Contrary.

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La curiosidad carcomía a Natsuo, no dejaba de pensar en como ese chico veía a su hermanito menor, así que decidido a saber qué pasaba, el lunes llegó temprano a recoger a Shoto. Y justo como temía ahí estaba, su hermano menor conversando con aquel rubio cenizo de aspecto rudo.

Es que simplemente no entendía como Shoto había terminado envuelto con un chico tan opuesto a él, incluso podría decir que se veía similar a Touya, ¡Y Touya parecía un completo delincuente salido del anexo!, No podía permitir que Shoto terminará envuelto con un niño como ese.

-¿Natsuo, qué haces aquí tan temprano? -Shoto alzó una ceja, notando como Natsuo veía de arriba hacia abajo al oji-carmín como si lo estuviese inspeccionando.

-Tenia ganas de verte en tu clase- mintio pues la verdad solo quería ver qué tipo de relación tenían aquellos dos- ¿Él es....?

-Bakugo Katsuki -se presento haciendo una reverencia- no quiero incomodar así que...

-¡No incómodas!, No hay problema, ¿Verdad, Nat?

-Claro que no, vamos.

Los tres chicos caminaron, llegaron a la academia, al igual que siempre Shoto se dirigió directo a cambiarse para después ir al área de entrenamiento lugar donde se dedicó a calentar y estirar un poco antes de comenzar la clase. Y al igual que siempre Bakugo se encontraba incómodo por las miradas a diferencia de Natsuo qué tenía una apariencia bastante pulcra, ese chico definitivamente encajaba en aquel lugar. La clase comenzó y con ella un atento Katsuki, siendo como era costumbre, totalmente cautivado y atraído por la silueta de Shoto.

Natsuo no paso desapercibido aquello así que se limitó a ver de reojo al acompañante de su hermano. Si, tal vez no tenía el mejor aspecto del mundo, pero en definitiva pudo notar un brillo en sus ojos, como esas veces que un niño ve un dulce y lo desea, bueno, esa clase de ojos era con los que el rubio veía a su hermano menor.

Aquello no le agradaba y sabía que a Touya tampoco.