11. En la cocina

2.6K 222 10
                                    

–Matt salió, no está– le dijo Neil

Era una luz verde para lo que se avecinaba.


Andrew pasó despreocupadamente a la cocina solitaria de la suite de Neil a buscar algo para refrescarse, abrió la nevera y se decidió por una lata de cerveza, Neil había comenzado a hablar de sus temas habituales: Exy y los Ravens. Andrew le expuso su punto de vista, a decir verdad, le parecía un tema irrelevante y aburrido en vez de lo que podrían estar haciendo.

Andrew pasó una vaga mirada en dirección al dormitorio y luego al salón pensando en que todo esto era una mala idea, pero no logrando convencer a su cuerpo, Neil siguió la dirección de su mirada y su silencio demostró que recién se daba cuenta que estaban solos.

Andrew le tiró el pestillo de la lata a la cara para recuperar su atención, y no fue hasta que Neil le devolvió la mirada que también pudo ver el anhelo incesante en sus ojos. Ambos no habían tenido la oportunidad de estar lo suficientemente solos desde la noche en la que se habían besado sobre la alfombra.

Andrew dejó su lata sin tomar en la encimera, cerró ágilmente la puerta de la nevera con el pie y se acercó lo más que pudo a su cara, tomó con la punta de sus dedos su barbilla, miró directamente a sus azules ojos y le preguntó.

–¿Sí o no?

–Sí– dijo Neil devolviéndole la mirada con la misma seguridad.

Andrew pensó en cómo sería la mejor forma de hacerlo, miró sus brazos pensando si debería sostenerlos como la última vez o... pero Neil fue más rápido y los guardó en los bolsillos delanteros de sus jeans. Andrew esperó unos momentos y luego acercó sus labios en dirección a su boca, "al fin" se dijo a sí mismo en algún lugar de su mente. Si el infierno fuera real, no alcanzarían las llamas para superar el calor que le provocaban los besos de Neil, esa sensación dulce, amarga y desesperada que le hacía desconectarse de la realidad.

Colocó una mano sobre su abdomen y lo apoyó contra la pared, necesitaba sentirlo... De pronto sonó la vibración de un celular contra la pared y Andrew rompió el beso, deslizó una mano por el bolsillo trasero de Neil y sacó el celular ofreciéndole, casi instintivamente Neil lo tomó y lanzó el aparato al alejado sillón, por un segundo pensó si ello tenía un significado, pero la parte coherente de Andrew se nubló cuando Neil imprimió un beso en el cuello y su atención retornó rápidamente hacia él, lo hizo una vez más y Andrew sintió el despertar de una descarga que recorría toda su columna. Sus labios volvieron a buscar insistentemente a los de Neil, los roces ásperos de su piel, la danza de sus lenguas y las mordidas eran ambiciosas, pero querían más.

Andrew había tenido delirios donde trazaba formas en el cuerpo de Neil, pero nada de eso le hacía justicia, las manos en sus costillas, sobre sus hombros, alrededor de su torno, sus dedos querían memorizar cada centímetro. A pesar de tocarlo sobre la camiseta podía recordar las cicatrices bajo la delgada tela, era un recuerdo que Neil no era cualquier persona, él era un sobreviviente al igual que él, pero tenía una bravura insistentemente testaruda de persistir una y otra vez, hacía que Andrew viera que no sólo era un cuerpo, era Neil con las defensas bajas y era Neil confiándole todo a Andrew. 

La boca de Neil se inclinaba sobre él cada vez más, podía sentir sus ansias por tocarlo también y Andrew quería por una vez no tener esa desconfianza rota en ser tocado igualmente, pero no podía...

Andrew deslizó sus manos por los brazos de Neil, hundió sus manos en los bolsillos de sus jeans y encontró unos tensos pero firmes puños apretados, supo que Neil no lo tocaría sin permiso. Entonces tomó las muñecas de Neil. Vaciló un segundo. Luego se sorprendió a si mismo cuando en un salto de obstinada determinación las apretó llevándolas a la altura de su cabeza, lo dio un fuerte beso y mirándolo a los ojos le susurró imperativamente –Sólo aquí– era una advertencia a la que Neil aceptó con un sincero –De acuerdo–.

Espero unos momentos mientras se acostumbraba a este nuevo tacto y le resultó agradable sentir cómo Neil se aferraba a sus cabellos atrayéndolo más hacia él por otro ansioso beso, su agarre era firme, deseoso, podía casi sentir la necesidad de Neil. Andrew no tardaría en querer venirse si él seguía así.

Posó una mano sobre su abdomen y la otra fue bajando, Neil besaba como los mil demonios todos juntos, no fue hasta que finalmente su mano llegó entre sus pantalones que su respiración rápida comenzó a aturdirlo, Neil jalaba cada vez más de su cabello casi haciendo un puño, Andrew tuvo que morderle un labio en señal de advertencia y Neil le comprendió relajando su agarre y dejando escapar una exhalación. Andrew desabrochó el botón del pantalón de Neil. Bajó la cremallera. Y lo tomó.

En las pocas experiencias consentidas de Andrew, había visto a hombres venirse, nunca le había importado en absoluto esas personas, no disfrutaba viéndolas. Con Neil todo era diferente... quería ser él quien lo llevara al límite. Fue rápido, casi rudo, como el choque de la personalidad de ambos, y mientras más rápido iba y lo llevaba al borde más aprendía de sus gesticulaciones, respiraciones fuertes y jadeos ahogados.

Antes de venirse Neil no pudo evitar decir "Andrew" entrecortadamente, algo que lo enloqueció lo suficiente como para besarlo profundamente hasta que sus respiraciones se fueron calmando poco a poco, quedando mejilla contra mejilla, Andrew casi podía oír los acompasados latidos de ambos a la par.

–¿Qué hay de...?– comenzó a decir poco después Neil, pero Andrew lo calló con un susurró –No– empujándolo para que no mirara abajo.

–No puedes volver con Kevin y Nicky así

–Dije que te callaras

–Dijiste "no" – aceptó Neil y no insistió más.

Neil lo atrapó para un último beso lento que él rompió, limpió su mano en su camiseta, Neil lo dejó hacerlo, luego dio un paso atrás para bajar las muñecas de Neil con precaución creyendo por un segundo que podrían ser otras manos, pero sus dudas se calmaron cuando Neil colocó sus propias manos detrás de su espalda.

Andrew le dio un vistazo a la imagen de Neil que tenía frente a la pared, sin indicios de daño, con su cara asimilando el recién revelado deseo, sus labios magullados permanecían entreabiertos, su mirada vidriosa, la piel brillante y sonrojada, su camiseta húmeda manchada por el desastre y su cremallera aún abierta, esta imagen hizo que comenzara a volver a subirle el calor.

–Vete– le dijo Andrew

–¿A dónde?

–A donde sea que no pueda verte– Alejándose lo suficiente de él.

Así sin más, Neil no vaciló, no dudó de él, no reclamó, obedeció y se fue, lo estaba aceptando tal cual era y no había indicios de prejuicios en su mirada cuando se fue.

Se quedó unos momentos apoyado a la pared, rememorando el reciente acontecimiento, recordó el calor de los besos de Neil, su respiración entrecortada, los besos por su cuello y comenzó a tocarse pensando en él, recordó la imagen de Neil jadeando su nombre y fue suficiente para llegar al borde de un delicioso éxtasis agudo.

Se dio un momento para saborear esa primera vez con él, tal vez no habría más veces, pero eso no le importaba en ése momento. Había valido la maldita pena.

Cuando sus pensamientos fueron poco a poco sujetándose de nuevo a la realidad, limpió sus manos en el agua fría del fregadero, tomó la lata de cerveza apoyando su espalda al frío refrigerador y dejó que lo inunde lentamente una silenciosa serenidad. Mientras su respiración se fue calmando y terminaba su cerveza, sintió el regreso de Neil, ninguno se dijo nada el uno al otro, pero podía sentir el peso de los ojos de Neil en él. No sabía qué encontraría en su mirada, pero no quería averiguarlo porque tampoco quería saber qué comunicarían sus propios ojos. Así que caminó por su lado para salir como si nada hubiera pasado.

Esa noche Andrew durmió pensando que el mundo era mucho menos aburrido con Neil, y pensando que no le importaría repetirlo, "ya tendré la oportunidad de parar si las cosas se enredan", se decía a si mismo. No entendía del todo lo que estaba haciendo, pero no podía evitar hacerlo y tampoco podía evitar sentir ese algo desplegándose cada vez más por su pecho, "quizás no soy tan inteligente como creí que era" pensó ahogando su cabeza en la almohada. 








All for the Game / Punto de vista de Andrew MinyardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora