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El día siguiente, martes, transcurre agotador y sumamente pesado. ¿Exámenes? Exactamente eso es lo que malogra mi día, un examen el jueves, y no precisamente un examen que se me de perfectamente, es más bien de esas materias que pese a que llevo bien, me cuestan la vida sacarlas adelante: matemáticas. Lo que sólo puede significar una cosa, hoy voy a necesitar a Harvey como al aire que respiro y mañana me encerraré en la biblioteca hasta que cierren, necesito sacar buenas notas este curso, lo necesito.

Llego a casa y corriendo busco a Harv por todas partes. Me cuesta poco convencerle para que me ayude a estudiar, así que, nos ponemos manos a la obra. Las horas transcurren y cuando parpadeo mi mente solo es capaz de dibujar un fondo negro con cientos de numeritos de colores y símbolos revoloteando por allí.

-Iris, concéntrate- me pide mi hermano frustrado.

-Llevamos más de tres horas Harv ¿No puedo descansar un ratito?- le ruego poniéndo mi mejor cara de cordero degollado, pero eso solo funciona con Callum.

-Solo quedan las raíces biquadraticas y lo tendrás, vamos, un último esfuerzo- me pide y yo solo puedo soltar un quejido a modo de soplo sonoro -Va, dime la fórmula otra vez- me anima.

-'Equis' es igual a menos 'be', más menos raíz cuadrada de 'be' al cuadrado menos cuatro por 'a' por 'ce' entre dos por 'a'- el sonríe satisfecho.

-Ahora aplícalo con estos datos e intenta resolver la operación- me dice -Lo corregiré cuando lo termines- me dice.

Efectúo la operación haciendo los cambios de las letras por los valores equivalentes y resuelvo. No tardo demasiado. Harvey me avisa de que es correcta, y por fin, nuestra sesión de estudio ha finalizado. Me pego una ducha reparadora, y con mi cabello envuelto en una toalla y el cuerpo tapado por una camiseta ancha y ropa interior bajo al salón. Mi sorpresa es encontrarme a Ryan y Joyce allí sentados, jugando a la Xbox con Ence.

-Hey- dice Ryan. Le sonrío y camino hacia la cocina.

Agarro una manzana y descubro que Joyce ni si quiera se ha dignado a elevar su mirada más allá de la televisión para mirarme ¿Y a este qué le pasa? Me encojo de hombros mientras mordisqueo la manzana y me siento en la encimera.

-Joyce, tréeme una lata, anda- oigo la voz de Ryan.

-¿Y porqué tengo que ir yo?- pregunta él con fastidio.

-Porque has perdido la partida- se carcajea mi hermano de él junto a Ryan.

A los pocos segundos la figura de Joyce se hace presente en la cocina. Me mira durante unos breves instantes pero automáticamente corta la comunicación visual cuando nuestros ojos chocan. Se acerca a la nevera que, curiosamente está enfrente de mi. La abre, agarra tres latas de cerveza y se vuelve para cerrarla. No aguanto la tensión ni un minuto más.

-¿Qué pasa?- pregunto finalmente antes de que él salga por la puerta.

-¿Eh?- se hace el desubicado pero lo calo antes de lo que él se piensa. Te conozco demasiado bien, Joyce.

-No te hagas el tonto- le pido -¿Qué te pasa conmigo?- pego un salto de la encimera y él se encoje de hombros con media sonrisa ladeada, obviamente, falsa.

-Nada ¿Qué me iba a pasar?- pregunta. Lo odio.

Giro los ojos y paso por delante de él, no sin antes chocar mi hombro contra el suyo. Me siento al lado de Ryan en el pequeño hueco que queda y sigo mordiendo la manzana. Ryan me roba un bocado gigante y yo me río.

-¿Te apuntas a una partidita, Iris?- cuestiona Ryan.

-Eh- se pronuncia Joyce desde la otra punta de la habitación -¿Y yo qué? Es mi mando- habla como si fuese un niño pequeño. Ruedo los ojos y agarro el mando, sólo por el mero hecho de sacar de quicio al dueño de éste.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora