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Me despierto algo aturdida y con un dolor de cabeza de mil demonios, y sé de sobras que mis hermanos me van a estar molestando lo que quede de día, que no sé si es mucho o poco, porque no se en qué hora vivo. Agarro el teléfono y veo que es la una del medio día. Me tapo con las sábanas y abro Whatsapp.

"Hermanito de mi alma ¿Me subes algo de comer? Quiero evitar a los gemelos a toda costa" le escribo a Callum. Es el único de los vivos en esta casa dispuesto a dejarlo todo por su hermana pequeña.

"¿Mucha resaca, hermanita?"  me escribe a los pocos segundos.

"Mucha, una pastilla tampoco me vendría mal"  le digo acompañando el texto con el símbolo de un angelito.

"Ahora subo"  me escribe.

Espero paciente intentando rememorar poco a poco los sucesos de anoche, las lagunas son extremadamente profundas. Recuerdo el alcohol en la camioneta de Joyce, recuerdo a las chicas, recuerdo una cerveza y aun guapísimo de ojos mieles y... Y no recuerdo absolutamente nada más ¿Pero cuánto bebí yo anoche?

-¿Se puede?- la cabeza de Callum se cuela por un hueco de la puerta.

-Pasa- digo con voz endeble. Mierda, también estoy afónica.

El se acerca a mí y corre las cortinas para que la luz entre. Me deja la bandeja con un plato de sopa de pollo, mi favorita, un baso de agua y varios trozos de pan.

-Te ves horrible- ríe él.

-Oh, gracias, yo también te quiero mucho- él ríe por mi comentario y veo que ha dejado la pastilla sobre la mesita de noche.

-¿Lo pasaste bien anoche?- me pregunta.

-Genial- digo, o al menos, eso creo.

-Me iré a mirar casas con Dyanne, si necesitas algo llámame ¿Sí?- asiento y sonrío. Por fin le va todo genial a mi hermano, ya era hora de que algo le empezase a ir sobre ruedas.

Sale del cuarto y me dispongo a comerme la comida. Me pego una merecida ducha y no hay nada que me apetezca más que leer. El fin de semana transcurre a la velocidad de la luz y sin darme cuenta, ya estoy otra vez en la cafetería con María, Carlena y Aubree hablando de lo fabulosa que fue la fiesta y del momento en el que me perdí.

-Realmente no recuerdo gran cosa- les digo y ellas ríen.

-Lo que si vas a recordar es que eras el centro de todas las miradas- llevo sintiéndome observada desde que llegué a Cave Creek, pero esta mañana se han intensificado a causa de mi atuendo del viernes, al parecer, y según Carlena, causé furor. Aunque yo no lo creo así. Resoplo y ellas ríen. Algo cruza mi mente.

-Conocí a un chico- les digo y todas ellas se giran a mirarme.

-Mierda Iris- dice María riendo -¿¡A quién le comiste la boca!?- pregunta ella exclamando y niego con la cabeza.

-No me enrrollé con él- le digo -Solo hablamos, y me ha venido el recuerdo ahora- en mi mente centellea una conversación con un chico, pero soy incapaz de ponerle cara.

-¿Quién era?- pregunta Aubree.

-No tengo ni idea- digo y rememoro unos ojos color miel -Tenía unos ojos bonitos- les digo.

-No será Harley Prankton ¿Verdad?- pregunta María con emoción en su voz. Niego con la cabeza.

-No, sus ojos eran color miel, además, creo que no era del instituto- les cuento.

-Chica, Whatsapp existe por algo- me dice María.

Reímos dejamos a parte el tema del desconocido que estuvo hablando conmigo sobre diós sabe qué. Además ¿Qué más dará? Salgo al exterior de el sol me golpea en la cara. Camino en busca de la camioneta de mi hermano pero no hay ni rastro en el aparcamiento de ella. Deambulo hasta quedar en la parte trasera del edificio y miro por esa zona del aparcamiento a ver si está, pero sigo sin verle, y hace demasiada calor como para quedarse en la parte de delante.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora