En cuanto entré al aula de Química, me senté junto a Steve.
-¿Lista para un buen trabajo en equipo? – sonrió.
-¿Qué tramas? – entrecerré los ojos – ¿Acaso piensas arrojarme un matraz en la cara o qué mierda?
-Ya te dije que cero golpes, Maia – bufó.
Eso me dejó más tranquila así que miré al frente.
Después de que el profesor nos diera la instrucción para comenzar a preparar las reacciones, tomé el matraz y vertí el líquido en otro. En eso, este comenzó a burbujear.
-Eso no debería pasar – observó Donson – Regreso en un momento – se alejó.
No entendía por qué se iba hasta que el contenido del matraz explotó, llenándome de la extraña sustancia.
Busqué a Steve con la mirada. El muy idiota estaba sonriendo por la estúpida broma que me había hecho. Se acercó a mí y dijo:
-Nunca dije nada sobre explosiones – su sonrisa se amplió.
-Danvers – el profesor llamó mi atención – Ve a la oficina del director.
-Pero... – balbuceé.
-Pero nada – me interrumpió – Fuera de mi clase – señaló la puerta.
Fulminé a Steve con la mirada y tomé mis cosas para salir del aula. Me apresuré a llegar a la oficina del director. Por lo menos no estaba ocupado y me hizo pasar rápido.
-¿Ahora por qué estás aquí, Maia? – suspiró con cansancio.
-Fue culpa de Steve, papá – me defendí.
Sí, mi padre era el director del instituto y un muy buen abogado. Debido a que tenía dos empleos no estaba mucho tiempo en casa.
-¿Steve Donson? – frunció el ceño.
Asentí, tomando asiento.
-Sus bromas han sobrepasado el límite, y ya estoy cansada.
-¿Y crees que yo no? – levantó la voz – No hay día en el que no vengas a mi oficina. Te guste o no, debo sancionarte.
-Al que deberías castigar es a Steve – me crucé de brazos.
-Entonces los castigaré a ambos.
-¿A mí por qué?
-A él por hacer la broma y a ti por caer en ella. A eso súmale la mala broma que me hiciste ayer.
-¿Harás este castigo personal? – enarqué una ceja.
-Tengo todo el derecho – se recargó en el respaldo de la silla – Soy tu padre. Y si no puedo castigarte sin salir de casa, te castigaré aquí en el instituto – se acercó al micrófono y habló por los altavoces –: Steve Donson, a mi oficina. Ahora.
Esperamos un par de minutos antes de que Steve entrara a la oficina de mi padre y tomara asiento.
-Maia me explicó lo sucedido – dijo papá – Ambos son responsables de la explosión en el laboratorio, por lo que su castigo será limpiar la cafetería durante una semana.
-No hablarás en serio – exclamé, indignada.
-¿Acaso me estoy riendo? Ya he dicho, Maia.
-Esto no es solo por lo que pasó en el laboratorio y la broma que te hice. ¡También es por Noah!
-No me levantes la voz – golpeó el escritorio con la palma de su mano – Tu inmadurez está acabando con mi paciencia.
-Y tu intento por tomar decisiones por tus hijos está acabando con la mía – espeté.
ESTÁS LEYENDO
TENÍAS QUE SER TÚ
Teen FictionUna desilusión amorosa lleva a Maia Danvers a jurarse a sí misma no volver a involucrarse con ningún chico. Sin embargo, sus planes cambian cuando su mejor amiga le pide que finja ser novia de Steve Donson para hacerle entender que ningún chico tien...