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Mi hermano ni si quiera se ha acercado al baño en la hora y media que llevo aquí. No me puedo creer que haya tenido la poca vergüenza de hacer eso. Aún y así, sigo sin acabar de entender muchas cosas. Lo que tengo claro es que, aunque me cueste la vida admitirlo, mi hermano tenía razón. Salgo del baño cuando sé de sobras que ya todos están en sus habitaciones, pensando que yo sigo en la mía durmiendo, y que nunca ha pasado lo que ha pasado. Me meto en la habitación tras refrescarme la cara. Mi teléfono no deja de vibrar, ni si quiera le presto atención, lo desconecto y me tiro boca abajo en la cama. Esto es una mierda y yo apenas puedo dormir.

Diría que me he despertado a tiempo pero ni si quiera he dormido. No he pegado ojo y me veo horrible. Me peino y decido dejar el pelo suelto con tal de tapar mi cara lo máximo posible. Aplico maquillaje por toda mi cara con tal de tapa mi mierda de cara y me visto con sencillez y abrigada, ya hace frío y septiembre está a punto de echársenos encima. Genial, odio el invierno.

Bajo a la planta baja con mi mochila a cuestas y descubro a Ence y Gus desayunando, junto a mi madre, Ence ni si quiera eleva la vista. Ence come despacio, yo, por mi parte, decido que es mucho mejor no desayunar, mi estómago está cerrado.

-Ence, espabílate, tu hermana llegará tarde al instituto- y dicho esto, sale de casa hacia la floristería tras darnos un beso a cada uno.

-No pienso llevarte- escupe una vez que mi madre está fuera de nuestro alcance.

Me quedo a cuadros. ¿Y se espera hasta ahora para decírmelo? Gus no dice nada, supongo que se lo habrá contado y tendrá el mismo enfado encima que él. Se comporta como un maldito niño pequeño. Suspiro y salgo de casa pegando un portazo.

Llego tarde a la última clase ya que el camino en bicicleta se hace algo largo y más con este frío. No siento los dedos y me ha costado la vida calentarme, de seguro que me voy a resfriar.

El día transcurre con tranquilidad y veo la sonrisa de soslayo de superioridad en la estúpida cara de Tara cada vez que me mira. Todo esto es culpa suya. Estoy segura de que ella sabe algo que yo no sé, necesito que me responda, necesito saberlo todo para aclarar mi maldita mente.

-Ahora vengo chicas- aviso en la mesa.

-¿A dónde vas?- pregunta María.

-Tengo que ir a hablar con cara de perro un momento- le aviso.

Oigo sus risas y me encamino hacia su mesa con decisión. Observo como ella me mira con sorpresa.

-Pero mira a quién tenemos aquí, si es la pequeña mentirosa- se carcajea. Sus amigas se ríen -¿Cómo se lo ha tomado tu hermanito?- se burla.

-Necesito hablar contigo- obvio su burla hacia a mí. Es sorprendente la gran capacidad de control que he adoptado en estos dos últimos meses.

-Chicas, ¿podéis dejarnos a solas un segundito?- pide ella entre risas, y ella se marcha -Muy bien, rompe brazos, que es lo que tienes que decirme- se cruza de brazos frente a mi.

-¿De qué conoces a mi hermano?- le pregunto.

-Estuve saliendo con él el año pasado- ay madre. Ay mi madre. Oh. Joder.

-¿Cómo?- pregunto sin acabar de encajar bien la noticia.

-¿Qué?- dice ella -No te lo había dicho, ¿no?- niego con la cabeza -Vaya, resulta que todos los Parker sois igual de mentirosos- escupe ella.

-Mi hermano no es un mentiroso- me pongo a la defensiva, pese a que es un gilipollas en este mismo momento, no voy a permitir que una ex loca lo insulte -Y yo tampoco- le aclaro.

-Ya, claro- la ironía gotea de cada una de las palabras que suelta por su boca -Mira Iris, realmente no tengo nada en contra de ti- por primera vez en mi vida, puedo ver sinceridad en sus ojos -Pese a que me dejases la cara echa un cuadro no te guardo rencor por eso, pero tu hermano me ha hecho mucho daño y la única manera de devolvérselo ha sido esta- se encoje de hombros.

-¿Qué pasó con él?- pregunto, necesito saberlo todo, necesito entenderlo todo.

-¿Tienes tiempo?- me cruzo de brazos.

-Todo el del mundo- le respondo. Asiente y suelta un largo bufido.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora