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-¿De verdad que vendrás?- me cuestiona una vez más Aubree.

-Sí- le aseguro –Iré con los chicos- al parecer, todo el mundo piensa ir a ese dichoso pub.

-Bien, entonces nos vemos allí- dice María. Asiento y me despido de ellas para dirigirme hacia la camioneta de Ryan.

Mi relación con Ryan siempre ha sido bastante más cerrada que con los demás, siempre ha sido de entre todos, el más servicial y confidente. Y ahora más que nunca, mi hermano ha tenido algunos problemas para venir a buscarme y el se ofreció a hacerlo desinteresadamente. Lo cierto es, que a lo largo de esta semana entrante había pasado largos ratos con él: tomando un café en la cafetería de Sue, estudiando mientras él me ayudaba a repasar o sencillamente hablando de cualquier tontería en el porche de mi casa. ¿Acaso Ryan era mi mejor amigo? Se empezaba a perecer bastante a ello.

-Hola Ry- le doy un beso en la mejilla y él me lo devuelve.

Me acomodo en el asiento y coge dirección a mi casa, se quedará a comer y supongo que después pasaremos la tarde echando una partida a Call Of Duty hasta que llegue la hora de empezar a arreglarse y esas cosas en las que ellos siempre tardaban tanto.

-¿Qué tal la mañana?- me pregunta.

-Aburrida como la mierda- farfullo y el ríe.

-¿Puedes ser más ruda hablando?- le miro elevando una ceja y el ríe cuando me mira de reojo.

-¿Qué?- ríe él –A mí no me engañas, puede que ahora te pintes, lleves el pelo bien y ropa ajustada y esas cosas, pero sigues siendo la misma- asiento satisfecha, por fin se van dando cuenta que la misma Iris sigue aquí.

Llegamos a mi casa y camino con él mientras oigo fascinada los arreglos que piensa hacerle al viejo Mustang de su padre, y sin duda alguna me ofrezco voluntaria para ayudarle. Comemos pastel de carne hecho por mi madre mientras esta dice que tiene que vigilarme especialmente esta noche. Él asiente y asegura que con él estoy segura, aunque sino recuerdo mal, la niñera antes solía ser yo cuando pillaban la borrachera madre, supongo que hoy me toca a mí.

-Ryan, vamos a hacer esas cosas de chicas de elegir ropa- propongo desde el sofá. Lo oigo resoplar.

-¿En serio Iris?- me pregunta cansado.

-Totalmente en serio- le agarro del brazo y tiro tan fuerte que este se pone de pie y le arrastro escaleras arriba hacia mi cuarto.

Tiro la poca ropa “bonita y decente” que tengo sobre la cama.

-Va a ser una tarde larga- suelto una carcajada y empiezo a rebuscar entre el montón de ropa.

Tras probar los pocos vestidos y las dos faldas que tengo con diferentes partes de arriba llego a la conclusión de que no voy a encontrar nada que me parezca bien.

-¿Y este?- pregunto estirando el vestido hacia abajo.

-Te queda perfecto- dice él –Pero no creo que sea lo más adecuado para salir de noche- resoplo.

-Ryan, eres tú el que estás alargando esta mierda- me quejo.

-Es un poco tonto que te estés probando trapitos cuando ni si quiera te gusta hacerlo- le pego un puñetazo en el brazo.

-Tienes razón, odio esto- me resigno y me siento en el suelo. Él me mira desde arriba y parece que algo se le despierta.

-Me voy a arrepentir de esto pero… Ponte unas zapatillas y vámanos al centro- me dice poniéndose en pie.

-¿Al centro?- pregunto dubitativa -¿Para qué?- le pregunto.

-Necesitas algún trapito- repite esa palabra. Elevo una ceja y le miro.

Seis hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora