23. NO TODO ES FINGIDO.

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-Es un buen lugar para tener una primera cita – comenté, mientras tomábamos asiento.

-Soy nuevo en esto – se disculpó.

-No me malinterpretes – me apresuré a decir – Hablo en serio. Este lugar me agrada. Pienso que la comida de Mitchell's es la mejor de todo San Francisco.

En ese momento, Marcus apareció.

-Sigues trabajando aquí – observé.

-No suelo dejar los trabajos botados – masculló.

-¿Tienes algún problema conmigo? – enarqué una ceja.

-El problema es conmigo, ¿no es así? – Steve lo miró.

-Con ambos, en realidad – espetó – Mis amigos y yo estamos en problemas. Con lo que pasó con Jayden y Brian, la policía nos está investigando.

-¿Tienes miedo de lo que encuentren? – pregunté – Jayden es un violador y Brian su proveedor de drogas. ¿Seguro que quieres a personas así como amigos? ¿Acaso quieres terminar como ellos?

-¿Es una amenaza?

-Tómalo como quieras.

-Lo que hizo Jayden estuvo mal – estuvo de acuerdo –, pero Brian solo intentaba ayudarlo. Eso es lo que hacen los verdaderos amigos: se apoyan en las buenas y en las malas. Dime, ¿tú mejor amiga haría lo mismo por ti? ¡Lo dudo!

-¿Insinúas que Hannah no es una buena amiga?

-Tómalo como quieras – fingió una sonrisa – ¿Van a ordenar algo o no?

Steve no tardó en pedir por ambos y dejar que Marcus se marchara.

-Ignóralo, Maia – tomó mi mano por encima de la mesa – Es un imbécil.

-¿Estás defendiendo a Hannah? – elevé ambas cejas – Pensé que no te agradaba.

-Nunca dije que no me agradara. Solo pienso que es extraña. Sin embargo, no creo que ella sea capaz de dejarte sola en una situación difícil. Y si así fuera, ten por seguro que puedes contar conmigo.

Le sonreí, agradecida.

-Pero mejor cambiemos de tema – suspiró.

-¿Sobre qué quieres hablar? – aparté mi mano, usando el pretexto de colocar un mechón de cabello tras mi oreja. No me gustaba la sensación que experimentaba cada vez que Steve me tocaba.

-Quiero hablar sobre ti. Sobre tus sueños, esperanzas... Todo lo que quieres en la vida.

-Creo que ya lo sabes – apoyé ambos codos en la mesa – Me encanta la música. La siento como algo corporal, ¿sabes?: no solo llega a mis oídos, sino que me recorre por completo, me envuelve y me hace vibrar. Es por eso que quiero dedicarme a eso.

-Al menos ya tienes el apoyo de tu padre.

-Con o sin su apoyo, habría seguido con mi sueño – repuse – Me cansé de intentar complacer a los demás. Me pregunto si acaso les importa lo que pienso.

-A mí me importa – sonrió.

Abrí la boca para responder. No sabía qué decir exactamente y agradecí que Marcus reapareciera con nuestra orden. Sin esperar un agradecimiento, se marchó.

-¿Sabes? – Steve llamó mi atención – Creo que eres de esas personas que fingen estar bien cuando en realidad están mal, que dicen que no les interesa cuando es todo lo contrario, que prefieren que les digan que no tienen corazón en lugar de que sepan que no es así y que prefieren ser odiados a ser amados por el temor de ese simple sentimiento – hizo una pausa – Creo que te asusta que alguien de verdad quiera estar contigo.

TENÍAS QUE SER TÚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora