15. ALGO INESPERADO.

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-¿Es obligatorio vestir formal? – preguntó Sophie mientras caminábamos por el Centro Comercial.

-Desgraciadamente – suspiré con cansancio – Créeme, a mí tampoco me agrada la idea de usar un vestido y socializar.

-¿Y si nos quedamos en casa? – sugirió.

-Imposible – negué.

-Maia, el chico que golpeaste afuera del instituto, ¿era tu novio?

-Lo que sea que teníamos, está en el pasado – me limité a decir.

-¿Te... hizo daño?

Sentí la mirada de Steve pero, cuando volteé a verlo, él inmediatamente regresó su atención al frente.

-Eres muy pequeña para entenderlo – evadí, ignorando el nudo en mi estómago.

-No soy tan pequeña – objetó – Puedo entenderlo. Solo explícame.

-En realidad no quiero hablar al respecto – admití.

Entramos a una tienda de ropa y nos dirigimos a la recepción.

-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles? – la encargada nos regaló una sonrisa.

-Estamos buscando dos vestidos para una fiesta de gala – expliqué.

-Síganme – comenzó a caminar – Le mostraré los vestidos que tenemos para usted y su hija. Su esposo puede esperar en el pequeño salón.

Steve y yo nos ahogamos con nuestra propia saliva y comenzamos a toser.

-Tus papás son muy raros – escuché que la encargada le susurraba a Sophie.

-Lo sé – respondió ella.

No quise mirar a Steve así que seguí a la encargada hasta una gran habitación donde había vestidos de diferentes tallas, colores, modelos y tamaños. La mujer nos proporcionó algunos para Sophie y después entramos a un vestidor. Ahí ayudé a Sophie a ponerse el primer vestido.

-¿Puedo enseñárselo a Steve?

-Vamos – la tomé de la mano y salimos.

Steve estaba tecleando algo en su celular cuando nos acercamos. Levantó la cabeza y sonrió al ver a Sophie.

-Te ves bien – comentó.

-¿Solo dirás eso? – me crucé de brazos – Es tu hija de la que estamos hablando.

-Aunque no lo creas, no soy un diseñador o experto en moda – repuso.

-En ese caso, guarda esta imagen en tu diminuto cerebro – lo señalé – Iré a ponerle otro vestido y tú dirás con cuál se ve mejor.

-Bien – suspiró – Pero que solo sea uno. No quiero que me sorprendas con que serán más.

Intercambié una mirada con la encargada y ambas comenzamos a reír.

-¿Por qué mierda se ríen? – quiso saber.

-Claramente no has salido de compras con una chica, Donson – afirmé. No acostumbraba a salir de compras pero sí era obligada por mi mejor amiga a acompañarla, por lo que sabía al respecto.

-¿Y eso qué significa?

-Que le probaré todos los vestidos que sean necesarios hasta que encontremos el indicado para ella.

-¡No me jodas!

-Ya van dos malas palabras – le advirtió Sophie antes de regresar al vestidor.

Repetimos el proceso de ponerle el vestido y salir para que Steve lo viera; once veces más. El pobre estaba desesperado y como no se sentía capaz de recordar todos los vestidos, decidió tomar fotos con su celular.

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