2. ROMPIENDO MIS PROPIAS REGLAS.

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En cuanto entré al aula de Química, me senté junto a Steve.

-¿Lista para un buen trabajo en equipo? – sonrió.

-¿Qué tramas? – entrecerré los ojos – ¿Acaso piensas arrojarme un matraz en la cara o qué mierda?

-Ya te dije que cero golpes, Maia – bufó.

Eso me dejó más tranquila así que miré al frente.

Después de que el profesor nos diera la instrucción para comenzar a preparar las reacciones, tomé el matraz y vertí el líquido en otro. En eso, este comenzó a burbujear.

-Eso no debería pasar – observó Donson – Regreso en un momento – se alejó.

No entendía por qué se iba hasta que el contenido del matraz explotó, llenándome de la extraña sustancia.

Busqué a Steve con la mirada. El muy idiota estaba sonriendo por la estúpida broma que me había hecho. Se acercó a mí y dijo:

-Nunca dije nada sobre explosiones – su sonrisa se amplió.

-Danvers – el profesor llamó mi atención – Ve a la oficina del director.

-Pero... – balbuceé.

-Pero nada – me interrumpió – Fuera de mi clase – señaló la puerta.

Fulminé a Steve con la mirada y tomé mis cosas para salir del aula. Me apresuré a llegar a la oficina del director. Por lo menos no estaba ocupado y me hizo pasar rápido.

-¿Ahora por qué estás aquí, Maia? – suspiró con cansancio.

-Fue culpa de Steve, papá – me defendí.

Sí, mi padre era el director del instituto y un muy buen abogado. Debido a que tenía dos empleos no estaba mucho tiempo en casa.

-¿Steve Donson? – frunció el ceño.

Asentí, tomando asiento.

-Sus bromas han sobrepasado el límite, y ya estoy cansada.

-¿Y crees que yo no? – levantó la voz – No hay día en el que no vengas a mi oficina. Te guste o no, debo sancionarte.

-Al que deberías castigar es a Steve – me crucé de brazos.

-Entonces los castigaré a ambos.

-¿A mí por qué?

-A él por hacer la broma y a ti por caer en ella. A eso súmale la mala broma que me hiciste ayer.

-¿Harás este castigo personal? – enarqué una ceja.

-Tengo todo el derecho – se recargó en el respaldo de la silla – Soy tu padre. Y si no puedo castigarte sin salir de casa, te castigaré aquí en el instituto – se acercó al micrófono y habló por los altavoces –: Steve Donson, a mi oficina. Ahora.

Esperamos un par de minutos antes de que Steve entrara a la oficina de mi padre y tomara asiento.

-Maia me explicó lo sucedido – dijo papá – Ambos son responsables de la explosión en el laboratorio, por lo que su castigo será limpiar la cafetería durante una semana.

-No hablarás en serio – exclamé, indignada.

-¿Acaso me estoy riendo? Ya he dicho, Maia.

-Esto no es solo por lo que pasó en el laboratorio y la broma que te hice. ¡También es por Noah!

-No me levantes la voz – golpeó el escritorio con la palma de su mano – Tu inmadurez está acabando con mi paciencia.

-Y tu intento por tomar decisiones por tus hijos está acabando con la mía – espeté.

TENÍAS QUE SER TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora