El retorno a clases en Palmetto State trajo muchas novedades, y Andrew no podía dejar de inquietarse por la seguridad de Neil, ahora que los Moriyamas tenían a Ichirou como nuevo jefe, no sabía dónde quedaría el trato que hubiera hecho el tío de Neil. Y sin mencionar que Renee había rescatado a Jean Mereau de la furia de Riko y lo había escondido con Abby. Además, Kevin parecía estar a punto de colapsar en cualquier momento. Había demasiadas cuestiones con las cuales lidiar.
Las respuestas llegaron el día que Andrew había decidido darle un par de brazaletes negros a Neil, eran iguales a los que usaba él en los antebrazos, la idea era ocultar las heridas de sus brazos hasta que sanaran, la idea real era que no quería que vieran a Neil como un flanco fácil y vulnerable. Había estado metiendo los brazaletes hasta el fondo de una cajetilla de cigarrillos vacía, cuando recibió el mensaje de Neil al celular: "Estoy camino a la Torre con Kevin. Urge hablar con Jean. Es importante"
Andrew sin dudarlo bajó al parqueo para esperarlos en el Mazerati.
Cuando entraron a la habitación de Jean, Andrew los siguió, a estas alturas conocía bastante del lenguaje corporal de Neil como para saber que algo estaba sucediendo.
–Acabo de decirle a Ichirou dónde estás...–dijo Neil, y fue suficiente para llamar la atención de todos, incluso la de Andrew. Neil comenzó a contar su reciente encuentro con los Moriyama, narró todo lo que podía recordar, pero el mensaje era claro: Ichirou los estaba dejando vivir a los tres, a cambio de un precio sostenible en su futuro.
–No es un perdón y no realmente libertad, pero es protección. Ahora somos activos para la familia principal. El Rey perdió a todos sus hombres y no hay nada que él pueda hacer sin cruzar a su hermano. Estamos a salvo, para siempre...– la voz de Neil era inspiradora, esperanzadora, casi alentadora. Mientras que Kevin y Jean parecían seguir en shock.
Andrew y Neil decidieron salir del cuarto y dejar a Kevin y a Jean solos para que puedan asimilar la revelación, y antes de partir por el pasillo Neil le cogió de la manga a Andrew, él lo miró.
–Vas a tener que inventar algo para que te aferres. Estoy seguro que Kevin ya no necesita tu protección, Nicky volverá con Erik y Aaron tendrá a Katelyn ¿qué vas a hacer para vivir si no estás jugando al perro pastor para nosotros?
–Aaron no tiene a Katelyn– le respondió Andrew, pero era lo único que se le ocurría decir.
–La negación no te conviene. Hablamos sobre esto.
–Tú hablaste. No escuché.
–Elígenos– dijo Neil. Una sola palabra podía tener tanto significado. Tanto. Elegir no era fácil, nunca lo había sido para Andrew. Sobre todo cuando se trataba de cuestiones del futuro.
–Kevin va a retomar su puesto en la cancha antes de graduarse, él cree que puedo entrar a la corte con la práctica y el tiempo suficiente. Ven con nosotros. Juguemos todos juntos en las Olimpiadas algún día. Seríamos imparables– insistió Neil.
–Ésa es tu obsesión, no la mía
–Pídelo prestado hasta que tengas algo propio ¿no es divertido tener un lugar, tener un equipo, una ciudad diferente cada semana, y cigarrillos y bebidas en el medio? No quiero que esto termine– los ojos de Neil casi le suplicaban.
–Todo termina– le respondió Andrew y se zafó de su agarre, pero de alguna manera su respuesta estaba en el regalo que empujó contra el pecho de Neil.
Horas después, las palabras de Neil, aún siguieron retumbando en la mente de Andrew: "elígenos" y "no quiero que esto termine". Era un anhelo demasiado grande para Andrew, siempre había evitado tomar decisiones futuras, porque apenas podía sobrevivir al presente, tener expectativas de algo y que luego no fueran como se supone que serían sólo le causarían decepción "Neil ya no está huyendo ¿de qué huyes tú?" se preguntó a sí mismo.
***
–Llévame a la cancha–dijo Kevin esa misma noche.
Andrew había pasado observándolo el resto del día, esperando el colapso, las noticias de su nueva "libertad" eran difíciles de procesar y Andrew conocía lo suficiente a Kevin como para no dejar de importarle, sobre todo porque cuando llegaron en la cancha, Kevin anotaba brusca y desesperadamente con la mano zurda. Neil, quien no había sanado lo suficiente como para unirse a él, lo único que podía hacer era observarlo preocupado desde las bancas.
Andrew sabía que Kevin se dañaría si seguía a ése ritmo, y a pesar que él siempre había odiado cómo Kevin se obsesionaba con el Exy, había una verdad en todo ello, el Exy había ayudado a Kevin y a Neil de alguna manera. No era que se trataba de jugar un simple deporte sino de personas aliviando, olvidando, canalizando lo que sea que estuvieran sintiendo a través de este deporte, hubiera sido cualquier deporte, pero Kevin y Neil habían escogido al Exy. Quizás Andrew no lo entendería del todo, pero fue un inicio cuando apareció con su equipo naranja y entró a la cancha.
El juego nocturno comenzó lento, con Kevin anotando una y otra vez y Andrew no haciendo ningún esfuerzo en moverse, luego un Kevin frustrado que dirigió una de las bolas al casco de Andrew fue lo que desató el verdadero juego, Andrew respondió y Kevin volvió a disparar, Andrew tapaba las más imposibles anotaciones y Kevin hacía los más inimaginables lanzamientos. La velocidad, la furia, sus problemas, todo lo que tenían guardado se extendía por sus brazos y se explayaban por las raquetas para golpear las pelotas con tanto ímpetu como si su vida fuera en ello.
Al acabar esa ronda, Kevin se acercó a Andrew y lo agarró por la parrilla del casco empujándolo fuertemente a la red de la portería, había fuego en su mirada.
–¡Si estás aquí porque Neil te pidió que lo hagas será mejor que te largues!– le dijo abruptamente Kevin sacudiéndolo.
–Neil no me dice qué hacer– le respondió Andrew desafiándolo directamente a los ojos.
–¡Porque si es un juego para ti ni lo intentes! Esto significa todo para mí ¡TODO! Si al menos ves en tu condenado futuro algo como esto será mejor que lo tomes porque te aseguro que me llevaré a Neil a la corte nacional y no podrás detenernos, y si tú no estás convencido ni siquiera te atrevas a competir.
–Lo estoy– respondió Andrew y era verdad.
Se quedaron unos segundos en silencio sosteniéndose la mirada, luego Kevin aflojó su agarre.
–Bien, porque serás el maldito arquero al que todo el mundo tema tener de oponente– lo soltó y retornaron a jugar hasta lanzar y detener la última pelota, hasta agotarse.
A partir de ese momento, Andrew retornó a la cancha con Kevin cada noche, y con la misma violencia y con el mismo fervor siguieron practicando como si fuera la final de un terrible partido.
ESTÁS LEYENDO
All for the Game / Punto de vista de Andrew Minyard
FanfictionEstas son algunas historias cortas desde el punto de vista de Andrew Minyard, basados en el tercer libro "The King's men" de la serie "All for the Game" de Nora Sakavic. La historia, personajes y universo pertenecen a la autora Nora Sakavic y el cré...