Imagina estar en Nueva York, en vísperas de navidad... solo.
Adam odia la navidad.
Alissa ama todo lo que tenga que ver con navidad y fiestas.
Adam es serio y tranquilo.
Alissa es energética y feliz
Tan diferentes, pero tan iguales.
¿Serán una buena...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Te quiero.
10 de septiembre 2020
El cielo está nublado, parece que está a punto de caer una lluvia de esas que provocan accidentes y choques automovilísticos, el frío viento que corre hace que mi cabello se despeine, creando una cortina de cabello rubio a ambos lados de mi rostro.
Adam está a mi lado derecho, sujetando con fuerza mi mano, a mi otro lado está Melanie, que está enganchada a mí como si de un momento a otro fuera a escapar, Dave está a su lado. Mis padres están frente a mí, del otro lado del grande hoyo que hicieron en la tierra, mi mamá lleva unos lentes de sol para ocultar lo inflamado de sus ojos, mi papá no se molesta en ocultarlo, ambos parecen lo suficientemente perdidos en sus pensamientos, cuando un socio importante de mi abuelo empieza a hablar.
Yo tampoco estoy muy al pendiente de lo que el señor dice, solo quiero que esto se acabe para poder ir a mi vida normal en Nueva York, anhelo regresar a mi tranquilidad en mi departamento, anhelo ir a trabajar a la casa hogar y distraerme con montones de papeleos y juegos con el pequeño Andrew. Y aguantar los estirones de cabello que provocan las niñas más pequeñas.
En riesgo de sonar como una mala persona, sin corazón y sin sentimientos, puedo defenderme diciendo que yo ya no encajo para nada en esta ciudad, mi vida pinta mejor en Nueva York y aun con miles de dudas, decido estar allá. Aparte, la conversación final que tuve con mi abuelo no me dejó un buen sabor de boca y mucho menos un buen recuerdo de él.
Me dijo cosas que no pensé que volvería a escuchar. Cuando pasó lo del estúpido de Charles, mi abuelo estuvo muy insistente en que volviera con él, porque iba a atraer buenos resultados y más dinero, le importó poco como me sentía en ese tiempo. Y ese último día que hablé con él, me dijo que mi vida hubiera sido mejor si hubiera obedecido y perdonar al idiota.
"Tu vida sería mejor" y una mierda, mi vida sería gris, viviendo bajo la sombra de este estúpido legado, vivir con el odioso sentimiento de que a nadie le importas para bien y que solo te hablan por conveniencia y dinero. Él no pasó por nada parecido en su adolescencia y juventud, no quisiera volver a ese punto tan bajo en el que me mantuve la gran parte de la mía, no quiero ver ni en pintura a Charles, ni hoy, ni mañana ni nunca.
Pero las cosas no siempre salen como queremos, y de eso me di cuenta cuando el pequeño funeral terminó. Bajaron el féretro donde estaba el cuerpo de Rafael Jones, no me molesté en moverme de mi lugar, Dave, quien traía en sus manos una rosa, la dejó caer al vacío, Adam apretó mi mano y dirigí mi vista hacia él.
Sus ojos azul grisáceo me saludaron, sus mejillas tenían una barba que no suele ser muy peculiar en él, pues aquí en Chicago no se puede rasurar —por olvidadizo—. Sus labios rellenos se estiraron en una ligera sonrisa y no pude evitar soltar un suspiro, es tan guapo.