Capítulo 54: La parca

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Apenas estaba consciente. Minato luchaba una y otra vez por mantener los ojos abiertos pero tan pronto lo conseguía, volvía a desmayarse. Todo su cuerpo temblaba entre los brazos de Kakashi cuando no convulsionaba.

¿Cuántas veces había visto esa reacción? ¡Demasiadas! Odiaba tener que morder a la gente pero reconocía que siempre fue más fácil cuando eran personas que ya de por sí se morían y él no las conocía apenas. Toda su manada fue fácil y aunque perdió a muchos, no vivió demasiado tiempo con el dolor de la pérdida pues conocía los riesgos de la mordedura, pero... Minato... eso era otro cantar.

Perder a Minato, a la persona a la que más había amado en ese mundo, eso no iba a superarlo jamás. Verle sufrir frente a él, observando su vida desvanecerse en la agonía era algo que trató de evitar a toda costa y al final... acabó mordiéndole cuando durante años se resistió a hacerlo por miedo a estar precisamente en esta misma situación.

Sentado con la espalda apoyada contra un árbol y manteniendo la cabeza de Minato en su pecho, Kakashi intentaba que su propio calor corporal fuera suficiente para mantener a Minato a una temperatura aceptable.

El mordisco y la maldición que portaba sólo habían provocado que su cuerpo, ya débil por la enfermedad, tuviera que luchar contra otra infección más. El mordisco era muy inestable en personas sanas y lo era mucho más en enfermos. Kakashi lo sabía y, aun así, se arriesgó. Ahora lo único que podía hacer por el amor de su vida era permanecer a su lado hasta el amanecer.

Si por él fuera, habría terminado con su sufrimiento en ese mismo instante. No quería verle sufrir, era lo único que no deseaba en la vida pero... pensar en que quizá, al amanecer pudiera sobrevivir le hacía permanecer allí a la espera. Saber que se moría, que no volvería a casa con él... era lo más desalentador del mundo. Hacerse a esa idea era demasiado duro. La parca rondaba el lugar reclamando las almas que ese día se perdían en la batalla mas cruenta que él recordaba entre varias manadas.

- Tengo... mucho frío – susurró Minato inmóvil entre sus brazos.

- Lo sé.

Las lágrimas de Kakashi eran imposibles de detener y, aun así, se resignaba a intentar sonreír por intentar mostrarle a Minato una tranquilidad y seguridad que ya no tenía. Si debía marcharse, quería que fuera en calma y viendo las sonrisas de sus seres queridos. Hoy sólo estaba él para mostrarle esa faceta pese a que tanta gente le amaba y habría deseado estar junto a él en sus últimas horas.

Kakashi se quitó la rasgada chaqueta y se la puso por encima a Minato antes de volver a abrazarle y atraer su cuerpo hacia el suyo para darle calor. Nada solventaría el frío, porque no era un frío normal, era un frío interno por la maldición que ahora recorría sus venas.

Con sus manos, frotó los brazos de Minato para darle calor aunque ni aun así lo conseguiría. Kakashi era muy consciente de ello, pero no podía estar simplemente allí sin hacer nada.

Agarró con mayor fuerza a Minato para acercarle todavía más a su cuerpo y posó sus labios en su frente. Ardía y eso sólo significaba fiebre. Su cuerpo intentaba luchar contra la maldición y su enfermedad al mismo tiempo. Estaba al límite.

— ¿Recuerdas nuestra primera cita? – preguntó Kakashi sabiendo que Minato estaba despierto.

— Aquello... no fue una cita – susurró Minato con los párpados cerrados.

— Tiré el balón adrede – intentó sonreír Kakashi – sabía que estabas en el aula de música y no quise darle a tu instrumento, sólo... quería encalar la pelota en el aula de música para ir a por ella y así poder verte.

— Así que todo era uno de tus planes – sonrió Minato pese al malestar.

— Sí, lo era. No sabía cómo acercarme a ti. Tú eras un chico muy tímido y reservado, apenas hablabas con nadie y odiabas a los deportistas.

Twain Harte (Naruto: Naru-Sasu, Kakashi-Minato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora