6. ¿CÓMO SABER SI ES AMOR?

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Después de un fin de semana largo, otra vez estábamos de regreso en el instituto. Para mi mala suerte, estaba en clase de Química — junto a Steve —, manejando algunos reactivos y con el profesor Sabatia lanzándome miradas de advertencia. No sabía por qué solo me miraba a mí cuando Steve había sido el único responsable de la explosión.

-¿Qué harás después de clases? – Steve me tomó por sorpresa con su pregunta.

-¿Desde cuándo te importan mis planes, Donson? – inquirí en un susurro. No quería que el profesor me sacara de clase y perdiera la nota del experimento.

-Desde que me pediste ayuda para enseñarte algunas bromas – susurró de vuelta.

-Lo había olvidado – y era cierto. En lo único que pensaba era en evitarlo a toda costa. No me gustaba la sensación que experimentaba cada vez que estaba cerca de él. Tal vez se debía a que le estaba mintiendo para mi propio beneficio. Comenzaba a cansarme de esta situación, y eso que apenas iniciaba.

-¿Entonces ya no estás interesada en que te ayude? – parecía decepcionado.

-Estoy bien así – me acomodé los lentes de protección que comenzaban a resbalar por el puente de mi nariz.

-Si fuera tú, lo pensaría mejor.

Pero no eres yo, pensé.

-¿Por qué estás tan interesado en que acepte tu ayuda? – lo miré a los ojos.

-No lo hago por beneficio propio. Si te ven conmigo, tendrás más amigos, más vida social.

-En realidad eso no me interesa. Además, no creo que quieras soportarme más tiempo de lo que ya lo haces aquí en el instituto. Tú mismo has dicho que estoy loca.

-Uno trata de ser amable y no lo dejas – rompió el contacto visual y centró toda su atención en los reactivos.

-Hemos sido vecinos desde hace diez años y nunca antes te habías interesado en ser amable o ayudarme. Solo te has limitado a hacerme la vida imposible con tus bromas que han logrado acabar con mi paciencia.

-¿Sueles ser así de sincera? – rio por lo bajo.

-No tengo porqué fingir que me alegra que me molestes o golpees – me encogí de hombros – Sería como resignarme a que me arruines la vida.

-Tampoco es para tanto – encendió el mechero de Bunsen.

-¿Crees que con tus bromas soy completamente feliz? – miré por el microscopio e hice algunas anotaciones en mi libreta – Desde la primera broma me he mantenido alerta, pero me sorprendes con cada golpe. Son algo tan espontáneos que me dan migraña. Literalmente. Siempre me golpeas en la cara, provocando hemorragias, dolores de cabeza insoportables e incluso tabiques desviados.

-Al parecer golpeo fuerte – dijo sin inmutarse.

-Lo cual no es ninguna novedad – regresé mi atención hacia él –, ya que eres receptor.

-¿En serio? – se burló.

-En serio.

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba y negó con la cabeza. Sin decir nada más, continuó con el experimento.

**********

El entrenamiento de porristas había finalizado y tanto Hannah como yo nos reunimos con Noah y April en las gradas. Mason y Steve aún no terminaban con su entrenamiento; por lo que teníamos que esperarlos, pues Noah había tenido la grandiosa idea — nótese el sarcasmo — de ir a comer todos juntos, y Hannah había dicho que era mi oportunidad para acercarme a Steve sin que nadie sospechara nada.

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