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-¿De qué conoces a Tara?- pregunto.

-Nos hemos acostado varias veces- se encoje de hombros y se mete un puñado de ositos en la boca. Siento un martillazo en el pecho -Mi turno, ¿como coño sales con un patán como Pharrells?- pregunta.

-Es buen tío- me encojo de hombros ahora yo.

-¿En serio, Iris? ¿Es tu novio y lo primero que se te pasa por la cabeza para definirle es decir que es buen tío?- estalla en carcajadas y de nuevo corro a taparle la boca, hasta que su risa se calma, y a mi misma también me provoca un poco de gracia este hecho.

-Eh, eh, es una pregunta por turno, no tres- le recuerdo -¿De qué conoces a mi ex?- le pregunto.

-Así que tu ex, eh- eleva una ceja y golpeo su hombro mientras suelta una risita.

-No es gracioso- le digo -Responde- le pido.

-Un amigo mío y uno suyo se pelearon en verano, ahí supe quien era- me cuenta.

-¿Qué amigo?- le pregunto, alguno de los chicos, seguro.

-Es una pregunta por turno- se burla de mi imitando mi voz, pero con un tono demasiado agudo.

-Yo no tengo esa voz- me quejo y él se ríe.

-Claro que sí- estamos el uno en frente del otro. Demasiado cerca pero nada incómodo, o al menos, no lo parece ni para mi ni para él.

-¿Que es todo eso de que te has peleado con Pharrells por culpa de una tal novia mía, que por cierto, aún no sé quien es?- me pregunta él.

-Ayer la tonta de 'nombre de perro' se presentó en la puerta del restaurante dónde estábamos cenando y empezó a...- me corto, no voy a decirle que empezó a decirle cosas sobre él y yo, que por cierto, ya tengo pensada la siguiente pregunta -A soltar mierda por su boca, mierda que él creyó  cierta- y en parte, es verdad lo que digo, solo que omito que esa mierda tiene que ver con él y conmigo.

-¿Nombre de perro?- ambos reímos mientras se lo cuento.

-¿Por qué le has contado todo lo que hemos echo a Tara?- le digo seria.

-¿Qué?- su risa cesa y se desubica.

-Yo no le he contado absolutamente nada a nadie, ella ni s quiera debe saber que te conozco- me dice.

-Bien, pues lo sabe- veo como él rumia. Tras varios segundos mirándome serio acorta un par de centímetros y finalmente esboza una sonrisa.

-¿Es por eso que se enfadó tu novio?- me sonrojo.

-No te voy a contestar a eso- le aviso y su sonrisa se hace más grande todavía.

-Tranquila, me doy por respondido- coloco un mechón detrás de mi oreja y le miro de reojo, pero no directamente.

-¿Qué hay en esa bolsa?- le pregunto mirando la bolsa con asas de papel.

Agarra la bolsa y saca de esta un oso de peluche gigante color blanco, precioso. Me lo enseña.

-¿Te gusta?- asiento sorprendidísima -Es para la chica que me gusta, necesitaba el visto bueno de alguna mujer- y sí, de nuevo el pecho me martillea.

Es como si me hubiese caído un balde de agua fría encima.

-Oh, vaya...- creo que se me nota demasiado la decepción en la cara, tengo que estar blanca -Le encantará, seguro- le digo.

-Genial- lo guarda realmente emocionado en la bolsa y la coloca de nuevo en el suelo.

¿Si le gusta una chica que hace aquí? Es decir, yo no me colaría en la habitación de una chica casi a diario si me gustase otra. Es ilógico.

-¿Eres de esos?- le pregunto.

-¿Como?- me pregunta.

-De los de flores y chocolate, qué pastelada de hombres, por dios- él me mira expectante.

-¿Qué? Acabas de decir que te encanta el oso- dice él, descolocado.

-Es decir, el oso es bonito pero es algo tan... no sé, ¿típico? A mi no me gustaría algo así, aunque para una simplona, supongo que estará bien- me encojo de hombros y de nuevo aparece una sonrisa arrogante en su cara -¿Y ahora de qué se supone que te ríes?- le pregunto.

-No, de nada, de nada- dice él en señal de paz mientras eleva las manos.

-Bah, con esa táctica no vas a lograr enamorarla ni en un año- le afirmo. Aunque realmente sé que no es así, yo si fuese esa chica caería rendida a sus pies ante tal acto tan tierno, a mi Joyce nunca me regaló absolutamente nada.

-Soy capaz de hacerlo en diez días, guapa- me dice.

-Ya, claro...- ruedo los ojos y él ríe.

Lo observo reír. Tengo que descubrir quién es la zorra que ha conseguido enamorar a Blake lo suficiente como para que le compre un oso de peluche tan bonito, tengo que hacer todo lo posible para que él meta la pata con ella.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora