no querrás terminar como tus amiguitos, haz caso a la Bruja y quédate quietecito ahí donde estás.- Ley se burló de Aden mientras caminaba de un lado a otro como león acechando a su presa.
- Debemos poder hacer algo.- murmuró Aither a Leo.
- Sólo los seres mágicos podemos atravesar el Valle.- dijo Leo, de nuevo repitiendo las palabras de Adam. - Pero acercarme yo sola, no tengo el poder para enfrentarme a ella.- dijo Leo.
Los chicos chasqueron los dientes frustrados.
- La Bruja tiene razón...- dijo Ley desde el otro lado, había escuchado incluso los murmullos del grupo.- ... tampoco creo que quieras arriesgarte con aquella cosita mágica que crece dentro de ti.- soltó Ley en tono de burla.
Leo quedó perificada y Aden palideció, incrédulo miró a Leo interrogante.
- ¿Es cierto?- preguntó el pelirrojo, Leo enmudeció.
- ¿Qué cosa?, ¿pasó algo que no nos enteramos?- cuestionó Aither.
Ley rió de nuevo.
- Ya diles Bruja, diles que de ti crece un Heredero de Renance, que claro, sabes las reglas, no me gustan las Brujas, tienen esa mala costumbre de meterse en mis asuntos aún muertas, como esa sucia Bruja de Caesias, que ahora me tiene con su espíritu encarnado respirándome la nuca, odiosito el principito de Gasostorm...- Ley divagó.- ...en fin, Bruja, sabes que esa cosa no puede nacer, y tan pronto salga de este bonito niño iré por ti, así que anda, dile al "Niño de Sol" de Renance que será papá, aunque sea por unas horas.- la crueldad con la que Lilihablaba a través de Ley era abrumadora.
Al sentirse acorralada, Leo no tuvo mayor opción que confesar.
- Lo siento, no quería decir nada hasta que terminaramos con esto.- dijo Leo con un nudo en la garganta.
- ¿Porqué?- cuestionó Aden.
- Creí que sería una distracción, una preocupación innecesaria.-
Aden acarició uno de los rizos de la cabellera de Leo.
- Una distracción no, una razón más para destruír a esa arpía.- afirmó Aden con dulzura, Leo le dirigió una sonrisa triste.
- Ouch, "arpía", eso fue hiriente...- se burló Ley.- ... bueno, ya que estamos inspirados, y tenemos tiempo que matar, divirtámonos un poco.- dijo Ley antes de chasquear los dedos.
El claro se mantuvo en un espectral silencio en el que sólo escuchaban sus propios latidos y respiraciones, hasta que los arbustos y árboles comenzaron a moverse, varios gruñidos comenzaron a acercarse, y a su alrededor, cuatro zorros lunares aparecieron, tan grandes y feroces como los anteriores.
Sin poder evitarlo, los chicos sintieron que la sangre les bajaba hasta los pies.
No tenían mayor opción que pelear, alzaron sus espadas, hachas, tensaron sus arcos, Leo encendió fuego a cada arma y se prepararon para la lucha.
En el centro, Bhesh y Noah vivían su propio trance.
Bhesh caminaba extrañado en el claro, se maldecía por haber caído en la trampa, debía salir de ahí pronto.
Entonces, una voz le llamó la atención.
- ¡¿Sabes cuál es tu problema?!, que anhelas aquello que no puedes tener, y ver que otros lo logran te quema de envidia.- Bhesh reconocía esa voz, era Adam, el chico se giró buscando al espectro.
Ahí estaba frente a él, a un par de metros, Bhesh se detuvo a analizar la escena.
Era Adam discutiendo con una mujer morena vestida de verde, con ojos plateados como los de Leo, había una joven de cabellos blancos en el suelo cerca de ellos, justo sobre uno de los charcos de sangre, sangre que no pertenecía a ella, ella yacía pálida e innerte mas no parecía haber muerto por alguna herida, estiraba la mano hacia algo, o mas bien alguien, era un hombre, de cabello cobrizo que también parecía haber muerto de lo mismo que la chica.
- Yo no envidio a nadie, yo soy Destino, yo elijo que amores prosperan y cuales no, ¿qué te importa a tí si tomé la vida de estos dos?- dijo la mujer.
"Destino" reflexionó Bhesh, esa mujer, era Lilith.
- Lili, esto no es una elección justa ni objetiva, lo hiciste porque Hallek la eligió a ella y no a ti...- señaló Adam cada vez mostrándose más frustrado.- ... lo sigues haciendo, con Eve, con Mila, la Brujas de Génesis Universo, eso no hará que yo vuelva a ti, o que Thedaius en algún momento lo considere, no vas a ganar amor con muerte y crueldad.- dijo Adam con cierta melancolía, parecía como si Adam sintiera lástima de Lilith, tal vez por los años compartidos o por el amor que alguna vez existió, pero por su parte, Bhesh solo veía a una sociópata con demasiado poder, y una razón más para detenerla por completo.
Lilith miraba a la pareja en el suelo, su mirada era vacía, no había remordimiento.
- No es culpa mía que ustedes jueguen conmigo, yo les ofrezco todo y ustedes siempre eligen a otra, tan débiles se sienten que eligen a una más insignificante que alce su frágil ego, alguien tiene que enseñarles a valorar.- dijo Lilith convencida.
El gesto de Adam demostraba que no deseaba hacer nada en contra de Lilith pero no tenía mayor opción, el hombre recitó unas palabras en un idioma desconocido para Bhesh y los cuerpos de la pareja se convirtieron en esferas luminosas, Adam tomó a Lilith del brazo con fuerza, el agarre fue tan sorpresivo para Lilith que no pudo zafarse a tiempo, las esferas luminosas giraron alrededor de Lilith y Adam hasta que su luz los consumió desvaneciendolos, al final, las esferas se alzaron al cielo, una dorada y otra plateada.
- Los Espíritus del Sol y la Luna.- recordó Bhesh.
Fuera de su ilusión, en la realidad, los cuatro chicos seguían peleando contra los zorros, varias heridas ya les prometían cicatrices, si es que sobrevivían.
Adam trataba de pensar que hacer para poder ayudar, hasta que la respuesta apareció ante sus ojos.
¿Cómo había logrado Ackley cruzar el claro pero Bhesh no?, por su puesto, Lilith estaba dentro de él, Lilith era el ser mágico que podía cruzar, tal vez, si él hacia lo mismo podía sacar a Bhesh del trance y unirlo a la batalla.
Sin la certeza de que funcionaría, Adam se dirigió a Bhesh aprovechando la distracción de Lilith.
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Herederos del Sol [Poema de Creación y Destrucción]
FantasyAlgunas leyendas son más que eso y Bhesh Darvin desafiará al mismo Destino en nombre de la paz y un infinito amor