Había terminado los quehaceres del hogar, no había más nada que pudiera hacer.
Me encontraba sola en casa, cuidando al pequeño Yuri, en ausencia de su madre y la mía que habían salido a hacer las compras. Mi madre sabía que dejándome a cargo del bebé me iba a ser imposible escapar y así fué.
Suspire pesado, otro día encerrada en casa, ahora está era mi prisión, no me dejaban salir ni siquiera para hacer las compras, comenzaba a desesperarme, sobre todo porque el tiempo avanzaba y sentía que me llevaba con el, tan solo me quedan unos días en este país, días que parecía los pasaría encerrada como un vil prisionero.
Mire a Yuri con envidia, el haría su vida en este país y yo debía regresar al mío, no era justo en lo absoluto.
La única manera de comunicarme con el mundo exterior era a través del celular, dónde chateaba tanto con Kedamono como con Popee. Pero, había algo más, no dejaba de recibir notificaciones de la albina, mensajes que me rehusaba a leer y llamadas que no paraba de rechazar, la había silenciado, pero a pesar de eso seguía ahí, por lo que no me quedo más remedio que bloquearla de mis contactos.
Me eche a la cama, mirando el techo con la mente en blanco, simplemente existiendo y respirando. Yuri dormía muy tranquilamente por lo que no debía preocuparme tanto. Poco a poco mis ojos se iban cerrando, comenzaba a quedarme dormida.
Entonces el timbre de la casa resonó en mis oídos despertándome al instante, mire a Yuri, el seguía dormido, pero no por mucho, no si el timbre seguía sonando como si no hubiese un mañana, lleno de desesperación.
Rápidamente me levanté, dirigiendome hasta el otro cuarto y así poder observar por la ventana. Al asomarme me sorprendí demasiado al ver quién se encontraba detrás de la puerta.
— deja de tocar así, despertarás a Yuri —le grité
El timbre se detuvo, aquella persona me miró con angustia y me dijo:
— T/N, necesito hablar contigo
La única persona que en verdad no quería ver se encontraba tras la puerta. Nada más y nada menos que Marifa Masuda.
— pero yo no, te pido que te vayas
— por favor, tan solo escúchame —suplico
— no hay nada que deba escuchar, ya no confío en ti Marifa
Sin más, me aleje de la ventana, no tenía ánimos de lidiar con ella.
— lo lamento
Escuché gritar a la chica. Me detuve a medio cuarto, sin mirar atrás, tan solo escucharía lo que tuviera que decir.
— lo siento tanto T/N, lo que hice estuvo mal lo comprendo, mi hermano apenas me dirige la palabra, no lo soporto, lo arruine en grande con ambos
— vete Marifa —le respondí
— no lo haré hasta que me escuches, la verdad es que en serio me agradas y a pesar de que todo fue planeado, cuando te conocí, cuando realmente me tomé el tiempo de conocerte me di cuenta que eras una gran persona y yo en serio te aprecio, en verdad te considero como una amiga, alguien a quien no quiero perder
— ¡porque te conviene mi amistad!, ¡solo por eso has venido a “disculparte”! —le grite enfadada
— ¡esa no es mi intención!, estoy aquí para disculparme en serio, aún si ya no confías en mí, aún si no puedes perdonarme, aún si me odias, al menos.. —su voz se quebraba— ¡al menos te pido que me escuches una última vez!
Podía escucharla sollozar, aún estando en el segundo piso. Cerré ambos puños con fuerza, odiaba esto, odiaba que me pusiera en esa situación, odiaba que pudiera escucharla llorar, odiaba el tono de su voz, odiaba que estuviese allí, pero sobre todo, odiaba el hecho de que se escuchará arrepentida, me ponía entre la espada y la pared, estaba arta de todo, tanto que termine por abrir la puerta.
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LoveCircus | [PopeexReader]
Fiksi Penggemar93 días de verano... Hace años que no veías a tu tía, Paola, quien es hermana de tu madre. Paola se caso con un hombre asiático y decidieron que vivirían en el país natal de este. Japón. Paola solía ser gimnasta y al inmigrar a otro país decidió tra...