Capítulo 18: Beta

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Año y medio después:

Un frío viento otoñal enrojeció sus mejillas. Su aliento pronto dejó escapar una pequeña nube de humo blanco, pero no detuvo sus piernas. Corría por el bosque, escuchando el crujir de las hojas marrones de los frondosos arces que no paraban de caer para dar paso al crudo invierno que pronto llegaría.

Su olfato no era ni de lejos tan bueno como el de otros miembros de su manada, pero a un kilómetro, podía detectar fácilmente la presencia de las personas a las que buscaba.

Un ruido hizo que se detuviera al instante, mirando a su derecha, cómo a la lejanía, un ciervo rebuscaba entre algunas ramas una brizna de hierba que llevarse a la boca. Algunas ardillas recogían frutos del suelo y los llevaban a sus guaridas y más lejos aún... el fluir del arroyo llegó hasta él. ¡Estaba tenso! Demasiado tenso, quizá por eso estaba tan atento a todos los ruidos. No quería llegar en ese estado hasta las personas que buscaba, así que intentó relajarse.

Sasuke era capaz de detectar su aroma a tres kilómetros de distancia. ¡Era increíble lo que había mejorado! Y estaba convencido de que ya sabía que estaba en camino. Ni siquiera Naruto o Sai eran capaces de llegar a esa distancia, y desde luego... él como mucho, tenía un olfato capaz de detectar presas e identificar olores hasta cerca de kilómetro y medio, quizá un poco más, pero desde luego, no pasaba de los dos kilómetros.

El resto del trayecto lo hizo caminando. No quería parecer demasiado efusivo, ni preocupado, aunque era posible que la reacción de su cuerpo, el sudor y algunas otras mezclas químicas de su organismo, ya le hubieran dicho a Sasuke todo lo que necesitaba saber de él.

Al llegar a la zona, miró a lo alto de un árbol. Sasuke tenía la espalda reposando sobre el gran tronco casi pelado. Casi todas las hojas estaban ahora en el suelo, húmedas y resbaladizas. Pese a que hacía algo de frío, tan sólo parecía llevar una manga corta bajo esa chaqueta oscura del equipo de natación cuya cremallera había cerrado hasta la mitad de su pecho. Su pierna izquierda estaba doblada, apoyando su brazo en ella y dejando así que la cabellera rubia de su novio reposase sobre su brazo mientras el rostro del moreno acariciaba esos dorados mechones y comprobaba con su olfato que seguía tranquilo y relajado.

Nunca antes había visto a Naruto dormir tan tranquilo. Allí encima del árbol, junto a Sasuke, se había relajado completamente dejando que el ahora beta se encargase del control de toda la situación. Le dio un poco de envidia, porque él nunca llegó a tener esa clase de relación con él. Era obvio que mientras él fue beta, siempre confió en él y delegó algunas cosas, pero nunca se relajó completamente. Le daba la sensación de que incluso si ahora hubiera un terremoto, él no se despertaría, dejando que Sasuke se ocupase de toda la situación por él. En parte, le alegró saber que por fin, el alfa tenía un auténtico beta a su lado, digno de toda su confianza y en el que podía poner el peso de toda la manada para buscar unas horas de relajación y descansar.

- Huelo a sangre. ¿Estás bien? – susurró Sasuke como si no quisiera despertar a Naruto.

Gaara alzó la mano con una ligera sonrisa, mostrándole la sangre ahora seca. Gracias a sus genes de hombre-lobo, su herida había cerrado casi al instante, sin embargo, la sangre seca seguía presente.

Dio un salto y con sus garras activadas, subió hasta el árbol cercano y se sentó frente a la pareja. Sasuke seguía tranquilo y relajado, pero como suponía, todos sus sentidos estaban activos para impedir que cualquier depredador pudiera atacarles. Debía tener controlados sus tres kilómetros en todas direcciones.

- ¿Qué más has olido? – lanzó una ligera sonrisa Gaara.

No quería tener que explicarle más debilidades de las que ya habría podido percibir el moreno, pero éste sonrió como si lo supiera todo, aun así, se calló algunas cosas.

Twain Harte (Naruto: Naru-Sasu, Kakashi-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora