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-¿Qu... qué pasa, papá?- pregunto jadeando. No me puedo poner más nerviosa.

-¿Por qué has gritado así? Abre la puerta- miro a Blake, que mira con gracia hacia mí cruzado de brazos, apoyado en la ventana.

Mi primer impulso es empujarlo fuera, y él me mira como diciendo: "ni de coña salgo", pero, claro que vas a salir Blake. Claro que lo harás. Sale a empujones al techo por el que cada noche pasea para salir y entrar a mi habitación y se agacha en el suelo mientras bufa. Abro la puerta tras soltarle una amenaza de muerte a Blake.

-¿Qué pasa?- asomo la cabeza mientras pregunto de nuevo, todo el regimiento Parker está allí, esperando con cara de preocupación.

-Eso queremos saber, ¿por qué has gritado así?- pregunta Dwice.

-Es que... ha entrado un murciélago por la ventana y estaba medio lelo, me ha tocado y...- finjo una mueca de asco.

-¿Y por eso gritas así?- resopla Ence y se marcha junto con Gus y Dwice.

-No nos pegues esos sustos, Iris- me avisa papá y se acerca a la ventana.

Me entran sudores fríos cuando lo veo que se acerca a esta y la cierra. Respiro tranquila cuando se acerca a mi.

-No deberías tener la ventana abierta a estas horas, ya empieza a hacer frío- besa mi frente y se va tras darme las buenas noches.

Cierro mi puerta, con pestillo y espero unos segundos mientras escucho como los pasos de mi padre se alejan hacia otra parte. No me he dado cuenta de que he estado conteniendo el aire hasta que lo dejo escapar. Me dejo caer en la cama y me paso las manos por mi cabellera frenéticamente, madre mía, qué tensión. Oigo unos golpecitos en el cristal, y observo la figura de Blake desde fuera con diversión. Me acerco y abro la ventana.

-¿Es que pensabas dejarme ahí fuera toda la noche?- le pregunto.

-Nadie te ha invitado a entrar- digo cuando veo como pasa sus piernas por la ventana y la cierra. Justo después frota sus manos para entrar en calor.

-Oh, ya no necesito invitación para eso- dice y se deja caer en mi cama mientras veo como saca de su bolsillo una bolsa pequeña color rosa -¿Quieres?- oigo como me pregunta mientras me tiende la bolsa con el lazo rojo.

-¿Qué es?- pregunto mientras me siento de rodillas en la cama y me acerco con cautela a la bolsa. La deja caer en mis manos.

Descubro en el interior unas formas de corazón recubiertas de chocolate, saco un pequeño corazón y lo miro.

-¿Que es?- se encoje de hombros.

-Bueno, ya que yo ya he probado tus mierdas de golosinas favoritas, es hora de que tu pruebes las mía- sonrío y me llevo el corazón a la boca.

Es un malvavisco delicioso cubierto por chocolate. Está tan, pero tan bueno que solo el mero hecho de estarlo mordiendo me hace estar contenta.

-Así solo vas a conseguir que me ponga como una foca- le aviso.

-Oh, cierto, no me acordaba de que tu no eres de flores y chocolate- le pego en el hombro y veo como se queja. Tengo fuerza -Es verdad, no me agredas, tu misma lo dijiste- me dice riendo.

-Digamos que sí, soy dificil de conquistar- digo haciendo ver que la cosa no va conmigo.

-Ya lo veremos- dice él y lo miro de reojo mientras me llevo otro corazón a la boca para evitar contestar. No sé que decir en momentos como éste.

La noche transcurre lenta y tranquila, entre risas y susurros. Blake es un amor, eso no lo puedo negar, y poco a poco, su aura de misterio va desapareciendo poco a poco. Se abre y me explica cosas de su vida privada, cosas sobre su familia, sus estudios, su trabajo, sus amigos... Y yo también comparto información, me gusta la manera de escucharme que él tiene.

Y la historia se repite una y otra vez. Y cada noche, cuando se marcha, descubro ese papel semiquemado en alguna esquina de la habitación. El día del peluche había un 10 escrito, el de los corazones un 9, al día siguiente, en el que vino con un cargamento de más osos de gominola, un 7. El fin de semana fue algo más complicado ya que pasé, probablemente, de las mejores noches de mi vida con mis amigas, pero al llegar a casa el domingo descubrí dos papeles con un 6 y un 5 y junto a un CD de música de The Scorpions y un libro, "El corazón fue hecho para romperse" de Travis O'Donnell. La noche del domingo fue más larga, aunque, sin quererlo yo esperaba ansiosa que me besara, aunque no mostraba interés. Junto al número 4 apareció una rosa blanca el lunes, junto al tres, al película de "Siete novias para siete hermanos", mi película favorita, aunque sin duda alguna, el mejor día fue el del 2. Salí con Blake, fuimos a ver la obra musical al teatro, ambos, disfrutando al máximo. En ningún momento se sobrepasó o hizo nada obsceno, todo lo contrario. Y eso era algo que me descolocaba, en el camino a casa estuve largo y tendido pensándolo: siempre me dejaba regalos y lanzaba indirectas más que obvias, pero nunca había intentado besarme, ni una sola vez, así que, ¿qué tal si yo estaba confundiendo las cosas y él simplemente quería animarme ya que me había visto algo decaída por lo de Joyce?

-Hemos llegado, señorita- me avisa. Suelto un suspiro y deshago el agarre en el cinturón para salir del coche.

-Gracias por lo de hoy, Blake- besé su mejilla y salí del coche como una bala.

No podía quedarme teniendo eso en mente. Me estaba metiendo de nuevo en un berenjenal en el que era muy fácil caer pero casi imposible de salir. No pude dormir esa noche.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora