6. Nada se mete debajo de la piel

2.4K 239 10
                                    

Los días transcurrieron como un reloj de arena infinito, Andrew podía contar los finos granos caer sin esperar a hacer algo al respecto. Su retorno a la vida universitaria implicaba andar entre el fanatismo de Kevin, el optimismo de Nicky, la indiferencia de Aaron y las ocurrencias de Neil. Había transcurrido varios días desde que le había dicho a Neil que le gustaba, pero su comportamiento o proximidad no cambió, Neil no era evasivo con él. Y para ser honestos Neil seguía siendo tan Neil como Andrew podía odiar.

Andrew había decidido ponerse límites en la interacción con él, no quería arriesgarse a pisar la trampa que él mismo se había puesto, así le había dicho a Neil en una de las prácticas nocturnas recordándole que "nada se metía bajo su piel". Pero mientras más se esforzaba en no importarle más le importaba, y por su parte Neil con sus estúpidas preguntas, con su maldita boca y con sus miradas profundas, hacía a Andrew querer seguir enredándose en el juego de la verdad en una danza interminable.

Incluso cuando volaron para jugar contra "Los Cuernos Largos" de la Universidad de Texas, Neil había corroborado que Andrew temía a las alturas aun cuando nadie más parecía percibirlo, Neil le había dado el nombre de su padre "Nathan" y también le había dado el suyo "Nathaniel", fueron palabras con las que Andrew jugó en su mente el resto del viaje para distraerse de la sensación de vacío en su estómago que dejaba el avión al despegar, logrando en él una calma.

Y justamente Andrew no lograba comprender todos los detalles de lo que se estaba armando, se suponía que él cuidaba su espalda, pero Neil parecía estar empecinado en involucrarse más y más. Cuando sucedió el vandalismo a los autos de los atletas y ante el ataque de furia que había tenido contra Allison por golpear a Aaron, Neil había ganado suficiente tiempo hablándole para lograr calmarlo. En el pasado Andrew había dañado a cada una de las chicas que eran lo suficientemente estúpidas para acercarse a Aaron. Su hermano y él tenían una promesa que mantener, pero Aaron con frecuencia fingía olvidarlo. Odiaba que Aaron no entendiera, tal vez nunca lo había hecho, pero esto no había evitado que Andrew direccionara todo su odio, rencor y oscuridad a las mujeres que hicieran daño a su gemelo. Y ahí estaba Neil, como un paño frío aliviando todo el dolor que invadía su ser para lograr disiparlo.

Se odió por esa vulnerabilidad, tomó una botella de vodka y subió a la parte trasera del techo para hundirse en su aislamiento.

Sus pensamientos iban oscureciéndose más y más, recordaba demasiados detalles de cada golpe, cada grito, cada maldición de la madre de Aaron, esa mujer jamás hubiera sido su madre, Andrew jamás la había considerado una, y aun así él había deseado tanto tener una familia. Pero eso había sido hace tanto tiempo, antes de perder las pocas esperanzas a las que se había aferrado al conocer por primera vez a su hermano gemelo. La furia regresaba a cada sorbo de alcohol, podía sentir el incesante latir en sus venas y casi podía sentir el peso de las cuchillas en los brazaletes de sus antebrazos...

El chirrido de la puerta abriéndose y el sonar de unos pasos conocidos notificaron a Andrew la presencia de Neil, él se sentó a su lado, aunque no lo suficientemente cerca como Andrew hubiera preferido, tenía ganas de golpearlo, de hacerle daño, de decirle que parara, pero en vez de eso le tiró su paquete de cigarrillos.

–Dame una buena razón para no apartarte del lado. –Le preguntó sin mirarlo.

–Te arrastraría conmigo. Está muy lejos. – Respondió Neil convencido. Andrew lo miró, toda su ira se desvanecía rápidamente, era el efecto que tenía Neil sobre él.

–Te odio... el 90% de las veces que te veo me dan ganas de cometer un asesinato. Pienso en tallar la piel de tu cuerpo y colgarla como una advertencia para cualquier tonto que piense que puede obstaculizar mi camino.

–¿Qué pasa con los otros diez? –Preguntó un Neil curioso, pero Andrew no respondería a eso.

–Te advertí que no me pusieras una correa.

–No lo hice. Te pusiste esa correa cuando me dijiste que me quedara sin importar nada. No te enfades conmigo solo porque fui lo suficientemente inteligente como para elegir el otro lado.

–Si vuelves a tirar, te mataré.

–Tal vez cuando se acabe el año, lo harás. En este momento no hay mucho que puedas hacer al respecto, así que no pierdas el tiempo amenazándome. –respondió Neil, era un verdadero misterio su confianza y valentía, Neil nunca había temido a Andrew, ni a Riko, ni a nadie que Andrew pudiera recordar, y aun así vivía escapando de algo o alguien.

–No creo que fuera el dinero ¿Por qué te persiguieron tanto tiempo? Imagino que en algún momento se dieron cuenta de que era mucho más importante hacerte daño que recuperar cualquier cosa perdida.

–Eso dices tú, pero aun así no me pegarías.

–El tiempo se acerca rápidamente...

–Bien, porque quiero verte perder el control– le soltó Neil.

Andrew podía procesar mil y una ideas en su cabeza relacionadas a perder el control con Neil, pero ninguna se relacionaba con hacerle daño, apartó esos pensamientos de su mente y llamó a la voluntad que aún le quedaba para despedirlo.

–El año pasado querías vivir. Ahora pareces empeñado en que te maten. Si tuviera ganas de jugar otra ronda contigo ahora mismo, te preguntaría por qué has cambiado de opinión, pero ya tuve suficiente de tu estupidez para durarme una semana. Vuelve adentro y molesta a los demás ahora.

–¿Te estoy molestando?

–Más allá de lo que se puede decir.

–Interesante... la semana pasada dijiste que nada se mete debajo de tu piel. – Respondió Neil y Andrew notó el tono de su voz triunfante.

Neil ya se había dio, pero Andrew continuó tomando hasta echar el último trago de vodka que le quedaba, se tumbó de espalda sobre el suelo firme del techo mirando hacia el cielo infinito y se preguntó si así se sentía estar tan cerca de un sueño tan imposible.

All for the Game / Punto de vista de Andrew MinyardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora