Imagina estar en Nueva York, en vísperas de navidad... solo.
Adam odia la navidad.
Alissa ama todo lo que tenga que ver con navidad y fiestas.
Adam es serio y tranquilo.
Alissa es energética y feliz
Tan diferentes, pero tan iguales.
¿Serán una buena...
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Desahogo.
Tomamos asiento en la pequeña sala que hay en la habitación, respiro profundamente antes de empezar a hablar.
—No diré que lo siento, porque no es así, al menos no en este preciso momento—mis manos se retuercen en mi regazo—. Pero sé que no fue la mejor manera de decirles las cosas, simplemente entiéndanlo como una explosión, después de tantos años de haberlo guardado por fin salió —levanto la vista hacia ellos, están callados y mamá asiente ligeramente—. No lo siento porque para mí no fue fácil vivir así.
—¿Por eso decidiste irte de Chicago? —pregunta la rubia que me dio la vida.
—Sí —contesto en voz baja —. Aparte, ya no podía estar ahí. Los planes que ustedes hacían con el abuelo me afectaban demasiado y nunca se ocuparon en preguntarme si estaba de acuerdo.
—Perdóname Alissa —habla papá.
—Con eso no remedian los años de complejos y llantos.
—No nos dábamos cuenta, corazón. Parecías una niña feliz con lo que tenías, te regalábamos lo que nos pedías, si querías ir a Disney u otro lugar, te llevábamos; nunca creímos que realmente te afectó.
—¿Sabes que es fingir, mamá? —sonrío a medias—. Hasta los doce años estuve de acuerdo con lo que me daban, después me dio un golpe de realidad y decidí portarme indiferente hacia sus tratos, y hacer como si su ausencia no me dañara.
—¿Lo hablaste con alguien más?
—Mi abuela era la persona que más me entendía —un sollozo sale de mi boca y bajo la mirada—. Pero ese no es el punto y les vuelvo a repetir—levanto la cabeza y enfrento su mirada—, no van a solucionar nada diciendo perdón.
Estoy siendo dura, porque se lo merecen. Porque mi corazón dice que ya fue suficiente y mi mente me dice que ya tuvimos mucho que soportar. Mamá se limpia las lagrimas y suspira, papá pone una de sus manos en la espalda de ella y toma una respiración profunda.
—¿De que otra cosa quieres hablar?
—En pocas palabras, me despidieron de la revista—sonreí a medias—, pero he encontrado muchas alternativas para seguir manteniéndome aquí; recientemente trabajo en una casa de adopción —introduzco el tema poco a poco—. Tal vez aquí les pueda ayudar de alguna manera en lo que quieren hacer.
Mis papás se quedaron inmóviles por unos cuántos minutos, como si trataran de procesar todo lo que les acabo de decir, después, reacciona mi papá aclarándose la garganta.
—Eso es... mucha información sobre ti en tan poco tiempo, linda —sonríe—. Me alegra que hayas buscado otras alternativas, y eso que dices de la casa de adopción —mira a mi mamá—, sería una buena opción ir, ¿No lo crees, Ana?