Especial: 36 - Sí, quiero

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Abro mis ojos con pesadez, anoche me costó horrores coger el sueño. Mi despertar no ha sido provocado por los preciosos rayos de sol impactando en mi cara ni mierdas de esas... No, nada de eso. Han sido mi madre y mis amigas, que han venido como borregas a mi habitación a despertarme con gritos de ilusión.

-Arriba, venga, arriba- la voz de Emily repiquetea en mis oídos. Aprieto con fuerza los ojos, no los quiero abrir, apenas habré dormido cinco horas como mucho, y creo que me he pasado.

-Cariño, levántate, el fotógrafo ya está aquí- ahora es mi madre la que habla. Pese al calor que tengo, agarro las sábanas y las subo hasta tapar mi cara. No me quiero levantar.

Sé que alguien se ha acercado a abrir las cortinas y dejar que la luz entre por la ventana. No sé quién ha sido, pero pienso matarle cuando le descubra.

-Venga ya, no seas perra y levántate- esta vez, es Tara quién ha hablado. La que faltaba... Me retiran la sábana de la cara y abro los ojos con pesadez.

Me incorporo en la cama y veo la cara de ilusión de las tres, incluso Tara. Mi madre frunce el ceño al mirarme.

- ¿Qué no has dormido bien? Tienes mala cara- me coge el mentón para examinarme de cerca, pero yo me aparto. Me levanto de la cama y me estiro.

-Me dormí tarde- me encojo de hombros.

-Será mejor que te duches ya, el maquillador y el peluquero tienen que estar al caer- me avisa Em.

Asiento y me meto en la ducha. No me acosté tarde, a las nueve estaba en la cama, porque me conozco. Mientras me pego la ducha pienso en lo que me ha mantenido en vela casi toda la noche. No sé si estoy preparada para esto. Mi estómago tira en todas direcciones, estoy histérica, de los nervios. ¿Y si se arrepiente? ¿Y si me entra el pánico escénico? Hace casi un año, cuando él me lo pidió, todo me pareció maravilloso, pero hoy ha llegado el día, y no creo estar preparada para nada.

Desayuno poca cosa y el peluquero empieza a arreglarme el pelo cómo puede. Después de eso comemos todos juntos, con todos, me refiero a mis hermanos, mis padres, y mis dos mejores amigas. Tras eso, me empiezan a maquillar y mi casa empieza a ser una maldita locura.

Mis hermanos van entrando simultáneamente a verme, para cerciorarse de que el traje les quede bien, joder, somos una familia de modelos, a ellos todo les queda bien. Ence y Gus se pelean por ver quién entra primero a que mi madre les ponga bien la corbata.

-De verdad, sois como los niños pequeños, parece mentira que tengáis casi veinticinco años- ella rueda los ojos y a mi se me escapa una sonrisa.

El maquillador me regaña por enésima vez, dice que no he dejado de moverme y que sino estoy quieta, el maquillaje será un desastre y no quedará bien.

Todo el mundo suele tener a damas de honor en este día tan especial. No sé cómo llamarlo, pero lo mío no son damas, son seis pedazo de hombres, guapísimos, vestidos con un traje color azul eléctrico y corbata plateada que yo misma elegí. Ellos son mis compañeros de vida, no podía nombrar a chicas teniéndolos a ellos. Una vez terminan, mi madre y Emily empiezan a ayudarme a ponerme el vestido y la lencería, y salen de la habitación, dejándome sola con mi madre ya que ellas todavía se tienen que vestir, pero mi madre ya está lista.

- ¿Estás lista? - me pregunta, cuando me ve mirando por la ventana. La miro de reojo.

-No- suspiro.

Ella viene hacia a mi. Me tiende la mano y se la cojo frunciendo el ceño. Me hace dar una vuelta sobre mi misma y me observa, con una sonrisa genuina en la cara.

-Estás preciosa, cariño- dice ella - ¿Qué es lo que te preocupa? - me pregunta.

-No lo sé, mamá- suspiro -¿Y si él no es el adecuado? ¿Y si se cansa de mí?- no puedo creer que a estas alturas yo me esté preguntando estas cosas.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora