21. ENTRE EL MIEDO Y LA CULPA.

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-¿Por qué Steve no vino con nosotras? – preguntó Soph.

-Tuvimos una pelea.

-Algo normal, creo yo.

-Esta vez fue diferente – nos detuvimos frente al colegio y me arrodillé frente a ella – Pero ya lo resolveremos.

-Eso espero, porque no quisiera verlos pelear como Hannah y Noah.

-¿Cómo? – fruncí el ceño.

-Molly dice que pelean con frecuencia – se encogió de hombros – Pero creo que hicieron las paces porque no han discutido en los últimos días.

Interesante, pensé.

-No te preocupes por lo que pase entre Steve y yo – forcé una sonrisa – Tu prioridad es asistir al colegio.

-Bien. ¿Vendrás por mí?

-Por supuesto.

Esperé hasta que entrara al colegio para tomar un taxi. No asistiría a clases hasta solucionar las cosas con Steve. Aunque no solo lo hacía por la venganza sino para no perjudicar a Sophie.

**********

Sabía por April que Steve no había dormido en casa, pero no fue difícil deducir en dónde estaría: en la casa de sus padres. Tras tocar el timbre repetidas veces y golpear la puerta, tuve que forzar la entrada. Steve estaba enojado y definitivamente estaba dispuesto a dejarme afuera.

-¿Qué diablos haces aquí? – apareció en el vestíbulo. Llevaba la misma ropa que ayer; a excepción de la camiseta, pues su torso estaba desnudo. Incluso, a pesar de la distancia, pude percibir el olor a tabaco y alcohol.

-No llegaste a dormir a casa de tus tíos – me dirigí a la sala y arrojé mi mochila al sillón – Lo cual me importa una mierda – lo miré. Él estaba apoyado en la pared de enfrente – La cuestión es que rompiste las reglas que establecimos para una mejor convivencia. Sophie preguntó por ti y...

-No quiero seguir escuchándote – me interrumpió – Vete, Maia.

-No te desharás tan fácilmente de mí – me crucé de brazos – Ambos firmamos un acuerdo y debemos cumplirlo.

-¿A quién le importa ese jodido acuerdo? – espetó, enderezándose.

-¡A Shophie! – me exasperé – Y no sé tú, pero a mí me importa graduarme con excelentes notas. Así que te ducharás y vestirás porque le prometimos a esa niña que cenaríamos juntos todos los días.

-Eres imposible e insoportable – dijo entre dientes.

-¡Y tú un imbécil egocéntrico! – contraataqué.

-¡Siempre quieres que todo se haga a tu manera!

-¡Al igual que tú!

-Eres un dolor de cabeza.

-Me alegra saberlo – sonreí con suficiencia – Al menos tengo un propósito en la vida: ser lo suficientemente molesta como para que tipos como tú no se me acerquen.

-Y a mí alegra ser el único que pueda acercarse a ti – caminó lentamente hacia mí – Es bueno saber que soy el único chico que cumple con tus expectativas.

-Lamentablemente – bufé – Es terrible ser la chica que te hizo sentar cabeza.

-Y eres la chica que me vuelve loco y que cada vez que te veo quiera llevarte a la cama – acortó la distancia que nos separaba y me besó.

TENÍAS QUE SER TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora