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-¿Y ese chico? -Touya caminaba lentamente con la mano derecha sostenía el paraguas cubriendo a su menor recibiendo pequeñas gotas en su hombro izquierdo, su mano libre se encontraba dentro de su bolsillo- ¿Es el que te gusta?, Porque si es así papá lo odiara.

-Cierra la boca Touya, para empezar es la primera vez que le hablo.

Shoto había dado a conocer su gusto por los chicos a los trece años, recibiendo a cambio una bofetada y un puñetazo de su padre, su madre los había abandonado después de ello; su papá se había ido del país limitándose a enviarles una cantidad mensual y pagar sus escuelas. A pesar de ello su hermana mantenía informado a su progenitor de todo.

-¿Pero si te gusta? -una sonrisa se formó en sus labios mientras cerraba el paraguas viendo como su hermanito menor subía por las escaleras- no me ignoreeees.

-¿Sigues con Tomura?

-Tal vez -sonrio socarron entrando a la escuela.

Rápidamente las miradas se fijaron en el, ¿Cómo no hacerlo?, Si ahí solo había un montón de señoras esperando a sus hijas. Un joven de veintitrés años, piercings en el puente de la nariz, mejillas, labios y ceja, de aspecto desaliñado y cabello blanco, definitivamente desencajaba por completo con aquel pulcro lugar.

Shoto salió con pants y camisa blanca ceñida, llevaba las zapatillas ya puestas encaminadose a hacer los estiramientos para calentar sus músculos.

Touya se dedicó a juguetear con su celular, incómodo con las miradas de las señoras, no era que no estuviera acostumbrado a que lo juzgasen pero no dejaba de ser molesto recibir todos aquellos ojos sobre su persona. Noto como su menor miraba de reojo por la ventana como si buscará algo. Era más que obvio que a su hermanito le llamaba la atencion aquel chico rubio.

-¿Ya nos vamos? -pregunto una vez el chico termino su entrenamiento, extendió su mano y colgó la mochila del bicolor en su hombro.

-Claro. ¿Vas a pasar a la tienda? -lo miro de reojo bajando las escaleras detrás del albino- tengo ganas de esas gomitas ácidas. O un monster.

-No puedo darte un monster, no dormirás -abrió el paraguas y nuevamente cubrió a su menor mojando su hombro- pero las gomitas las permito.

Shoto asintió, ligeramente pensativo, viendo aquella tienda de conveniencia de la esquina, nuevamente buscando algo.

Definitivamente a su hermano le llamaba la atención aquel chico, aunque parecía ser tan diferente a su pequeño.

Contrary.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora