Capítulo 6

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"El mundo nos rompe a todos, y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas."

– Ernest Hemingway.



POV Armando


Nos asomamos a la cocina y el cuadro es muy gracioso.

Entre doña Carmen y doña Julia le enseñan a Catalina como identificar el punto exacto de la crema que lleva el postre que se servirá en el almuerzo de hoy.

Nosotros seguimos tomados de la mano y veo a Betty como sonríe ante tal escena.

Sentir su piel entre mis dedos y verla así de sonriente, me trae a la mente en un flash la conversación telefónica de esta mañana, y vuelvo a sentir por un momento la gran angustia que sentí al pensar en que en los pasillos de Ecomoda hubiera otra vez alguien capaz de acercarse a ella, de conquistarla.

Sé que ella no me ha dado ninguna razón, sé que seguramente estas son solo las sombras que la inseguridad de mi espíritu atrae sobre todo lo que tengo y en especial lo que pienso que recibo sin merecer.

Justo como mi Betty, mi ilógico regalo del universo.

Algunas personas creen que los celos son muestra de que no se ama realmente a alguien, porque indican desconfianza. Yo no desconfío de ella pero desconfío de todo el mundo a su alrededor, de todos los hombres que ven a esta hermosa mujer en que se convirtió mi Betty.

Ahora, ella es ese precioso ángel que, más allá de la belleza de su alma, irradia ternura y encanto con un espectacular cuerpo y una sonrisa contagiosa. Lo que cualquier hombre podría desear sin dudarlo.

Y yo sigo sin saber porque ella no lo ve, porque Beatriz Pinzón Solano no se termina de creer lo hermosísima que es, lo preciosa que siempre fue.

Es demasiado modesta a comparación de algunas mujeres que yo conozco, a decir verdad, de casi todas con las que en algún momento tuve alguna relación. Todas esas que pretendían ser hermosas a toda costa, sin importar el tratamiento, truco o cirugía que necesitaran, sin escatimar en gastos o sufrimientos, sin dudar en sacrificar hasta su propia dignidad con tal de tener y ser más que las demás.

Pero mi Betty es hermosa naturalmente, su belleza es tan sencilla como encantadora.

Por eso mismo sé que aunque ella no lo quiera o lo fomente, va a atraer a los hombres a su alrededor.

Y yo me muero de solo pensarlo, reviento en mis adentros porque no puedo evitarlo pero tampoco puedo decir nada. Porque sigo siendo el mismo neurótico de siempre pero ahora trato de controlarme por ella, solo por ella.

Cata gira su mirada hacia la puerta y nos ve ahí de pie, nos sonríe de vuelta y guiña el ojo. Esto aterriza de regreso mis pensamientos.

Si tengo a Betty a mi lado, ella me abraza y me besa con tanta ternura, me ha demostrado que quiere tener algo conmigo... ¿Por qué tengo tanto temor?

Veo entonces a Catalina y estoy convencido que lo que hace es darnos una mano, entreteniendo a doña Julia para que Betty y yo podamos sentirnos más cómodos. Entonces le guiño el ojo de vuelta, se cómo beneficiarnos de esto.

-Venga Betty, necesito decirle algo -le susurro al oído y aprovecho para salir de nuevo con ella, pero esta vez rumbo a la que por ahora es mi habitación.

Ella abre los ojos asombrada pero me sigue sin articular palabra, va conmigo como siempre lo hace, como tantas veces lo ha hecho, solo que ahora además de no preguntar siquiera porque, tampoco suelta mi mano.

IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora