Para clase de sociología, la profesora Justman nos había traído a un orfanato, así que todos los alumnos de último año estábamos reunidos en un pequeño salón. Incluso mi padre y Noah estaban aquí.
-Estamos aquí para un proyecto social – explicó papá – Este año, la profesora Justman presentó una excelente propuesta, la cual llevarán a cabo.
-Muchos adolescentes no saben la gran responsabilidad que conlleva al formar una familia a temprana edad – dijo la profesora – El embarazo es algo que los adolescentes de hoy en día no previenen e ignoran. Y el trabajo es doble cuando son madres o padres solteros y no reciben el apoyo de su familia – alternó la mirada entre los presentes – Es por eso que nuestro proyecto social de este año será formar una familia. Y no se alarmen – se apresuró a decir –, no les pediré que se embaracen – todos rieron – El proyecto consistirá en convivir con los niños de este orfanato y ellos mismos elegirán a sus padres temporales para las próximas ocho semanas. Y para que el proyecto tenga más credibilidad, el niño o la niña tendrá que vivir con ustedes. Inclusive el instituto les asignará un número de seguro social en caso de que el niño necesite ser atendido. Por último, los padres temporales deberán entregar un ensayo sobre la vida del niño a su cuidado. Tendrán que esforzarse si quieren obtener una excelente nota para graduarse. ¿Alguna duda?
Una chica de enfrente levantó la mano.
-¿Nuestros padres saben al respecto? – preguntó – Porque será difícil convencerlos para que nos dejen ir a vivir a la casa de un chico o viceversa.
-Sus padres están al tanto – respondió mi padre – Y han aceptado.
-¿Así de fácil? – inquirí.
-Claramente les explicamos el objetivo, el cual es concientizar a los jóvenes sobre el embarazo adolescente. Ahora diríjanse al patio trasero en donde los niños los esperan. Suerte.
**********
Tras hacer mi mayor esfuerzo para socializar con todos los niños, decidí regresar al interior del orfanato y recorrer el lugar. En una de las habitaciones del segundo piso había una niña — quizá de 7 años — mirando por la ventana. Estaba tan absorta en sus pensamientos por lo que opté dar media vuelta para darle privacidad.
-Hay demasiadas personas abajo – comentó.
Giré mi cabeza. Ella permanecía mirando por la ventana.
-Por esa razón estas aquí, ¿no es así? – agregó.
-Odio a las personas – admití, adentrándome a la habitación.
¿Pero qué mierda haces, Maia? Es una niña. No puedes hablarle de odio.
Lo sé, consciencia, lo sé.
-Me pasa exactamente lo mismo – me miró.
Sinceramente era una niña hermosa. Su cabello lacio color negro y esos ojos color miel no podían pasar desapercibida. Por no mencionar su seriedad y tranquilidad con la que hablaba.
-Mi padre siempre me reprendía por no querer socializar en las fiestas de gala – me senté a su lado en el alfeizar de la ventana.
-¿Qué es una fiesta de gala? – frunció el ceño ligeramente.
-Un evento de gente con dinero – hice una mueca –, que por lo general suele ser obstinada.
-¿Por lo general? Yo pienso que lo son todo el tiempo.
-¿Sabes? – sonreí –, me recuerdas a mí cuando era pequeña.
-Llevamos dos minutos hablando, ¿y dices que te recuerdo a tu "yo" de pequeña? – ladeó la cabeza – ¿Qué te hace pensar que somos iguales? Es decir, dudo que tengamos cosas en común. Para empezar, tú tienes padres y yo no.
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TENÍAS QUE SER TÚ
Teen FictionUna desilusión amorosa lleva a Maia Danvers a jurarse a sí misma no volver a involucrarse con ningún chico. Sin embargo, sus planes cambian cuando su mejor amiga le pide que finja ser novia de Steve Donson para hacerle entender que ningún chico tien...