22. EL INFIERNO EN LAS PERSONAS.

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POV MAIA.

La noche anterior Steve, Sophie y yo nos quedamos despiertos; escuchando música y platicando. Ninguno pudo conciliar el sueño, pues teníamos diferentes preocupaciones: Sophie sobre sus padres, Steve sobre su familia y yo sobre las personas que me habían lastimado.

Después de bañarme, bajé a la cocina y me sorprendí al ver a Steve y a mi padre preparando el desayuno.

-¿Qué creen que hacen? – exclamé.

-¿Tú qué crees? – respondió Donson, sin mirarme.

-¿Intentando incendiar la cocina? – ironicé, acercándome a ellos – Papá, tu corbata está en llamas.

Él reaccionó con rapidez y corrió al fregadero para rociar agua sobre la punta de su corbata. Sophie entró en el momento exacto en el que mi padre maldecía por lo bajo.

-¿Eso se considera una grosería? – me preguntó.

-Absolutamente.

-No pienso darte cien dólares más – repuso papá con una sonrisa antes de salir y subir corriendo a su habitación para cambiarse la corbata.

-¿Es normal que el tostador eche humo? – señaló la pequeña.

Atravesé la cocina a grandes zancadas y apagué el tostador.

-Si su intención era incendiar la cocina, lo están haciendo a la perfección – mascullé, sacando el pan de la tostadora para dejarlo junto a los demás que se habían quemado. Después regresé con Steve – Apártate, Donson – le di un empujón con la cadera – Será mejor que me encargue del desayuno si queremos permanecer con vida.

Diez minutos después estábamos desayunando huevos con tocino, jugo de naranja y el pan que Steve y mi padre habían quemado. En eso, Donson se levantó y rebuscó en la alacena.

-¿En dónde diablos guardan el café y azúcar?

-Grosería – observó Sophie.

Como respuesta, Steve sacó una moneda y se la lanzó a la pequeña.

-Arriba – dije –: segunda puerta a la izquierda.

Asintió, agradecido; y sacó lo que necesitaba antes de regresar a su asiento. Cuando abrió ambos tazones, frunció el ceño.

-¿Quién pone el café en el tazón de azúcar y viceversa?

-Maia – respondió papá.

Steve me interrogó con la mirada.

-El hecho de que los tazones lleven el nombre de lo que debe ir ahí, no quiere decir que siempre deba ser así – objeté – Las reglas están hechas para romperse todo el tiempo.

Torció el gesto y supe que estaba ocultando una sonrisa.

-Debo irme – papá se levantó, pese a que aún no terminaba su desayuno – Necesito pasar a la fiscalía antes de ir al instituto.

Sabía que iría para saber sobre el caso de Frederick y mi madre, lo cual me preocupaba.

-Mantenme informada – me limité a decir.

**********

-Debo admitir que me sorprendí cuando pasaste por mí a mi casa – comentó Brooke mientras la cocinera nos servía nuestro desayuno.

Para ser sincera, yo también me había sorprendido. Después de dejar a Sophie en el colegio, le pedí a Steve que pasáramos por Brooke. Él no hizo preguntas, simplemente asintió y condujo en silencio.

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