Día 84

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Mis ánimos estaban por los suelos, parecía que ya no había más nada que se pudiese hacer con respecto a mi situación con Popee y lo que más me enfurecía era el hecho de no saber si quiera la razón detrás del conflicto.

Suspire pesado por la rabia, la impotencia y el pesar.

— sigues pensando en ese rubio engreído, ¿no es así? —hablo Paola

— y que si es así —le respondí de mala gana

— quedarte en casa encerrada con tu depresión no te hará ningún bien, deberías salir —aconsejo

Estaba claro que tanto a Paola como a mí madre les importaba muy poco mi situación, ellas no sabían nada, ni siquiera yo sabía, pero aún así no hacen más que reprocharme todo el día. Estaba cansada de eso.

— Popee no es tu único amigo, ¿qué hay de Marifa o Kedamono?

Me puse a pensarlo un momento, parte de lo que decía era verdad.

No quería ver a Marifa o se pondría a hablar de lo sucedido. Sin embargo habían alguien más que me podría acompañar en mis penas.

— de acuerdo —le tome la palabra— saldré un rato, pero solo porque no quiero quedarme aquí a escuchar sus reproches

Y sin más salí de casa sin siquiera esperar una respuesta de mi tía, quedarme ahí con ellas dos recordándome el mal momento por el que pasaba y reprochandome a cada oportunidad que tenían no me ayudaba en lo más mínimo, era como en esas situaciones en las que te caías y tu madre en vez de ayudarte y darte consuelo, no hacía otra cosa que reprenderte.

Camine hasta la casa del peli-morado. Agradecía recordar la dirección. Toque el timbre con la esperanza de que se encontrase.

— sore wa gaikoku gito no on'nanokodesu

Escuché una voz detrás mío que me hizo dar un brinco del susto. Me gire para ver de quién se trataba, encontrándome así con aquella mujer de pelo púrpura y vestido en estampado de sandía, fumaba un cigarrillo; la mujer me miraba curiosa, parecía analizarme con la mirada.

— kedamono o sagashidesu ne?

Asentí sin entender mucho, con tan solo haber pronunciado el nombre de su hijo, intuí que me preguntaba si le estaba buscando.

Se acercó hasta mi y sonrío. Saco sus llaves abriendo la puerta para darme paso.

— kare wa jibun no heya no 2-kai imasu —dijo mientras señalaba hacía arriba con su dedo

— arigatō —tan solo le agradecí

Así fue como me adentre al sitio, subí las escaleras esperando encontrarme con aquel chico que buscaba. Más aquel lugar no era como la casa de los Masuda, las puertas no estaban decoradas ni personalizadas, por lo que no estaba segura de cual sería su habitación. No tuve más remedio que descubrirlo por mi cuenta.

Toque las cuatro puertas que ahí se encontraban, pero no recibí respuesta de ninguna, por un momento me pregunte si el chico en verdad se encontraba allí. Al final no tuve opción más que abrir cada una  hasta dar con su habitación.

Para mí suerte, la segunda puerta que abrí fue la indicada, había encontrado al peli-morado, pero este se encontraba un tanto.. indispuesto. Tumbado en la cama dormía tan profundo que incluso podía escuchar sus ronquidos, a pesar de ser las 6:00 pm.

Me adentre a la habitación para llegar hasta su cama, me agache para estar a su nivel y le observé, se miraba muy tierno mientras dormía, era uns pena despertarlo. Usualmente le despertaría gritando su nombre o moviendo lo tan fuerte como si de un terremoto se tratase, pero en esta ocasión, me decidí por presionar su nariz con mi dedo, cosa que funcionó, pues dejo de roncar y abrió sus ojos poco a poco.

LoveCircus | [PopeexReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora