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-Maldito hijo de puta- murmuro cansada mientras aporreo la puerta del baño tan fuerte que hago chirriar las bisagras oxidadas que la sujetan -¡Edvard, sal de una maldita vez!- pego un último golpe mientras oigo las risas de los gemelos y las quejas de Harvey y Edvard.

-¡Ya salgo!- espeta él. Lleva más de diez minutos ahí dentro, y no parece querer salir el maldito cabrón ¡Voy a llegar tarde al instituto por su culpa!

-Hablad bien, cojones- pasa mi padre, quejándose de nuestro vocabulario, pese que el suyo es exactamente igual al nuestro.

Se oye a mi madre meter prisa desde el piso de abajo a todos aquellos que tenemos: a) instituto, b) universidad o c) trabajo. La mano de Dwice se cuela por delante de mí, y aporrea la puerta de nuevo.

-Santa mierda ¡Edvard, me estoy cagando!- oigo risitas en el interior del baño y ruedo los ojos.

-¿Era necesario dar esa información?- se pronuncia Harvey.

-Tú te callas, enano- dice Dwice pegando un pequeño empujón a Harv. Éste le mira mal pero se queda en el sitio, sabe que no tiene nada que hacer contra Dwice.

-Gus, sería genial que dejases de empujarme ¿Sabes?- se abre otra discusión entre los dos gemelos.

-Serás maricón ¡Tú me has empujado primero!- y se tiran al suelo a pelear.

Por otro lado, Callum ha empezado a regañar a Dwice por sus "ofensivos comentarios" y su "creencia de superioridad" sobre Harvey. También se están peleando.

La puerta se acciona y aprovecho el despiste de casi todos para colarme en el baño delante de todos ellos. Oigo quejas y reclamos detrás de la puerta, y por si acaso, echo el pestillo. No sería la primera vez que entran estando yo haciendo pis.

Amarro mi enmarañada melena en una coleta de caballo. Me lavo la cara y loa dientes y ¡Lista! Salgo del baño, no sin antes ponerle la zancadilla a Edvard. Este se tropieza y casi cae (siempre se queda en el casi). Me mira mal y, como no tiempo, pasa de perseguirme. Sonrío orgullosa de mi acto y me dispongo a cambiar mi pijama por una camiseta de manga corta blanca, un pantalón de baloncesto negro, y mis destrozadas converses.

Me despido de mi padre y mi madre mientras corro a por mi bicicleta en el garaje. Recorro el camino con los auriculares puestos y sabiendo que los gemelos van a llegar tarde, como siempre. El camino en bicicleta hacia el instituto de Cave Creek es bastante bonito y ameno. Conduzco mi cacharro por un largo camino de tierra que cruza el bosque, paso el puente que cruza el río y, a través de un desvío, me adentro en la calle peatonal en la que, al final, está ubicado el instituto.

Ato la bici a una farola y camino como si de un  zombie se tratase entre el resto de alumnos somnolientos esparcidos por el aparcamiento.

-Hola Iris- me sonríe James.

-Buenos días James- digo pasando por su lado y ahogando un bostezo - ¿Que hay, Tyler?- digo a modo de saludo. El asiente con la cabeza y me sonríe.

Llego, por fin, a mi clase, tras haber saludado a casi medio centenar de personas y ocupo mi lugar al lado de María, la chica más guapa y probablemente la más popular que conozco. Me enfundo en una conversación con ella sobre lo mucho que me cuesta filosofía y ella ríe mientras escucha los insultos que mano a la profesora cara de pato que imparte esa asignatura.

Y os preguntaréis "¿Acaso te llevas bien con todo el mundo?" Pues algo así. En mi instituto no hacemos diferenciación entre los que juegan a baloncesto y los que sacan buenas notas, o entre los del equipo de ajedrez y los que no aprueban ni educación física. No, aquí no hay de eso ¿Porqué tendríamos que restringirnos a hablar con cierta persona por el echo de que tenga más o menos dinero, o incluso, por su aspecto? No somos así. Basamos nuestras relaciones en el respeto y casi nunca ha habido trifulcas o bullying hacia alguien. En este instituto somos como una gran família.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora