-Esto es demasiado corto – me alisé el uniforme de porrista que Hannah me había dado, el cual consistía en una falda tableada roja y una playera blanca de manga larga.
-Te acostumbrarás – sonrió – Por cierto, April me preguntó al respecto.
-¿Y qué le dijiste?
-Lo que acordamos: que había sido una apuesta.
Salimos de los vestidores y nos encontramos con las demás chicas en el campo. Hannah tenía razón: el equipo de futbol entrenaba hoy.
Practicamos las rutinas por un largo tiempo hasta que Hannah dijo que tomáramos un descanso. En eso, alguien gritó mi nombre. Giré sobre mis talones, encontrándome con Steve en su uniforme del equipo; corriendo hacia mí.
-April me habló sobre la apuesta que hiciste con Hannah – se quitó el casco – Y no lo voy a negar, realmente tengo curiosidad.
-Es una larga historia – el sol me daba directamente en el rostro, por lo que tuve que cubrirme con una mano.
-Yo tengo mucho tiempo. Mi entrenamiento acaba de terminar.
-Pero el mío no.
-Te queda bien el uniforme – me miró de arriba abajo sin ningún pudor.
Me reí, sin saber de qué otro modo reaccionar.
-Hablo en serio – ladeó la cabeza, como para estudiarme desde otro ángulo.
Lo poco que quedaba de una sonrisa desapareció de mi rostro.
-¿Qué te parece si después de tu entrenamiento vamos a comer? – sonrió – Yo invito.
-Si este es tu intento para llevarme a la cama, pierdes tu tiempo – me crucé de brazos – Eso jamás pasará.
Rio por lo bajo y dijo:
-Esas no son mis intenciones.
-¿Y cuáles son? – enarqué una ceja.
-Saber más sobre la apuesta que hiciste con tu mejor amiga.
-¡Maia! – gritó Hannah.
-¿Entonces...? – alargó Steve.
Lo pensé detenidamente. Rechazar su propuesta no era una opción. O eso era lo que Hannah me había dicho. Así que esta era mi oportunidad para que Steve cayera en nuestra trampa.
Solté un suspiro, resignada.
-¿Te importa si voy con el uniforme de porrista? Una chica derramó su malteada sobre mi ropa y no llevo conmigo un cambio.
-Por mí está bien – su sonrisa se amplió.
-¿En dónde nos vemos?
-Solo iré a ducharme y regreso por ti.
**********
El entrenamiento terminó y después de despedirme de las chicas, caminé hasta Steve, el cual me esperaba en las gradas.
-Eres buena para la gimnasia – comentó, poniéndose de pie. Sacó un cigarro y lo colocó entre sus labios.
Se lo quité y lo guardé en el bolsillo de su chaqueta.
-Mentías cuando dijiste que solo fumabas cuando estabas ansioso o nervioso.
Comenzamos a caminar.
-Todo el mundo miente con frecuencia.
-Excepto yo – resoplé – Cuando lo hago me da hipo.
-Debe ser una maldición – murmuró.
-Totalmente – debía hacerle creer que me era difícil contener el hipo. Solo así caería en todas las mentiras que se aproximaban – Por más que lo intente, termino por hipar.
**********
-¿Y cómo irás vestida a la fiesta? – Steve inició con la conversación mientras esperábamos nuestra pizza – ¿Con pijama? – bromeó.
-Tentador – entrecerré los ojos – Pero eso también forma parte de la apuesta.
Elevó ambas cejas, pero lo dijo nada.
-¿Ya cambiaste el vidrio roto de tu ventana? – cambió de tema.
-No he tenido tiempo.
-Me disculparía, pero no me arrepiento de lo que hice.
-Y yo tampoco me arrepiento de haberte golpeado – sonreí con suficiencia.
-Parece que estamos a mano.
Eso creía. Pero no se imaginaba lo que se aproximaba. Steve Donson sabría lo que era el verdadero sufrimiento.
**********
Entré a casa y me dirigí a la cocina, en donde mis hermanos estaban bebiendo cerveza.
-¿Decidiste ser porrista? – Mason me miró con el ceño fruncido – ¿Así sin más?
-Hice una apuesta con Hannah – me encogí de hombros.
-Papá me habló sobre la discusión que tuvieron en el instituto – comentó Noah.
-Sobre eso... ¿Por qué permitiste que arruinara tu vida?
-No quiero decepcionar a nuestro padre, Maia – sus hombros decayeron.
-¿Y prefieres estudiar algo que no te gusta solo por complacerlo? – inquirí.
-Creo que ya es tarde para cambiar de opinión – suspiró con cansancio.
-En eso te equivocas, hermano – intervino Mason – Puedes dejar Connecticut e ir a Boston. Ese es tu más grande sueño.
Noah permaneció en silencio, cabizbajo.
-¿Simplemente te resignarás? – preguntó Mason.
-Ya no puedo hacer nada al respecto.
-Yo no me quedaré de brazos cruzados viendo cómo mi padre arruina la vida de una de las personas que más me importan en la vida – repuse.
Levantó la cabeza de golpe.
-Prométeme que no harás nada – suplicó – Deja las cosas como están. No las compliques.
Complicar las cosas es mi especialidad, pensé.
-No te puedo prometer algo que no planeo cumplir – afirmé.
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TENÍAS QUE SER TÚ
Genç KurguUna desilusión amorosa lleva a Maia Danvers a jurarse a sí misma no volver a involucrarse con ningún chico. Sin embargo, sus planes cambian cuando su mejor amiga le pide que finja ser novia de Steve Donson para hacerle entender que ningún chico tien...