En el silencio de la noche, la carcajada proveniente del cuarto de Minato provocó en primera instancia, un sobresalto en el fino oído de Kakashi y posteriormente, un terror sin igual cuando la carcajada fue sustituida por una tos incontrolable.
Sin siquiera tener tiempo a pensar, el cuerpo de Kakashi reaccionó al instante entrando en el edificio creyendo que algo malo sucedía pese a que a sus fosas nasales no llegaba el aroma de ningún otro lobo que no fuera Naruto. Aun así, atemorizado como estaba, prefirió salir de dudas creyendo que Minato podía necesitar ayuda.
Subió las escaleras de la casa como alma que lleva el diablo y justo en la puerta, se encontró con Naruto. Con la mano en el pomo, la respiración agitada y su corazón desbocado, Naruto ni siquiera pensó en hablar con Kakashi en ese instante, sólo deseaba abrir la puerta y comprobar que todo estaba bien. Aquella carcajada seguida de la tos había provocado que saliera de su profundo sueño y se alarmase al instante. En pijama y con el gorrito de dormir sobre su cabeza, Naruto abrió la puerta adentrándose en la oscuridad del cuarto. Al fondo, una única luz les indicaba a ambos lobos el camino hacia donde debía estar Minato: la luz proveniente de la mesilla de noche.
Los dos se observaron un segundo antes de salir corriendo hacia el otro lado de la cama para comprobar que realmente, sus olfatos no les engañaban y el aroma a muerte venía de ese lado. Al rodear la cama, sentado en el suelo, Minato se miraba la palma de la mano con algo de sangre.
- ¿Papá? ¿Estás bien? Deja que te ayude a levantarte.
- Estoy bien, Naru. Estoy bien. Lamento haberte asustado.
Agarrándose a los fuertes brazos de su hijo, se dejó ayudar por él a levantarse, aunque en cuanto estuvo a la altura suficiente, se sentó en el colchón. Se agotaba con facilidad y últimamente apenas podía estar de pie unos minutos sin necesitar un asiento.
Minato trató de calmarse durante unos segundos, sin embargo, al mirar a su hijo y posteriormente a Kakashi, que permanecía de pie al otro lado de la cama cerca de la puerta, se dio cuenta por la mirada de ambos de que estaban realmente preocupados.
- Estoy bien, en serio – trató de sonreír para que le creyeran aunque parecía complicado por la sangre que había escupido tanto en su mano, como en el suelo.
- Voy por tu medicación – susurró Naruto un poco mas relajado pese a que todavía estaba angustiado en su interior. Ver a su padre morirse lentamente no era algo que le gustase y esa misma idea se la hizo saber a Kakashi cuando al pasar por su lado, le miró con esos ojos desafiantes y penetrantes.
En cuanto Naruto se alejó por el pasillo, Minato miró a Kakashi. Seguía de pie sin saber muy bien qué hacer. Cuando sus miradas se cruzaron, ambos quisieron hablar al mismo tiempo entorpeciéndose y haciéndoles sonreír al haberse atropellado.
- Lo siento – dijo finalmente Kakashi ante el silencio que reinaba tras aquel tenso momento – no debí entrar por aquí de esta forma tan brusca, pero...
- Estoy bien, te prometo que me encuentro bien. De hecho, iba a levantarme porque deseaba hablar contigo de algo importante.
- Si es sobre el mordisco... mi opinión no ha cambiado al respecto en todos estos años – susurró Kakashi creyendo que los tiros irían por ahí. Minato sonrió.
Kakashi siempre había tenido una idea muy clara sobre la mordedura y desde luego, nunca fue algo que quisiera para Minato, pero era cierto que, en parte, tras enterarse de su enfermedad, le pasó por la cabeza un par de veces, aunque siempre acababa rehusándola.
- No era sobre eso. Sé muy bien lo que opinas sobre ese tema y lo entiendo. Es sólo que siento que se me agota el tiempo y necesito sacar todos estos sentimientos que guardo en mi interior y he tratado de ocultar durante todo este tiempo. Necesito decirte todo antes de marcharme.
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Twain Harte (Naruto: Naru-Sasu, Kakashi-Minato)
FanfictionHistoria creada por Kaoru Himura y Fullbuster. Una mordedura le cambió, le hizo caer en el infierno para encontrar entonces el amor, pero en un mundo regido por las normas sobrenaturales, descubrió la traición. Años después, el lobo alfa que una vez...